Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en España, afectando a millones de personas en nuestro país. Entre las más habituales destacan la enfermedad coronaria, la hipertensión arterial, la insuficiencia cardíaca y las arritmias.
Según apuntan los datos de la Sociedad Española de Cardiología, más de 1,5 millones de españoles sufren enfermedad coronaria, y cada año se producen cerca de 100.000 infartos de miocardio. Cuidar el corazón no es solo prevenir, sino también revertir daños.
Durante cerca de una hora de charla, el médico con máster en riesgo cardiovascular por la UCAM y en cardiología intervencionista por la Universidad Juan Carlos I, entre otros, alertó sobre un patrón cada vez más frecuente en la sociedad actual: la alteración de los ritmos circadianos debido a la contaminación lumínica, horarios inestables, ruidos o cualquier otro problema que impida ese anhelado sueño reparador con el que levantarnos al día siguiente como nuevos.
Las consecuencias para la salud de dormir mal
Y es que dormir como los ángeles se ha convertido en uno de los actos más aspiracionales de la actualidad. Cerca de siete millones de personas, lo que viene a ser un 14% de la población en España, sufre insomnio crónico, alerta la Sociedad Española de Neurología. España es el país con mayor consumo mundial de benzodiacepinas, según los informes de 2020 y 2022 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).
La privación de sueño aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular, altera el normal funcionamiento del sistema inmunológico, impide la fijación de los recuerdos –el sueño y la memoria tienen una relación directa– y la limpieza del cerebro y acelera el deterioro cognitivo. La solución no es sencilla, y el primer paso es cambiar algunos de nuestros hábitos.
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Expónte a luz natural por la mañana. Salir al sol temprano regula el reloj biológico y favorece la correcta producción de melatonina, la hormona clave del sueño.
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Haz ejercicio, pero no a última hora. La actividad física diurna ayuda a «cansar» el cuerpo, pero si es demasiado tarde puede activar en exceso el sistema nervioso y retrasar el sueño.
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Cena ligera y temprano. Comer mucho o muy tarde dificulta la digestión, lo que interfiere con el descanso profundo necesario.
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Mantén el dormitorio fresco (20-21 °C). Una temperatura adecuada favorece un sueño profundo y continuo, y evita despertares nocturnos.
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Apaga pantallas una hora antes de dormir. La luz azul de móviles, tablets y televisores inhibe la producción de melatonina y dificulta conciliar el sueño.
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Crea un ritual relajante. Leer, tomar una infusión suave o practicar respiración consciente, cada noche, establece una rutina que prepara cuerpo y mente para el descanso.
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Cuida tu día, no solo tu noche. La calidad del sueño se construye desde la mañana, gestionando el estrés, la hiperconexión y los estímulos; dormir bien no es solo cuestión de lo que haces minutos antes de acostarte
El especialista explicó que los ritmos biológicos del ser humano han evolucionado en sintonía con los ciclos naturales de luz y oscuridad. «Vivimos con mucha luz blanca por la noche», señaló, apuntando a que este desfase entre el ambiente y nuestra biología genera un estrés fisiológico importante.
«Como seres vivos, los ciclos de luz y oscuridad que nos da el planeta han sido algo que básicamente cambiaba nuestra vida», cuenta en la charla, en la que ahonda en que en la actualidad, que se haga de noche «es una anécdota por que encendemos las luces y se nos olvida».
La importancia del sistema linfático y el cerebro durante el sueño profundo
El cardiólogo critica que nos hemos «alejado de la naturaleza» y que al analizar a quienes duermen poco, o de manera irregular, «presentan un mayor riesgo de sufrir infartos y eventos cardiovasculares». Entre los grupos más vulnerables mencionó a quienes trabajan en turnos rotativos o nocturnos.
«Tiene mucho sentido porque al final el sueño es necesario, es donde nos reparamos», sostiene el experto, que explicó que mientras dormimos se activa un mecanismo crucial: el sistema linfático cerebral. Este sistema se encarga de limpiar el cerebro de toxinas, algo que solo ocurre durante un sueño profundo y regular. Ahí el cerebro consolida la memoria, regula las emociones y restaura funciones corporales claves. Además permite la reparación celular, la regulación hormonal y amortigua la inflamación en el cuerpo, contribuyendo a un óptimo funcionamiento general.
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