Julia Arteaga, profesora de yoga
«Con el yoga estás pendiente de otras cosas y la fuerza y la flexibilidad llegan solas»
En 'El hábito hace al yogui' Julia Arteaga desmitifica esa pereza que da empezar a practicar yoga y da pautas para hacer de esta práctica una rutina
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Iniciar sesiónEsto del yoga es más de ir de vez en cuando a una clase e intentar hacer posturas imposibles. Esto es lo que intenta contar la profesora de yoga Julia Arteaga en 'El hábito hace al yogui' (Larousse) , un libro en el que ... se pone como meta desmitificar esta práctica y explicar las razones por las que, en realidad, «es una filosofía de vida».
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Hablando desde la experiencia propia (comenzó a practicar yoga en 2013, y al principio, en sus palabras «le costaba mucho hacerlo todos los días»), según pasan las páginas del libro, acompañadas por tiras cómicas de la propia autora, elimina las excusas que cada uno se puede poner para no practicar yoga . Además, no duda en comentar los distintos tipos de esta práctica que se pueden realizar, los beneficios que tiene no solo para el cuerpo sino para la mente y consejos y más consejos para cumplir el objetivo final: hacer del yoga un hábito de la rutina.
Da ideas para realizar yoga en los lugares más improbables («¡En el baño de una discoteca!»), para evitar la obsesión con la perfección o para no dejarse llevar por esos yoguis de las redes sociales que parecen tocar el cielo con sus posturas. Hablamos con la autora en ABC Bienestar sobre todas estas cosas, y sobre todo, sobre cómo puede ayudarnos incorporar el yoga en nuestro día a día.
¿Cuál es el mayor reto al que nos enfrentamos a la hora de hacer del yoga un hábito?
No es tan obvio porque parece que la respuesta es la pereza, es lo fácil de contestar, que somos perezosos y ya está. Pero, en realidad, el reto al que nos enfrentamos es nuestro ego o autoexigencia. Cuando empezamos, los cambios nos asustan. Intentamos mejorar nuestra vida, pero con las mínimas dificultades posibles, y ahí siempre está el ego para recordarnos lo difícil que es o lo malos que somos en esto, o que no lo vamos a conseguir, o que los demás son mucho mejores. Siempre nos ponemos esos obstáculos y el mayor es la vocecilla que está todo el tiempo intentado impedir ese cambio . Es un mecanismo de defensa que tiene el cerebro para asegurar la supervivencia, porque los cambios suponen una amenaza para ese bienestar, pues no se sabe si va a ser bueno o malo, y ahí está el ego para recordarnos: no sigas cambiando a ver si no va a ir a mejor.
Dedicas una parte del libro a las excusas que uno se puede poner para no practicar yoga pero, ¿de verdad crees que todo el mundo puede sacar un rato?
Sí, estoy firmemente convencida, más que nada porque lo probé conmigo misma; me utilicé de experimento. A mí, cuando empecé, me encantaba el yoga pero no era capaz de ponerme todos los días. Y me dije, «a ver, ¿cuál es el problema?». Y creo que es la concepción que tiene la gente del yoga. Se piensan que este consiste en una clase de mínimo 60 minutos en la que te pones a enredarte con los miembros de tu cuerpo a través de la guía de otra persona. Pero, realmente, el yoga puede ser cinco minutos de meditación , puede ser dos respiraciones profundas, puede ser la forma de reaccionar ante el comentario de una persona, etc. Es mucho más, es un estilo de vida, y cada día puedes sacar, sino una hora, pues media hora, o cinco minutos o lo que te digo, dos respiraciones.
Y si queremos practicar ese yoga más tradicional, de ponernos en una esterilla, ¿cuánto tiempo hay que dedicarle?
La idea es que el yoga es un estilo de vida que se practica todos los días. Pero a nivel más físico, de posturas, es verdad que no se debe practicar una hora de yoga dinámico, que ese es más exigente, cada día, los siete días de la semana, sobre todo si no estás acostumbrado, porque el cuerpo puede lesionarse. La cantidad de tiempo al día para cada persona varía: depende mucho de la edad, tu condición física y el ejercicio que estés acostumbrado a hacer. Entonces, para mí es como caminar, media hora, 20 minutos al día, es perfecto. Ahora, si quieres hacer una hora de yoga, entonces quizás es mejor una vez cada dos días. Cada persona tiene que encontrar su punto óptimo.
¿Por qué es importante no obsesionarnos con la perfección a la hora de practicar yoga?
