María José Solano
Treinta Segundos sobre Tokio
Los bibliópatas son fácilmente reconocibles: llegan con paso decidido, examinan los puestos con mirada quirúrgica y, en cuestión de minutos, desaparecen cargados de bolsas
María José Solano
Los bibliópatas son fácilmente reconocibles: llegan con paso decidido, examinan los puestos con mirada quirúrgica y, en cuestión de minutos, desaparecen cargados de bolsas
María José Solano
El recuerdo del jabón se quedó arrumbado en rincones de archivo y en palabras viejas
María José Solano
Siempre con lo mínimo, siempre con libros amontonados y algún gato vigilándolo desde la mesa. Dormía poco, escribía de noche
María José Solano
«Ese es mi héroe: el que existe sólo en la distancia que lo separa de quien le ama. Esa, mi heroína, se llame Penélope, Circe o Nausicaa, pues siempre es la misma mujer; la que sostiene a base de silencios el peso del mundo»
María José Solano
Con lo que le costó traer todo aquello: el maíz, el oro, el espanto de tanta grandeza...
María José Solano
Me temo que esta 'youtubera' no exhibió la autenticidad que pretendía, sino una correa en el cuello
María José Solano
No todo pasado fue mejor, pero tal vez sí más humano en su sonoridad
María José Solano
«El prodigio que iba a demostrar al mundo que aquel país oscuro también podía engendrar genios»
Al final, Alatriste no escribió su historia. La vivió. Y su destino quedó sellado en lugares donde el barro y el acero aún susurran su nombre
María José Solano
Bebamos, que con la que está cayendo al menos podremos emborracharnos mientras nos da la risa floja
María José Solano
El altramuz, además, tiene algo de resistencia cultural. Es barato, viene de lejos y sigue en su sitio, en la barra
María José Solano
Santorini es apenas una máscara, un disfraz turístico. Está usted en Thera
María José Solano
España no se entiende sin su señora friendo huevos y sin su jabalí greco-bangladesí