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Periódico ABC MADRID 17-07-1925, portada
- EdiciónABC, MADRID
- Páginas32
- Fecha de publicación17/07/1925
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MADRÍI 5 Ü 1 A 17 DE lULlO D E 1925 NUMERO SUELTO 10 CENTS. S iu A BC DIARIO ILUSTRADO A Ñ O V I G E SIMOPRIMERO. N. 7.033 S FUNDADO EL i DE JUNIO DE 1905 POR D. TORGOATO LUCA DE TENA i! BUENOS AIRES. PARA LA EXPOSICIÓN DE SEVILLA PRIMERA REUNIÓN CELEBRADA POR EL COMITÉ, A QUIEN EL GOBIERNO HA ENCARGADO LA PREPARACIÓN Y EJECUCIÓN DE LOS TRABAJOS NECESARIOS PARA QUE LA REPÚBLICA ARGENTINA LLEVE A LA E X P O S I C I Ó N IBEROAMERICANA, QUE HA DE REALIZARSE EN SEVILLA, UN F I E L REFLEJO DF. SU GRANDEZA. (F O T O M A N Z A N E R A) iii: i! ii; i: BAIO EL CIELO DE ITALIA. FARINACCI En el reciente Congreso fascista se manifestaron dos tendencias, que, sin disentir sobre la fundamental, que es la soberanía del Estado imponiéndose a todas las aspiraciones de la democracia histórica, pretendían operar en la vida pública con métodos di fcrentes. Los intelectuales del partido, esto es, aquellos elementos de acción tjue se sirven de las ideas como arma de comhatf; consideran cerrado ya el período heroico del fascismo y quieren dar a los prínripins de Gobierno que lo informan una cierta elasticidad que le permita evolucionar, en lo futuro, hacia una democracia intervenida por el Estado. En esa tendenci? militan los Gcntile, los Murri, los Bottai, los Modigliani, los Marsanides y otros muoiios hombres de talento, más preocupa los de crear en Italia una conciencia nuer a que de persistir en el uso de un autoritarismo excesivamente ordenancista que tiene por base la infalibilidad del que manda y el silencio del que obedece. Es natural ue quienes están habituados al libre examen de las ideas y de los hechos repugnen lesa disciplina que los relega, a la condición de lutómatas. Si n definitiva el fascismo no es sino la exaltación del espíritu nacionalista frente al vago internacionalismo politice en que se iba disolviendo la demo- cracia, ¿qué se opone a la conciliación de aquellas dos tendencias en el terreno común del patriotismo? ¿No están los unos y los otros conformes en poner la soberanía de la nación por encima de la soberanía popular, tal como la interpretaban los demócratas revolucionarios? La diversidad de puntos de vista en que se colocan los dos bandos es, pues, más aparente que real. Para Farinacci, secretario general del partido y uno de sus prestigios más notorios, el período de combate no ha concluido aún. Es preciso, pues, si esa fuerza ha de conservar su cohesión y su eficiencia de conquista, que no sufra merma alguna la autoridad del jefe ni se altere la disciplina de las falanges. Mientras los intelectuales creen servir mejor a la causa fascista infundiéndola un contenido ideal, flexible y acomodaticio, que parta siempre de la soberanía de la nación, los otros entienden que, por ahora, la obra del fascismo, de orden meramente práctico, no requiere aquella armadura doctrinal o filosófica con que pretenden elegantizarlo los intelectuales. La propensión de Mussolini a dar la preferencia a lo técnico sobre lo político en la composición del actual Gabinetii, que él preside, dice bien a las claras que el gran estadista está por el momento más cerca de Farinacci que del otro grupo. Y lo más desconcertante es que los unos y los otros tienen razón. Los intelectuales -ostienen que el fascismo no es un partido aristocrático, influí- do únicamente por el espíritu tradicionalista y empeñado en ue prevalezca siempre todo lo que consagro la experiencia histórica sobre lo nuevo y por ensayar. La ai- istocracia, dicen los intelectuales, como idea y como sentido jerárquico, murió el día en que el pueblo francés sobrepuso la idea de nación a la idea de clase. 3i el fascismo desdeña ciertos principios que la democracia tradicional suponía inmortales, eso no significa que el fascismo sea antidemocrático. La democracia histórica, llevando su con- cepto fundamental hasta las últimas consecuencias, había caído en un vacío trágico que le ha sido fatal. El concepto era éste: la libertad entendida como fin social, y, -por consiguiente, como la única misión ética del listado. La aplicación integral de ese principio puso al Estado liberal y democrático en la alternativa de suicidarse, o de renegar de esa doctrina. A ser lógico, y si quería conservar su soberanía y garantir, su existencia, el Estado liberal estaba en el deber de negar la libertad a todo aquel que tuviese como programa o como ideal la destrucción del Estado. Pero negar a cualquiera la libertad de proclamar y de defender las propias ideas era, según la ortodoxia libera negar la libertad de pensamiento, limitando al mismp tiempo el ejercicio de, la libertad individual. El fascismo, en cambio, pone trabas a la libertad de los enemigos del Estado, precaución que, al paso que va la pro-


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