Porque el yoga es una disciplina que solo tiene beneficios cuando sientes la postura, no obtienes los beneficios porque te salga el pino sobre la cabeza. Es algo, más que físico, espiritual, es interno, son la sensaciones y las emociones que van surgiendo dentro según vas realizando la práctica física. De hecho, las posturas se crearon para que las personas pudieran estar más cómodas sentadas durante mucho tiempo meditando. Realmente debemos centrarnos no en ejecutar las posturas perfectas, sino en ser más flexibles para estar más tiempo meditando.
Dices en el libro que hay que aceptar nuestro cuerpo tal como es pero, ¿también tenemos que aceptar nuestra mente tal como es?
Yo creo que en parte sí y en parte no. Hay cosas que podemos mejorar, pero que aun así forman parte de nuestra forma de ser. Yo, por ejemplo, soy una persona que tiende a ser muy inquieta. Pero en el yoga, una vez aceptas que eres así, y por ejemplo no te centras todo el rato en estar tranquilo, te ayuda. Aceptar esa parte que no nos gusta es lo que nos hace querernos más y subir nuestra autoestima . Hay que sacarle a todas las características de nuestra personalidad el lado bueno y, cuando tiene un lado malo, saberlo mejorar con el yoga.
¿Puede motivarnos en el yoga practicarlo con otras personas?
Sí, sobre todo al principio motiva mucho más cuando vas a una clase presencial. Aunque todo tiene su parte buena y su parte mala. Lo bueno de ir a clase es que te obliga a salir de casa, estás en un escenario distinto, compartes una experiencia similar y sientes que perteneces a un grupo, pero también la parte mala es que, las primeras veces, sobre todo, te comparar con los demás, les miras, ves que tú no tienes la flexibilidad o la fuerza que otros, y además asumes que eres tú quien lo hace mal, cuando en realidad no sabes en qué fase de su práctica está cada uno. En cambio, cuando lo haces en casa, da más pereza, porque es practicar tú solo, es tener la fuerza de voluntad de ponerte , pero no tiendes a compararte, y además puedes hacerlo cuando tú quieras… Al principio yo recomiendo hacerlo con otra gente, a lo mejor incluso ir con amigos, o con tu pareja, aunque eso también puede hacer que dependas de otra persona para hacerlo.
¿En qué se diferencia la fuerza que puedes ganar practicado yoga que la fuerza que puedes conseguir con pesas en el gimnasio?
Realmente creo que la diferencia está en la consciencia, en la atención que le ponemos. Cuando tú estás intentando ganar fuerza a través de un ejercicio físico con pesas en el gimnasio, tienes un objetivo muy claro: quiero ser fuerte. Cuando ganas fuerza haciendo yoga estás pendiente de otras cosas y la fuerza y la flexibilidad que ganas es una consecuencia , un efecto colateral, no te obsesionas con ello. Y además ganas una fuerza muy interesante porque es con tu propio peso, es progresivo, y, como en una sesión se trabaja todo el cuerpo, se equilibra fuerza y flexibilidad.
¿Por qué es tan importante aprender a respirar?
La respiración lo es todo. Cuándo tú haces posturas de yoga con una respiración pausada, suave y fluida se llega más a fondo, no solo en la postura sino también a nuestra mente. El yoga da muchas respuestas y cuando más dentro podamos ir, mejor porque más nos vamos a conocer. Mientras, una respiración que está comprimida y se retiene lo que hace es crear tensión porque, al retener la respiración, apretamos la mandíbula, cerramos el pecho… de hecho cuando tenemos ansiedad esto es lo que nos contractura y después tenemos que ir al fisioterapeuta o al médico. Y el yoga, aunque no te exime de ir al fisio de vez en cuando, ayuda a soltar esa tensión por medio de la respiración.
¿Realmente podemos llegar a dejar la mente en blanco?
Yo puedo responderte desde mi experiencia. He oído de yoguis que se mueren en vida casi y resucitan, y creo que sí se puede dejar la mente en blanco, aunque en mi caso han sido momentos fugaces, de segundos. Perseguir esto es un objetivo no poco realista, porque sí se puede alcanzar, pero hace que no disfrutes más de la meditación. La idea es estar tranquilo y pausado; te vienen pensamientos, pero no es lo mismo pensar en tu mesa de trabajo, o mientras cocinas, que sentado en meditación . Todo se ve más claro y las ideas que te vienen son más creativas. Entonces, no buscaría esa mente en blanco como objetivo, de hecho cuando no la buscas es cuando viene. Es como el sexo (se ríe), si buscas el orgasmo no lo vas a disfrutar, no va a ser tan placentero como si solo te centras en disfrutar.
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