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Por qué es importante la vitamina D y cómo nos afecta su carencia

El déficit de esta sustancia en nuestro organismo puede provocar fracturas en adultos y raquitismo en niños

De noviembre a febrero se recomiendan 30 minutos de exposición solar al día Adobe Stock
Sandra Palacios

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Llega noviembre y con él días más cortos y menos horas de sol. Al salir del trabajo o el colegio ya es de noche y esto, más la ropa de abrigo, hace que estemos menos tiempo expuestos a la luz solar, lo que puede agravar el déficit de vitamina D . Curiosamente, aunque España es un país que destaca por su buen clima, 1 de cada 3 ciudadanos tiene carencia de esta sustancia.

La doctora Carina Gimeno, especialista en Nutrición y Dietética y jefa de Equipo de la Unidad de Nutrición y Dietética Clínica del Hospital Quirón Salud de Valencia, la define como «una vitamina iposoluble que regula el metabolismo del calcio y fósforo», que es fundamental para la salud ósea, dental y muscular .

Pero no es esta su única función. Maria Bosch, experta en nutrición ortomolecular, diabetes, obesidad, metabolismo y en trastornos del comportamiento alimentario (TCA), explica que también está involucrada en la defensa frente a infecciones y en la modulación de la respuesta inmunológica , pues evita la hipersensibilidad de la misma por parte de los linfocitos T, lo que es de vital importancia en las enfermedades autoinmunes. También ayuda a prevenir enfermedades inflamatorias, cardiovasculares y algunos tipos de cánceres como el de mama y próstata.

La vitamina D activa actúa como una hormona y está involucrada en la modificación y reparación del material genético y en la regulación del sistema cardiovascular . Interviene además en la secreción de insulina a través del calcitriol (forma activa de la vitamina D3 que incrementa la absorción de calcio a nivel instestinal, la mineralización ósea y la reabsorción del mismo a nivel renal).

Puede prevenir trastornos mentales. De hecho, «los estudios están demostrando que la vitamina D podría contrarrestar la insuficiencia de algunos neurotransmisores de nuestro organismo, como la serotonina y la dopamina, disminuyendo la sintomatología depresiva », manifiesta. Esto se debe a que en el cerebro se encuentran los responsables de la activación de esta sustancia.

En riesgo de carencia

  • Bebés amamantando, porque la leche humana no es buena fuente de vitamina D

  • Mayores, pues su piel no produce la misma cantidad de dicha sustancia al tomar el sol y sus riñones son menos capaces de convertirla en su forma activa

  • Personas de piel oscura, ya que tienen menos capacidad para producirla

  • Aquellos con la enfermedad de Crohn o celíacos, porque no absorben la grasa correctamente y esta vitamina necesita de ello para ser asimilada

  • Personas con obesidad, pues su grasa corporal impide que esta vitamina entre en la sangre

  • Individuos con bypass gástrico, osteoporosis, enfermedad renal o hepática crónica e hiperparatiroidismo

  • Aquellos que padecen sarcoidosis, tuberculosis, histoplasmosis o algunos tipos de linfomas

  • Personas que toman colestiramia, anticonvulsivos, glucocorticoides, antimicóticos u otros contra el VIH

Se habla de carencia de vitamina D –expone Bosh– cuando sus valores se encuentran por debajo de 20 y 30 ng/ml. La doctora Clotilde Vázquez, jefa del Departamento de Endocrinología y Nutrición de los Hospitales Públicos gestionados por Quirón Salud en Madrid, señala que el déficit de esta sustancia puede tener consecuencias en nuestro organismo como la disminución en la absorción de calcio . El problema es que nuestro cuerpo entonces tendría que usar las reservas de calcio almacenadas y este es un mineral que tiene que mantenerse en unos niveles estables, porque su descenso puede provocar la muerte.

El déficit de esta sustancia también conlleva una desmineralización, es decir, una osteoporosis y riesgo de fracturas en adultos y raquitismo en niños . Además, «se ha visto la correlación entre los niveles bajos de vitamina D y el riesgo de deterioro cognitivo incluyendo pérdidas de memoria», apunta Bosh.

Los meses más críticos para poder alcanzar las dosis recomendadas de esta vitamina son de noviembre a febrero . Bosh explica que a pesar de que en primavera y verano es suficiente con tomar el sol 10 minutos al día, durante esta época habría que alargar esta exposición a 30 minutos , recordando remangarnos para que nos dé la luz también en los brazos. Esto es importante pues mediante la exposición solar absorbemos un 80-90%. Gimeno recuerda que el uso de protección solar reduce significativamente la producción de dicha sustancia. Con la alimentación podemos conseguir entre el 10-20% que, aunque es un porcentaje bajo, en otoño e invierno puede ser de gran ayuda.

Alimentos ricos en vitamina D

  • Yema de huevo

  • Pescado azul: anchoas, boquerón, sardinas, salmón, atún, caballa, bonito, dorada...

  • Marisco: gambas, langostinos, almejas, ostras...

  • Lácteos no desnatados

  • Mantequilla

  • Casquería: hígado de ternera y conejo

  • Setas

La cantidad recomendada de vitamina D varía según la edad y oscila desde 400 UI (Unidad Internacional) en bebés menores de un año, hasta 800 UI en personas mayores. Otra forma de obtener esta sustancia, en el caso de tener carencia, sería a través de suplementos nutricionales, siempre consultando previamente con nuestro médico.

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