El mensaje a los médicos sobre ejercicio y cáncer: «Veamos atletas, no pacientes»
Los beneficios del ejercicio pautado y dirigido por un profesional especializado van más allá del aspecto social o psicológico, pues es un coadyuvante terapéutico complementario
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Iniciar sesiónCaminar, practicar yoga, bailar, ir a pilates... Estas son algunas de las actividades que a muchas personas se les dibuja en la mente cuando un paciente de cáncer les explica que su médico le ha recomendado hacer ejercicio. Y aunque todas ellas pueden contribuir ... a mejorar su estado de ánimo, a liberar endorfinas y a socializar, la evidencia científica ha demostrado que los beneficios del ejercicio regular, pautado y específico (con rutinas de fuerza y resistencia) dirigido por un profesional especializado van mucho más allá de lo anímico y social, pues permite generar cambios metabólicos que
impactan en la salud, aumentan la supervivencia y reducen los efectos secundarios de los tratamientos. Pero como explica Soraya Casla, pionera en el desarrollo del ejercicio oncológico en España y autora del libro 'Ante el cáncer, muévete' (Vergara), para conseguir estos beneficios no vale cualquier actividad. «Si se da el mensaje de que vale con andar, muchos pacientes se frustrarán al ver que a pesar de que caminan a diario siguen igual de cansados, con los mismos problemas musculares y las mismas neuropatías. Para que sea efectivo es necesario combinar ejercicios de fuerza, cardiovasculares y de movilidad y equilibrio, mezclando intensidades altas y bajas, pues esa pauta es la que permite trabajar todos los aspectos: el metabólico, el esquelético, el funcional y la parte neural», aclara. Pero además la experta, que trabaja con ello a diario desde su programa 'Ejercicio y cáncer' (@ejercicioycancer ) precisa que a la hora de hablar intensidad, conviene aclarar que ésta debe adaptarse a las condiciones físicas, al estadio de la enfermedad y al tipo de tratamientos, así como a la fase en la que se encuentran, por lo que la personalización es fundamental.
«Cada vez son más los oncólogos que mandan a las personas a entrenar a los gimnasios»
Carlota FominayaÁlvaro Puche es el autor de 'Entrenamiento de fuerza para mayores de 50 años' (Editorial Amat)
Igualmente Casla incide en la importancia de llevar a cabo una progresión: «Ni se puede hacer siempre los mismos ejercicios ni el mismo número de repeticiones ni la misma actividad ni con la misma duración. El cuerpo va mejorando y es importante adaptar la intensidad a esas mejoras, por eso es tan importante el asesoramiento profesional», revela.
Comparte esta opinión Helios Pareja, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en el ámbito de la fisiología del ejercicio, la nutrición y el metabolismo; quien incide en la importancia de divulgar que el ejercicio es un coadyuvante terapéutico y complementario, es decir, que ayuda a los tratamientos oncológicos principales, como la quimioterapia, la radioterapia, la inmunoterapia o la cirugía, así como a la reducción de los efectos secundarios. «Paradójicamente el ejercicio es la herramienta más potente para combatir esa fatiga crónica relacionada con el cáncer. Esto fue descrito por Alejandro Lucía, experto en fisiología del ejercicio, quien explicó que la fatiga corre el riesgo de autoperpetuarse, pues cuando estamos cansados hacemos menos ejercicio y al hacer menos ejercicio se pierden las adaptaciones metabólicas y musculares que evitan que se perpetúe la fatiga», argumenta.
Por eso el experto afirma que la única vía para romper ese círculo vicioso es que el paciente supere el bache psicológico que le impide moverse. «Si acaba con esa inercia, conseguirá a medio plazo las adaptaciones fisiológicas que le permitan reducir esa fatiga», aporta.
Pero además desde el punto de vista molecular, Pareja incide en los efectos positivos de las mioquinas que se liberan cuando el músculo se contrae con cierta recurrencia y que no solo ayudan a combatir la caquexia derivada del cáncer, sino que ya se está estudiando su capacidad para reducir la progresión de tumores como el de mama o el de colon. «Esto querría decir que el músculo es capaz de generar lo que podría considerarse como fármacos anticancerígenos», plantea.
Aliados imprescindibles
«Cambiar el término 'paciente' por el de 'atleta' es el primer paso para colocar el ejercicio y a la persona con cáncer en el lugar que le corresponde, pues si se quieren obtener los beneficios que avala la ciencia hay que entrenar, ser metódico y estar controlado por un profesional, al igual que le sucede a un atleta», explica Chema Moya, director de la sede de UAPO (Unidad de Apoyo del Paciente Oncológico) en Madrid y Doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la UAM.
Pero además una de las claves para llevar a cabo este abordaje terapéutico del ejercicio, no obstante, es contar con apoyo desde el ámbito sanitario. «Cuando se recibe un diagnóstico la preocupación se centra lógicamente en los tratamientos oncológicos, pero hay que ir más allá del enfermo y ver a la persona, que necesita pautas y recursos para saber lo que puede hacer de manera complementaria e integrativa (ejercicio, nutrición, psicología, fisioterapia) para mejorar su salud», plantea Moya.
Por eso para ello, según añade, los sanitarios en general y el oncólogo en particular son aliados imprescindibles, pues si el médico es consciente de todo lo que el ejercicio pautado, dirigido y controlado por un profesional especializado; puede hacer mejorar a sus pacientes, se estará avanzando en el camino hacia ese necesario trabajo interdisciplinar que defienden los expertos en ejercicio oncológico.
Ese cambio de perspectiva clínico, como recuerda la doctora Casla, requiere también un respaldo institucional. Un ejemplo es el de la Sociedad Española de Oncología Médica y la Asociación de Cáncer de Ovario y de Mama Hereditario (AMOH) que, a través de programas específicos junto al Consejo Superior de Deportes, avalan el ejercicio como una parte importante del tratamiento.
Otro de los frentes en los que se necesitan progresos es en el ámbito de la formación especializada pues, aunque hace años que se trabaja en ello desde muy distintos ámbitos, aún se necesita la puesta en marcha de protocolos estandarizados basados en los estudios científicos. «Muchos especialistas trabajan aún con el principio de 'no dañar' por encima del de 'adaptar y mejorar'. Y eso sucede porque no entienden bien la fisiología de los pacientes con cáncer ni saben analizar lo que está pasando en su cuerpo», plantea la fundadora de 'Ejercicio y cáncer'.
Asimismo, como sugiere el responsable de Fundación UAPO en Madrid, es necesario ofrecer más posibilidades, tanto privadas como públicas, para que los pacientes, o mejor dicho atletas, puedan cuidar su salud gracias al ejercicio en entornos que les resulten amigables y seguros, especialmente en las primeras fases de la enfermedad.
Por último, resulta fundamental la participación activa del enfermo de cáncer, como aporta Pareja: «Al igual que preguntan y se informan sobre sus tratamientos, es importante que busquen respuestas y soluciones específicas para mejorar su calidad de vida con asesoramiento profesional sobre ejercicio y nutrición», concluye.
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