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28/04/1894
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Periódico BLANCO Y NEGRO MADRID 28-04-1894, portada

  • EdiciónBLANCO Y NEGRO, MADRID
  • Páginas16
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Descripción

ÍC VO ANO IV M A D S I D 28 DE A B R I L DE 1894 NÜM. 156 PAGINAS DEL DOS DE MAYO ir v: -M- 5 j DEFENSA DEL PAEQOE. -CüADBO DE SOEOLLA LEGÓ el instante critico y terrible. Durante él sentí una mano que se apoyaba pesadamente en mi brazo. Al volver los ojos vi una manga verde con galones de capitán. Pertenecia á D. Luis Daoiz, que, herido en la pierna, hacía esfuerzos por no caer al suelo y se apoyaba en lo que encontró más cerca. Yo extendí mi brazo al rededor de su cintura, y él, cerrando los puños, elevándolos convulsamente al cielo, apretando los dientes y mordiendo después el pomo de su sable, lanzó una imprecación, una blasfemia que habría hecho desplomar el firmamento si lo de arriba obedeciera á las voces dS abajo. En seguida se habló de capitulación y cesaron los fuegos. El jefe de las fuerzas francesas acercóse á nosotros, y en vez de tratar decorosamente de las condiciones de la rendición, habló á Daoiz de la manera más destemplaba y en términos amenazadores y groseros. Nuestro inmortal artillero pronunció entonces aquellas célebres palabras: ¡Si fuéraú capm, de hablar con viiestro sable, no me trataríais asi! El francés, sin atender á lo que le decía, llamó á los suyos, y en el mismo instante Ya no hay narración posible, porque todo acabó. Los franceses se arrojaron sobre nosotros con empuje formidable. El primero que cayó fué Daoiz, traspasado el pecho á bayonetazos. Retrocedimos precipitadamente hacia el interior del Parque todos los que pudimos, y como aun en aquel trance espantoso quisiera contenernos D. Pedro Velarde, le mató de un pistoletazo por la espalda un oficial enemigo. Muchos fueron implacablemente pasados á ouehillo, pero algunos y yo pudimos escapar, saltando velozmente por entre escombros hasta alcanzar las tapias de la parte más honda, y allí nos dispersamos, huyendo cada cual por donde encontró mejor camino; mientras los franceses, bramando de ira, indicaban con sua alaridos al aterrado vecindario que Monteleón habla quedado por Bonaparte. (B. PÉREZ GALDÓS: J? í J 9 fíe 3i ar 20 y eí S íZe jlfaj o.

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