Comer por aburrimiento en verano: por qué tenemos hambre a todas horas y qué solución hay
El primer paso para evitarlo es detectar si es hambre real o emocional. Y en el caso de que sea la segunda opción tendremos que analizar qué emociones hay detrás
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Durante el periodo vacacional disfrutamos de más tiempo libre y son muchas las personas que dicen «comer por aburrimiento», justificando esos paseos a la nevera que parecen multiplicarse por el simple hecho de estar más tiempo en casa, sin tener que pensar en las obligaciones ... diarias que se tienen en la rutina habitual.
En la mayoría de los casos esta conducta se describe como incontrolable, incluso hay quienes afirman perder la noción de las cantidades superando así con creces las ingestas recomendadas.
Pero, ¿es correcto dar este nombre a esta conducta? ¿Es realmente el aburrimiento el verdadero motivo? El acto de comer es en realidad una necesidad fisiológica que debe cubrir todo ser humano pero a veces, se presenta como un impulso cuya consecuencia son pensamientos que no podemos controlar, por lo que quizás, un término más adecuado sería: hambre emocional.
Qué es el hambre emocional
Pero, ¿qué es realmente el hambre emocional y por qué se le llama así? El primer concepto que tenemos que tener claro es el de hambre física o real. Este tipo de hambre aparece de forma progresiva cuando llevamos más tiempo del habitual sin comer y suele ir acompañada de reacciones fisiológicas como cansancio, dolor de cabeza, ruidos estomacales, debilidad y falta de concentración, entre otras.
Por el contrario el hambre emocional aparece de forma repentina e incontrolable, haciéndonos comer de forma compulsiva. Y, a diferencia de la primera, se caracteriza por ser insaciable, ya que nace en respuesta de emociones que no sabemos (o no podemos) gestionar y, en general, suele perdurar hasta que conseguimos aplacar esta emoción.
Es habitual que este hambre voraz se vea acentuada conforme va terminando el día, durante los fines de semana que pasamos en casa o con la llegada de vacaciones. Momentos en los que interrumpimos nuestra rutina y desconectamos de la jornada laboral dando así vía libre a nuestra mente para que nos enfrente con otras áreas que el día a día tratamos de ocupar con tareas.
Podemos sentir la necesidad incontrolable de comer para calmar emociones tanto agradables como desagradables, por lo que el primer paso para evitarlo es detectar si es hambre real o emocional lo que sentimos y en el caso de darse la segunda situación, analizar qué emociones hay detrás.
Un truquito para esto, puede ser preguntarte si una manzana o una zanahoria calmaría tu hambre en ese momento. En el caso de ser hambre física seguro que sí, pero el hambre emocional es un poco más exigente y te va a reclamar alimentos más calóricos, altos en grasas, en sal en y azúcares.
Cómo resolver las ganas de picar
Si te has reconocido al leer todo esto, mi consejo es que tengas la confianza en pedir ayuda profesional que pueda ayudarte y te brinde las herramientas necesarias para evitar este problema.
Pero mientras y, con la ayuda de mi compañera la psicóloga Laura Ruíz, que nos presta ayuda en estos temas, te traigo unos pequeños trucos que pueden ayudarte a llevarlo mejor:
1. Para sentirte más saciado a lo largo del día y que no se te junte «el hambre con las ganas de comer» intenta no saltarte ninguna ingesta y comer siempre suficiente cantidad.
2. Restringir alguna ingesta con el fin de compensar no solo es una conducta de riesgo que nos puede llevar a desencadenar una mala relación con la comida, sino que puede provocar el efecto contrario y hacernos llegar a la siguiente ingesta con más hambre o ansiedad.
3. Procura tener siempre frutas o verduras a modo de crudités troceadas en la nevera. Como hemos comentado anteriormente, el hambre emocional requiere ser saciada de forma inmediata y tener fruta fresca preparada para consumir cuando la necesitemos es una forma de anticiparnos a ella.
4. Prepara tus propios dulces y helados saludables. No es necesario privarse de dulces y helados en verano. Pero si sentimos que nos apetecen en exceso, podemos preparar helados con base de frutas congeladas con yogur, leche o bebidas vegetales y tenerlos listos para cuando nos den esos antojos.
5. No abandones la actividad física durante tus vacaciones. Durante los meses de verano se puede dar el caso de que nuestros centros deportivos cierren para descansar, pero esto no tiene por qué ser un impedimento para seguir moviéndonos en el día a día. Es más, aprovechando que tenemos más tiempo podemos disfrutar de paseos más largos, actividades acuáticas para combatir el calor o deportes en equipo, pues en estos días también nuestros familiares y amigos puede que tengan más disponibilidad de tiempo.
Y, por último, recuerda sobre todo que estos pequeños trucos pueden ayudarte cuando se dé algún caso puntual, pero si es algo que te ocurre de forma continua lo más aconsejable es que pidas ayuda a profesionales de la salud para ponerle una solución.
Puedes saber más de Elisa Escorihuela a través de su cuenta de Instagram: @eliescorihuela , su labor en el Centro de Nutrición Nutt y en su libro 'Dietoterapia'.
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