Por qué no debes eliminar el gluten de tu vida sin ser celíaco ni intolerante

El gluten está presente en el trigo , la cebada , el centeno y en ciertas familias de avena , por lo que los expertos recomiendan que el celiaco no tome estos cereales. Afortunadamente, hoy en día hay muchas alternativas que se pueden consumir sin problema, como el arroz, el maíz o la quinoa.

El doctor Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo y miembro de Top Doctors , indica que la enfermedad celiaca está predispuesta genéticamente «y el gluten el es gatillo».

Hay varios factores que, según Sánchez Muñoz, pueden modular su aparición: «La edad de introducción del gluten en la dieta cuando uno es un bebé, el haber sido alimento con lactancia materna, haber tenido infecciones en la infancia por virus o bacterias, la toma de antibióticos muy prolongada...». Sin embargo, no hay una edad determinada en la que se manifieste: puede ser tanto en la infancia, adolescencia o incluso en la vejez.

«Ahora bien, el paciente que no es celiaco no tiene la necesidad de hacer esa dieta tan estricta, porque esta debe ser siempre supervisada por algún experto en nutrición que la organice y la oriente, para evitar que haya déficit de micronutrientes o de minerales esenciales. Algo que se puede producir cuando uno hace una dieta estricta sin gluten por su cuenta», explica el especialista.

Beatriz Navia, doctora en Farmacia y profesora del departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), añade que efectivamente el gluten no genera ningún problema en el organismo de personas sanas y que no se recomienda su eliminación , aunque es una proteína que bien se puede reemplazar por otra. Lo que ocurre es que si se quita el trigo de la dieta, siendo este el cereal más consumido, y no se sabe sustituir por otro sin gluten, se pueden producir desequilibrios importantes en nuestro cuerpo.

Los productos que se venden para sustituir los alimentos que contienen gluten, en ocasiones, –manifiesta Navia– aportan menos proteínas, más grasas saturadas, más sodio y menos fibra . «Además, suelen ser menos palatables y más caros que los que contienen esta sustancia».

El seguimiento de estas dietas por parte de adultos sanos que no son celiacos ni sensibles al gluten pueden incrementar también el riesgo cardiovascular , según esta experta. Podrá afectar también a sus relaciones sociales y a su bienestar en general, así como interferir en el diagnóstico de una posible celiaquía.

El celiaco tiene una enfermedad genética en la que el gluten desencadena una cascada inmunológica, una respuesta inflamatoria intensa que hace que se produzcan daños en el intestino, concretamente en la mucosa del intestino delgado.

Al ser un trastorno crónico, se requiere de una dieta exenta al 100% de gluten durante toda la vida. «Hoy en día no hay ningún tratamiento eficaz, aunque hay varios ensayos en marcha y algunos fármacos que pueden ser buenos candidatos», apunta Sánchez Muñoz.

Sin embargo, el que es intolerante al gluten, no tiene una enfermedad inmunológica como tal, sino que este le provoca una serie de síntomas. «Estos pacientes suelen tener analíticas y una biopsia de duodeno normales. Por ello los catalogamos como sensibles al gluten, porque no hay atrofia bellositaria, una predisposión genética o una analítica alterada», expone el experto.