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ABC SEVILLA 02-04-2004 página 7
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ABC SEVILLA 02-04-2004 página 7

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ABC VIERNES 2 4 2004 Opinión 7 JAIME CAMPMANY Maragall busca un nombre para las selecciones deportivas españolas que no sean la de Cataluña. Ya está: las Afueras LAS AFUERAS ESDE hace algún tiempo, los separatistas catalanes, por un lado, y los vascos, por otro, están dando el coñazo con sus selecciones deportivas nacionales. Bueno, ya saben ustedes: Cataluña es una nación, Vasconia es otra, y así. España sería de este modo una nación de naciones, un mosaico de behetrías, repúblicas, condados, señoríos y reinos de taifas y luego, las sobras de todo eso. O sea, el regreso al Medioevo. Se trata de que los separatistas empiecen la separación práctica por la selección nacional de fútbol de Cataluña y del País Vasco. Y luego, que vengan a lo mismo las que quieran unirse al festejo. Acuérdense ustedes de ese catalán, humorista imaginario, que quería hacer participar a los atletas catalanes en los Juegos Olímpicos con la camiseta de Andorra. Bueno, pues por muy disparatado que parezca, eso ya lo tenemos ahí. La Federación Catalana de Hockey sobre patines ha conseguido el reconocimiento oficial de su personalidad jurídica independiente, y si no se remedia el desaguisado participará en los campeonatos europeos desgajada y segregada de la Federación Española. Ahora, con la entrada de los separatistas de Esquerra Republicana en el gobierno de la Generalitat de la mano de los sociatas, crece el coñazo y se hace más estridente y perentorio. Lo que ha sucedido en el hockey quieren los separatistas catalanes de Carod y sus cómplices que se repita en el fútbol, el baloncesto o el atletismo. Si todo eso sale adelante, que todo es posible en Granada, veremos a la selección catalana de fútbol jugando partidos contra las selecciones italiana, francesa o alemana, y si esos encuentros resultan difíciles de organizar, jugarán contra las selecciones de San Marino o de Luxemburgo. El ideal es que Cataluña tenga su Selección Nacional de todo, y que Pasqual Maragall presida desde el palco los acontecimientos deportivos mientras suenan en el estadio los acordes de Els segadors. Según ha explicado Maragall en TV 3, el problema consiste en el nombre que le damos a la selección del resto de España. En Gran Bretaña, por ejemplo, no tienen ese problema, porque la selección de Escocia juega contra la de Inglaterra y todo es correcto. Ah, pero si se enfrenta la selección catalana contra la del resto de España, ¿cómo podríamos llamar a ésta? Ahí está el quid. Como en tantos otros asuntos problemáticos, también aquí aparecen las dudas de nomenclatura. A veces, cuando se da con el nombre, el problema queda matemáticamente resuelto. Confieso que, aunque el idioma castellano es riquísimo, yo todavía estoy buscando un nombre para denominar acertadamente a Carod- Rovira. Cuando lo encuentre, lo comunicaré a ustedes. A la selección nacional (de fútbol, baloncesto, hockey o lo que sea) de lo que quede de España después de segregada Cataluña, ¿cómo podríamos llamarla? Después de hacerme los sesos agua pensando en el trance, se me ocurre un nombre, que lo propongo desde ahora mismo de manera desinteresada y gratuita: las Afueras. España se convertiría en las Afueras de Cataluña. O sea, Selección Nacional de Cataluña contra la Selección Nacional de Sus Afueras. Y que Viva Maragall D CARLOS HERRERA Abril, tan huidizo, soplará desde un rincón sobre el rostro adormecido de los inviernos y Dios, que está en lo suyo, abrirá su capa púrpura de torero para sortear, una vez más, todas las ausencias DOLORES DE VIERNES IENE cortando el cielo de abril una golondrina pálida. Creía yo, qué cosas, que éste era tiempo para salpicar su amor sobre los cercados, pero aún no han entrado los calores esos que suben o bajan desvastando sombras. Los calores de abril. Los dolores de este viernes de anuncio y edicto quieren sacudirse el beso de delgada humedad que le ha dejado un invierno rojo, salivado en sangre, taimado y feroz, pero todavía no pueden. El domingo estrenamos ropa y me coge con este relente sobrecogido: veo venir, desdibujado aún, a un chiquillo con un sol entre las manos escoltando a Dios sobre una burra y no sé si llegará a mi altura empapado de gritos y miedos. Desde que han florecido los almendros, ha nevado más que en los últimos inviernos, joder, y así no hay manera de encontrar en los peldaños borrosos del lenguaje alguna palabra que llevarse a los labios para anunciar los milagros que nos esperan apoyados en la esquina, impacientes y malvestidos. No debe de ser el día porque no doy con una que valga. Perdonen la tristeza: llevo media mañana disparando aullidos desde lo profundo del bosque personal y clandestino en el que amanezco y no hay un solo eco que me haya devuelto la pelota. Será verdad aquello de que si quieres ganar el cielo, primero hay que perderlo. Sé que un crucificado, en esa hora en la que me suben los azules, vadeará los arroyos por los que torrentean las costumbres, las tradiciones, las turbaciones, la Fe, y, antes de que seamos capaces de destapar los osarios de los ángeles, hará que nuestro sueño emprenda un vuelo sin retorno. Ese Dios que entra en Jerusalén aclamado por las palmas de las criaturas, será descendido otro viernes, ante la Quinta Angustia de su madre, bañado en el aceite tierno de la aurora violácea de Sevilla. Y, entrambos, la Pasión, el grito de un milagro recién nacido, la inquieta serenidad de V las cosas bien hechas que va de domingo a domingo, que anticipa el saludo un viernes como hoy y que hace que, siete días después, comprendamos que hay despedidas anticipadas que algún día hay que devolver. Me gusta el júbilo de este día: aunque todavía empapado, se proclama ese tiempo en el que se van aligerando brumas, me azula la espera una inextirpable sonrisa en la cara de mis hijos y empieza a dar la sensación de que el trigo se acuesta en las alas de los vencejos. Tras tanta algarabía, curiosamente, el ruido corre a sus asuntos y sólo se oye, furioso, embravecido, el zumbido de los corazones que se tienen por descreídos y que sucumben ante la fuerza sedosa del rostro de un nazareno. Si algún día las inquietudes cayeran de espaldas y se partieran en silencio, diríamos haberlas visto disiparse anteriormente ante cualquier Paso de Misterio, cuando los ojos pródigos vuelven a su estado original, cuando los cielos prenden con la verdad de abril y el beso de la luz ameriza en los mares de lágrimas transparentes que no se ven y corretean por los adentros. Espero ansioso estos días en los que el tiempo, todo el tiempo de atrás, parece estar cosido a la carne, se adhiere el fuego a los labios, las rosas arden mansamente, como deben, y se vuelve feraz el territorio vegetal en el que crecen los sueños. Una España va a sestear merecidamente mientras que otra se arremanga y mete los brazos en el río caliente de la exaltación. Abril, tan huidizo, soplará desde un rincón sobre el rostro adormecido de los inviernos y Dios, que está en lo suyo, abrirá su capa púrpura de torero para sortear, una vez más, todas las ausencias. A mí me encontrarán en la calle, agazapado tras mí mismo, siguiendo con la mirada el andar cansino de un hombre rumbo al Gólgota. Quedan sólo dos días, y ya puedo palpar cómo me van creciendo las zozobras. www. carlosherrera. com

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