¿Cómo nos afecta psicológicamente volver a vivir con los padres?

«El independizarse es considerado, de forma general, como un paso de éxito definitivo para la vida adulta y madura. Por ello, el volver de nuevo a su casa puede percibirse como un paso para atrás en esa evolución , acompañado de una sensación de fracaso ante el desarrollo como persona autónoma», apunta la psicóloga Bárbara Lucendo, de Centro TAP. Comenta que, esta vuelta puede generar un cúmulo de emociones desagradables (frustración, decepción, desasosiego) que hacen que este momento sea especialmente complejo y difícil de afrontar.

Sheila Estévez, psicóloga especialista en conflictos emocionales, hace una diferenciación según el motivo de la vuelta a casa. Por ejemplo, apunta que si esta es consecuencia de la pérdida del trabajo, «se sentirá una mezcla de tristeza, rabia, miedo, ansiedad y frustración ante la incertidumbre del momento». Si el regreso está motivado por no haber podido mantener nuestra estabilidad económica , explica que el choque con esta nueva realidad «generará la sensación de sentirse desubicado, así como una especie de regresión emocional».

«Haber roto con la pareja llevará consigo el duelo por dicha pérdida y el duelo por la ruptura del proyecto de vida construido hasta ese momento», explica la psicóloga. Por último, comenta que si la vuelta es una necesidad, para poder cuidar de los padres, o de la familia, «aparecerá la sensación de dejar en ' stand by ' la propia vida, para dedicar todo el tiempo posible al cuidado de los familiares, sensación que se mezclará con la ansiedad, el miedo sentido y la preocupación por el avance de la enfermedad».

En esta dinámica, no solo deben adaptarse a una nueva realidad los hijos que vuelven al hogar, sino también los padres que ven el retorno de sus hijos. Comenta Bárbara Lucendo que, en el caso de los padres, es muy posible que florezca en ellos una sensación de culpabilidad «por no haber podido dotar a su hijo de los recursos personales suficientes para solventar la situación». Apunta que, si nos encontramos en esta situación, es esencial gestionar todo de la manera adecuada.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que, aunque volvamos a la casa de nuestros padres, debemos de actuar en familia de una forma diferente a cómo lo habíamos hecho con anterioridad. «Volvemos al hogar paterno, pero no volvemos a ser niños, por lo que nuestras responsabilidades han cambiado», apunta Bárbara Lucendo.

La psicóloga Sheila Estévez hace hincapié en la importancia de «actualizar» el vínculo entre padres e hijos. Por ello, se debe crear una nueva dinámica de familia , y hablar aquellas cosas que el pasado pudieron ser conflicto, para que no se vuelvan a repetir. «Es importante saber expresar sin resentimiento aquello que pudo herir a una, a otra, u a ambas partes, para que se establezca una nueva dinámica sin negar el pasado, o para evitar saltar a la mínima que haya un momento de tensión en el presente», apunta la profesional. «La postura de hijo y padres es mucho más semejante a cuando éste era niño o adolescente, ahora ambos son adultos con responsabilidades y cargos similares a cumplir y con experiencias vitales compartidas, por lo que la dinámica familiar también debe ser diferente a la anterior a la emancipación, adecuándose al momento evolutivo en el que nos encontramos en la actualidad», añade la psicóloga de Centro TAP.

Por ultimo, la psicóloga Bárbara Lucendo da consejos para gestionar esa sensación de «fracaso» que puede invadirnos al volver a instalarnos en nuestro hogar de infancia. Para empezar, apunta que es esencial seguir cumpliendo las responsabilidades propias de nuestro momento evolutivo como habíamos hecho hasta ahora. « Esta situación es temporal y se puede solucionar siempre que nos lo propongas, por lo que guardar un espacio temporal diario para buscar nuevas oportunidades nos facilitará llevar de forma más saludable este momento», recomienda. Advierte de la importancia de utilizar un buen lenguaje para hablarnos a nosotros mismos en este periodo, ya que «nos afecta especialmente la forma en cómo nos contamos lo sucedido».

«Existe la idea, en términos generales, de que una vez que habías conseguido la emancipación completa, habías conseguido un paso definitivo en la vida adulta y, si vuelves a casa de tus padres, estás dando un paso para atrás», dice Lucendo. Pero es importante saber que no todas las cosas son blancas o negras. «Esta etapa puede ser una oportunidad para nosotros. Adquirir una actitud proactiva nos ayudará a sentirnos eficientes ante nuestro compromiso de mejorar nuestra situación presente», concluye la psicóloga.