Lo cierto es que partiendo de la base de que no existe una fórmula mágica, lo cierto es que algunos patrones de alimentación están más asociados a una vida más longeva que otros. En este sentido el ayuno intermitente se ha consolidado como una estrategia nutricional para perder peso y mejorar ciertos marcadores metabólicos, pero no es una dieta milagro ni claramente superior a otras formas de restricción calórica cuando se igualan las calorías totales.
Ayuno intermitente: en qué consiste y tipos más practicados
El ayuno intermitente agrupa patrones de alimentación que alternan periodos de ingesta con periodos sin comer de al menos 12 horas, con el objetivo de reducir la ingesta calórica y los niveles de insulina, favoreciendo el uso de la grasa como combustible.
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Método 16/8: Ayunar 16 horas (por ejemplo, de 8 p. m. a 12 p. m. del día siguiente) y comer en una ventana de 8 horas.
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Dieta 5:2: Comer normalmente durante 5 días a la semana y, en los otros 2 días no consecutivos, reducir la ingesta a 500-600 calorías.
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Ayuno en días alternos (ADF): Alternar un día de comida normal con un día de ayuno total o muy bajo en calorías.
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Ayuno de 24 horas: Ayunar completamente una o dos veces por semana (por ejemplo, de cena a cena).
La evidencia en adultos con sobrepeso u obesidad muestra pérdidas de peso modestas y mejoras en factores como grasa corporal, presión arterial y triglicéridos, aunque los datos a largo plazo aún son limitados.
«Estos factores asociados al ayuno hacen de éste una buena estrategia para tu corazón»
El doctor y cardiólogo José Abellán, médico con máster en riesgo cardiovascular por la UCAM y en cardiología intervencionista por la Universidad Juan Carlos I, entre otros, ha explicado en sus redes sociales que el ayuno intermitente puede beneficiar al corazón, siempre que se haga de forma controlada y adaptada a cada persona. Hay que acompañarlo de ejercicio, buena gestión del estrés y una dieta rica en vegetales, legumbres, frutas y grasas saludables. Al mismo tiempo, advierte de posibles efectos sobre el colesterol que obligan a individualizar su uso.
«Toda forma de ayuno intermitente asocia una restricción calórica que, al menos, es temporal y que si se prolonga en el tiempo conduce a una disminución de la obesidad de la grasa de nuestro cuerpo, lo cual es protector desde el punto de vista cardiovascular», cuenta el divulgador, que ahonda en que esta restricción calórica temporal «también produce una disminución del estrés oxidativo, el cual disminuye la inflamación sistémica de nuestro cuerpo y es beneficioso cardiovascularmente».
«Por otro lado, también provoca un estado cetogénico o de flexibilidad metabólica temporal, el cual disminuye la inflamación sistémica, resultando beneficioso. Son por tanto estos factores asociados al ayuno los que hacen de éste una estrategia que le puede venir bien a tu corazón», concluye el cardiólogo en el vídeo publicado en sus plataformas digitales, en la que advierte en otra publicación sobre los motivos por los que alguien que se cuida y sigue hábitos saludables puede tener un nivel alto de colesterol LDL - conocido como el malo - sin que esto implique necesariamente un riesgo inmediato: «Durante los períodos de ayuno, el cuerpo recurre principalmente a las grasas almacenadas como fuente de energía, provocando este aumento transitorio del colesterol en sangre».
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