Alimentación
Cómo saber si (de verdad) soy intolerante a la lactosa
Los síntomas de intolerancia a la lactosa dependen, básicamente, de la cantidad de lactosa que se tome y de la actividad de lactasa intestinal que exista
M. González
Es el primer alimento que tomamos cuando nacemos, pero en la niñez no acaba su uso, sino que la leche continúa siendo parte de nuestra alimentación prácticamente toda la vida ya que los lácteos aportan proteínas de alto valor biológico, grasa, vitaminas, lactosa y calcio ... . Hay quienes la prefieren entera o desnatada y otros, además, se decantan por la sin lactosa , bien porque les gusta más o porque directamente «les sienta mejor». ¿Por qué sucede esto último?
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La lactosa es la encargada de dar ese sabor dulce a la leche y se trata de una buena fuente de energía . Cuando en un tetrabrik de leche se puede leer «sin lactosa» quiere decir que cada 100 ml de este producto contienen 5 gramos de lactosa. «Este contenido de lactosa es básicamente el mismo en la leche entera como en la desnatada , independientemente de si es de vaca, oveja o cabra», dice el Dr. Francesc Casellas, del Servicio de Digestivo del Hospital Universitario Vall d’Hebron, Barcelona.
Síntomas
Y aunque hay quien toma los lácteos sin lactosa desde siempre, otra gran mayoría de la población comienza a tomarlos pasados los años porque comienzan a notar los primeros síntomas, como dolor abdominal o flatulencias, entre otros.
Cuentan desde la FEAD (Fundación Española del Aparato Digestivo) que cuando tomamos lactosa, ésta es degradada en el intestino gracias a una enzima llamada lactasa: «Esta enzima desdobla la lactosa en dos azúcares sencillos, la glucosa y la galactosa . Estos dos azúcares son eficazmente absorbidos en el intestino delgado».
¿Qué ocurre, entonces, cuando decimos que somos intolerantes? Que nuestra producción de lactasa es insuficiente y cuando se toma lactosa ésta no se podrá absorber en el intestino. «Esta situación, conocida como malabsorción de lactosa , provoca la aparición de síntomas , que se conocen como intolerancia a la lactosa», dicen los expertos de la FEAD.
La producción insuficiente de lactasa puede aparecer en tres situaciones distintas. Por un lado existe el déficit primario congénito de lactasa, en el que de una forma heredada existe la ausencia absoluta de lactasa desde los primeros días de vida. Por otro lado existe el déficit secundario de lactasa, que ocurre cuando a consecuencia de una enfermedad intestinal se pierde temporalmente la capacidad de producir lactasa. Sin embargo, la causa más frecuente es el déficit primario adquirido de lactasa , en el que la lactasa se expresa correctamente desde el nacimiento, pero a partir de la infancia se produce una disminución de la actividad de la lactasa.
Los síntomas de intolerancia a la lactosa dependen, básicamente, de la cantidad de lactosa que se tome y de la actividad de lactasa intestinal que exista. Si se ingiere más lactosa de la que puede digerir el intestino se desencadenarán los síntomas. Las personas que intoleran la lactosa refieren diarrea, dolor abdominal, distensión abdominal , flatulencia , borborigmos, etc. «La mayoría de adultos con deficiencia de lactasa mantienen cierta actividad residual, que suele permitir la ingesta de ciertas cantidades de lactosa», cuentan desde la FEAD (Fundación Española del Aparato Digestivo).
Diagnóstico
Teniendo en cuenta los síntomas que produce el consumo de lactosa, ya nos podemos hacer una idea de que algo no va bien. No obstante, para confirmar la sospecha, los expertos aconsejan, entre otros, un test de la gaxilosa en orina, la prueba de la tolerancia a la lactosa o el análisis de biopsias de duodeno, aunque la más difundida es el test del aliento de hidrógeno .
«La prueba del test del aliento de hidrógeno consiste en la medida del hidrógeno exhalado en el aliento después de tomar una cantidad preestablecida de leche o lactosa. Si la excreción de hidrógeno en aliento aumenta, se traduce en una mala digestión de la lactosa», dicen los expertos de la FEAD.
Soy intolerante a la lactosa, ¿qué hago?
Si hay malabsorción de lactosa no será necesario tratamiento, y tampoco la exclusión completa de los lácteos. El Dr. Francesc Casellas explica que el tratamiento de la intolerancia a la lactosa consiste en la reducción de la ingesta de lactosa hasta cantidades que no provoquen síntomas: «Todos los pacientes con malabsorción de lactosa toleran hasta 10 gramos de lactosa en una toma, por lo que no es necesario desprenderse de toda ella».
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