Cómo evitar retrasar las tareas en el trabajo y en otros ámbitos de tu vida

A la hora de procrastinar hay un componente biológico. Miguel Navarro, CEO de Productividad Feroz, señala que todos los seres humanos tratamos de sobrevivir, lo que hace que una parte de nosotros busque el placer a corto plazo , sin preocuparnos por lo que pase en un futuro.

Además del componente biológico, hay otros limitantes sociales que hacen que seamos más o menos procrastinadores. El entorno es el principal condicionante, pues este nos moldea. Por otro lado, conocer los beneficios a largo plazo y saber cómo funciona el tener unos hábitos en este sentido, también podrá jugar a nuestro favor.

Así, las tentaciones, la baja autoconfianza producida por los malos hábitos, el exceso de confianza o la falta de energía y motivación también son algunas de las causas principales de la procrastinación.

Por tanto, la procrastinación no proviene de la pereza , sino de la reacción negativa que producen ciertas tareas que pueden resultar demasiado exigentes, monótonas o aburridas. «Muchas personas, ante el rechazo inicial que les produce realizar estas tareas, prefieren ocupar su tiempo con otro tipo de actividades, como revisar los correos, las cuentas bancarias o limpiar, con el objetivo de sentirse productivos», explica Navarro.

Pero la realidad es que este tipo de actividades las llevamos a cabo para intentar eludir la fuente principal de estrés. No obstante, cuando ya no queda tiempo para finalizar la tarea que causa el rechazo, se realiza con un gran malestar porque se cuenta con menos tiempo del que inicialmente se disponía.

La buena noticia es que el dejar de procrastinar es algo que se puede trabajar. «Al principio puede costar, pero es como el efecto bola de nieve, cuando empiezas, el movimiento genera más movimiento. Y el hecho de enfocarte en estas habilidades internas va a maximizar tu nivel de resultados y te va a permitir triunfar en cualquier sector», manifiesta.

Mantenerse activo también ayuda, porque cuando se tiene poca energía, se tienen menos ganas de hacer cosas. «Tienes menos motivación y menos componente químicos que te inducen a la búsqueda de la acción», expone el experto.

Por ello, Navarro recomienda cuidar la alimentación, el descanso y hacer ejercicio físico . «De esta forma, se será una persona menos procrastinadora: primero, porque se tiene la energía y segundo porque el propio hábito de esforzarse y moverse cada día se extrapola a la toma de decisiones. Al final, la disciplina es como un músculo, cuanto más se entrena, más se tiene».

Navarro afirma que somos mucho más productivos cuando tenemos menos tiempo para llevar algo a cabo, pero hasta cierto punto. «Hay un tipo de procrastinación que tiene que ver con la sobresaturación de tareas; no llegas, te bloqueas y no haces nada. Pero un poco antes de ese punto, el tiempo que dedicamos a una tarea se expande. Por ello, si solo dispones de una hora para hacer algo, te vas a concentrar para tenerlo en ese tiempo».