El Atlético sufre para seguir soñando

No es casual que el Villarreal esté peleando por entrar en la planta noble de la Liga. Afronta los compromisos desde el atrevimiento, mirando el horizonte, con un puñado de jugadores que tienen muy buen gusto. A pesar de las bajas, contó con gente como Bruno Soriano o Cani, capaces de inventar algo en cada jugada. El partido nació con un ritmo frenético, y en el minuto uno Román ya avisó de las intenciones del conjunto castellonense con un sprint por la banda derecha y pase al área que Alderweireld envió a córner. El defensor belga, que daba el relevo a Miranda, realizó una faena impecable, siempre atento al corte.

En el siguiente parpadeo Diego Ribas empalmó un saque de esquina lanzado por Koke, típica jugada ensayada, pero el balón salió por encima del larguero. Fue una puesta en escena de toma y daca hasta que el choque se desequilibró por la aparición de dos especialistas en una acción que se está convirtiendo en una tortura para todos sus rivales. Koke botó un nuevo córner y Raúl García cabeceó a gol sin necesidad de saltar. Los defensores amarillos reclamaron una falta previa. Quinto gol con la testa de Raúl en esta Liga para un total de 16 en la temporada. El Atlético ha marcado 14 goles de saque de esquina en este curso y no parece que nadie haya inventado una vacuna contra esto.

El gol atemperó los ánimos, en parte porque el Atlético supo tener más el balón en su poder gracias a la aportación de Diego y Koke, y porque el Villarreal no encontró espacios cuando Bruno repartía cartas. Villa, referencia rojiblanca en vanguardia, no estuvo acertado de cara a la portería contraria, pero Simeone le pide algo más que no suele puntuar en su valoración pública: es el primer dique de su equipo, y recorre kilómetros solo en este sacrificio defensivo.

El asturiano protagonizó las dos primeras jugadas de peligro en la reanudación, con un tiro desde dentro del área que atrapó bien Asenjo y una aproximación al galope que obligó al portero a salir lejos de sus dominios para despejar de forma acrobática. Movió el banquillo Simeone con dos tercios del encuentro consumidos y sentó precisamente a Villa, vacío por el esfuerzo, y a Cristian Rodríguez, también un punto desencajado.

Adrián tuvo media hora por delante para tratar de recordar un poco al jugador que fue (sin conseguirlo, aunque logró retener la pelota y ganar tiempo), y Tiago compareció para tapar algunas vías de agua. En uno de los pocos despistes de Alderweireld, Perbet puso un nudo en la garganta al graderío con un disparo que se marchó alto por poco. No perdió la compostura el Villarreal, aunque sus pacientes combinaciones no culminaron en remates francos.

El último tramo fue, con todo, muy inquietante para el Atlético, por muy experto que sea en gestionar situaciones numantinas. La tragedia rondó a Courtois en un balón desviado por Alderwireld que salió rozando el poste. Su fe mueve montañas , y en esta ocasión -como en tantas otras- le valió una renta escasa.