JORNADA 19
Atlético y Barcelona aún caminan juntos tras un duelo intenso, pero sin goles
Pasión rojiblanca y control azulgrana en un choque ganado por las defensas y que deja al Barça como campeón de invierno
MIGUEL ÁNGEL BARROSO
Los siameses de la parte alta de la Liga no se separaron con este pulso que prometía tanto. El Barcelona es campeón de invierno después de empatar en el Calderón ante el sorprendente Atlético, que atesora al final de la primera vuelta la friolera de ... 50 puntos, los mismos que los azulgranas. Una cosecha de locos que les permite soñar, aunque ante los micrófonos siga sonando la cantinela del «partido a partido». En este ejercicio concreto fue a veces mejor y otras veces peor que su rival, lo que deja las cosas como estaban, aunque el Real Madrid no opine lo mismo. El Barça, por su parte, no exhibió el músculo de las últimas jornadas. Curioso que este duelo que históricamente ha sido bendecido con sacos de goles acabara con un cero a cero en el marcador. [Así lo hemos contado]
Martino dejó en el banquillo a sus dos grandes estrellas, Messi y Neymar, en una mezcla de táctica —cansar al rival y rematarlo con el talento de refresco— y exhibición de opulencia. Simeone diría que el Barça puede permitírselo. Pero de inicio no hubo masticación ni tanteo. La propuesta pausada del Barcelona fue contestada de inmediato por la presión y verticalidad del Atlético, que dio el primer susto en el minuto 5 con una jugada de habilidad de Arda, que llegó hasta la línea de fondo y envió un pase de la muerte que casi logra el objetivo en el peligroso rechace de Piqué.
Los rojiblancos trataron de hacer sangre por el flanco derecho, con el turco y Koke relevándose y Diego Costa como estilete, un déjà vu de la pasada Supercopa, pero la concentración de Alba y Mascherano evitó males mayores en esa embestida inicial. A los quince minutos el Barcelona había recompuesto la situación con su juego de combinación coral, y el Atlético aceptó dar dos pasos atrás sin ningún sonrojo.
En realidad, ese era el escenario imaginado con toda probabilidad por los guionistas del partido. Un equipo dominador —aunque excesivamente retórico— y otro aferrado a sus virtudes: la salida al contragolpe y las jugadas a balón parado. En ese decorado Koke juega un papel fundamental por su sociedad con Diego Costa en las contras y con Miranda en los saques de esquina. En un córner el brasileño tocó en el primer palo y el balón viajó al segundo, donde Costa remató forzado y sin precisión. Fue este el último fogonazo local antes de entregar del todo el control a los azulgranas, que llegaron a encerrar al Atlético, pero sin ocasiones claras más allá de un remate de cabeza de Pedro.
La segunda parte arrancó con la amenaza de Messi sobre el campo, el jugador que más daño ha hecho al Atlético. Tardó poco en avisar de sus intenciones con una internada por banda derecha que acabó en córner; al final del lance, el delantero se hizo daño en la rodilla en un choque fortuito con Diego Costa. En apenas unos segundos se vieron dos imágenes grapadas al argentino en los últimos tiempos: el arranque eléctrico y el gesto de dolor. La cosa, por fortuna, no fue a más.
No se rompió Messi, pero sí el partido, ya que el Atlético decidió esperar al Barcelona más arriba. Una pizca más de atrevimiento que produjo algunas aproximaciones interesantes, casi siempre saliendo de las botas de Arda, el mejor de los suyos. Mediado el segundo tiempo Martino pensó que había llegado el momento de sacar toda su artillería, y dio paso a Neymar por un desafortunado Alexis. Quedó la conclusión de la historia para un acto de inspiración o de fe.
Quince minutos de pura pasión, con las pizarras enviadas al desván y Simeone desgañitándose en la banda, exigiendo más presión a los suyos. Fueron, sin duda, los mejores momentos del Atlético, ayudados en su arreón postrero por Raúl García. Un remate suyo en el corazón del área lo empalmó Arda para el lucimiento de Valdés. En la siguiente jugada, Messi caracoleó y lanzó raso para que Courtois hiciera su parte.
No se movió el marcador y con estas tablas el Madrid tiene la oportunidad hoy de apretar todavía más una Liga que, parece que sí, ya no es solo de dos.
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