Nutrición
Dime de qué tienes hambre y te diré lo que te pasa
Podemos tener hambre celular, hambre estomacal, hambre visual... e incluso hambre del corazón
Si no sabemos distinguir bien el hambre que sentimos, podemos terminar por depender de la comida
Cuando se acerca la hora de comer o de cenar, o incluso a media mañana o a media tarde la sensación de tener hambre nos resulta bastante común, pero no siempre sabemos cuándo realmente tenemos hambre... o de qué tenemos hambre.
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«Es fundamental que ... alimentemos todos nuestros sentidos de diferentes maneras» , explica la dietista-nutricionista Fran Sabal. «¿Has escuchado la famosa frase 'la comida entra por los ojos'? Esto, por ejemplo, refleja la importancia de 'alimentar nuestros ojos', es decir, la importancia del hambre visual. Por ello, decorar nuestros platos de manera bonita y llamativa nos ayudará a saciar este tipo de hambre», pone como ejemplo.
Siete tipos de hambre
Pero además de la visual existen otros tipos de hambre, como recoge en sus investigaciones Jan Chozen Bay, referente en el campo del «mindful eating» (comer con consciencia). Para Chozen Bay, según nos recuerda Fran Sabal, existen siete tipos de hambre que podemos experimentar:
1. Hambre visual: «Los ojos tienen más poder que nuestra boca, y solo con leer una receta o ver una imagen, se nos activan las glándulas salivares dando lugar a esta hambre».
2. Hambre olfativa: «Es el deseo de nuestro sentido del olfato por percibir olores que nos despierten el apetito y que nos transmitan una sensación agradable de los platos que nos vayamos a comer».
3. Hambre bucal: «Es el deseo de nuestra boca de sensaciones placenteras y varía en cada persona por factores genéticos».
4. Hambre estomacal: «Muchas veces aparece ya que el estómago está condicionado por nuestros hábitos y horarios, por lo tanto, en función de nuestra rutina y estilo de vida aparecerá de forma más o menos constante».
5. Hambre celular: «Se conoce como el "hambre real", y aprender a escucharla es la clave para tener una relación saludable con la comida, ya que nuestro cuerpo nos comunica lo que necesita mediante sensaciones».
6. Hambre mental: «Debido a que estamos condicionados por lo que nos rodea, la mente, que siempre se está desafiando a sí misma, nunca se sacia y siempre busca más y más información. Solo nuestro foco en el presente puede saciar este tipo de hambre».
7. Hambre de corazón: «Hay momentos en los que para deshacernos de sensaciones incómodas recurrimos a la comida, cuando lo que realmente necesitamos es amor y aceptación».
Aunque hablemos de muchos tipos de hambre, el que normalmente nos cuesta más controlar es el «hambre real» , por la incapacidad de reconocerla cuando la sentimos. «Aprender a escuchar las señales del cuerpo es clave para tener una relación saludable con la comida, y esto hay que hacerlo trabajando el estar presente a la hora de comer, para poder saber realmente cómo nos sentimos», apunta Fran Sabal, que añade que solo los alimentos reales son los que nos quitan el hambre celular, «como las proteínas, grasas saludables e hidratos de carbono en su manera natural, no procesada ni refinada».
¿Cómo distinguir el «hambre real»?
El problema que surge cuando no sabemos distinguir qué tipo de hambre tenemos,y cómo paliarla es que tendemos a decantarnos por los alimentos ultraprocesados y, por consiguiente, terminamos por desarrollar una dependencia con la comida . «Cuando somos pequeños comemos porque nuestro cuerpo nos lo pide, pero con el paso del tiempo, la comida en nuestra sociedad va tomando otros roles y le damos una responsabilidad que no le corresponde como, por ejemplo, la de hacernos sentir mejor», explica Fran Sabal.
Explica entonces que, cuando estamos tristes, ansiosos y estresados, por mucho que sigamos comiendo, lo único que vamos a conseguir es «anestesiarnos de forma puntual» y desarrollar otros problemas. «En esos momentos la comida provoca la misma reacción en nuestro cerebro que las drogas, por lo que se convierte en algo imprescindible a lo que además se puede recurrir de forma fácil cuando queremos», dice.
Además, no solo desarrollamos una «adicción» a estos alimentos sino que, hablamos de productos con altos porcentajes de azúcares refinados, grasas trans , conservantes, etc., «muy nocivos para nuestra salud y cuyo consumo puede derivar en enfermedades cardiovasculares y degenerativas».
«La comida ultraprocesada provoca la misma reacción en nuestro cerebro ue las drogas, por loq ue se convierte en algo imprescindible»
Fran Sabal
Para terminar, la nutricionista deja un consejos clave para poder no solo identificar mejor el hambre que sentimos, sino para dejar de depender de la comida en situaciones donde no debería cumplir un papel fundamental : «Para sanar nuestra relación con la comida, hay que saber que su papel fundamental es alimentarnos. Hay que aprender que, para gestionar nuestras emociones no debemos comer, sino aceptarlas y escuchar el mensaje que tiene para nosotros».