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ABC SEVILLA 31-03-2004 página 8
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ABC SEVILLA 31-03-2004 página 8

  • EdiciónABC, SEVILLA
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8 Opinión MIÉRCOLES 31 3 2004 ABC PALABRAS CRUZADAS UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO LA AMPLIACIÓN DE LA MESA DEL PARLAMENTO A FAVOR Benito Fernández El programa socialista, redactado con la alegría de quien ve lejana la perspectiva de ganar las elecciones, contiene compromisos de gasto prácticamente imposibles de satisfacer sin meter el carro del presupuesto por las piedras del déficit EL CARRO POR LAS PIEDRAS N este mundo la verdad la dicen sólo los niños, los tontos... y algún dirigente político bisoño o a medio foguear. Éste es el caso de José Blanco, secretario de organización del PSOE, antes conocido como Pepiño y en breve adulado como Don José en virtud de la cosecha de votos que, hecatombe mediante, ha coronado las sienes del hombre cuya campaña electoral dirigió con buen pulso. Blanco es gallego, pero no ha ejercido como tal al hablar con claridad tan prístina como ingenua al admitir que el futuro Gobierno va a ser poco escrupuloso si el cumplimiento de sus promesas de gasto social provoca un cierto desequilibrio presupuestario. Vamos, que ya pueden los Solbes, Sebastián y compañía ir por ahí con sus ortodoxas y tranquilizadoras proclamas de economistas de cuello duro; el partido tiene claro que se acabó el déficit cero, milonga de neoliberales y demás arúspices del monetarismo. Es evidente que el programa socialista, redactado con la alegría de quien ve lejana la perspectiva de ganar las elecciones, contiene compromisos de gasto prácticamente imposibles de satisfacer sin meter el carro del presupuesto por las piedras del déficit. A Rodríguez Zapatero le ha ocurrido lo que a aquel aspirante a senador que encarnaba Robert Redford en El candidato se ha encontrado con una victoria inesperada y la obligación de cumplir al menos parte de lo prometido. Lo malo es que, puesto a prometer, prometió cosas por completo contradictorias, como mantener el equilibrio financiero del Estado y al mismo tiempo incrementar los programas sociales. Ahora tiene que optar por dejarse alguna promesa en el camino, y está claro que unas dan votos y otras no. Se admiten apuestas sobre cuáles van a ser las olvidadas. La paradoja, favorable para Zapatero, es que el criticado déficit cero impuesto por las manos férreas de Rato y Montoro le deja al PSOE las arcas con holgados hallares, y le va a permitir al Gobierno entrante O es un asunto que me entusiasme, pero me parece que existenten precedentes en la Cámara andaluza de anteriores ampliaciones para lograr que buena parte de los grupos estén presentes en dicha Mesa y, en esta ocasión ¿por qué no? Creo que la institución parlamentaria debe basarse en el consenso entre los diferentes partidos que la componen y que ninguno de ellos, pese a haber logrado mayoría absoluta, debe imponer sus tesis en plan rodillo. Por ello creo que en estos primeros contactos para dilucidar la composición de los órganos de gobierno de la Cámara se tenía que ser bastante más espléndido y no andar con racanerías. Además, digo yo que esta Mesa, que conlleva entre sus miembros algunas canongías como la de coche oficial, chófer y despacho, debe reflejar sin cortapisas a la representación popular. El presidente, claro está debe de ser del PSOE y así será elegida Mar Moreno, las vicepresidencias deberán corresponder al PSOE y al PP, y las vocalías a Izquierda Unida y al Partido Andalucista. Bajo este supuesto, bastaría con cinco miembros, pero está claro que ningún partido de la oposición se conforma con un sólo representante, así que más vale darles gusto y ampliarla a siete ¿Qué más nos da? N E EN CONTRA Marta Carrasco S OY consciente de que en el Parlamento reposa la representación de todos los andaluces que formamos parte de esta Comunidad. Así lo hemos votado. Sin embargo, debería estudiarse con exquisito cuidado plantear la ampliación de la Mesa del Parlamento de Andalucía en razón a las necesidades reales que se esperan. Porque ampliar por ampliar, para que todo el mundo tenga su silloncito más decorado que el que tiene cualquier diputado raso, pues mire usted, no. Que hay mucho gasto en la Comunidad Autónoma, muchas cosas en las que utilizar el dinero más que en despachos, coches y otros servicios ampliados de personas que luego van a tener escaso cometido. Si hasta ahora la Mesa del Parlamento ha funcionado bien, su ampliación entonces no radica en necesidades imperiosas reales, sino en quedar bien con los más posibles y para eso no se ha votado. Que se hagan los pactos necesarios y que queden contentos cuantos más mejor en razón, sobre todo, a los votos obtenidos por el deseo de los ciudadanos y a la necesidad de trabajo. Nada más. Falacias de poder fáctico a las novelas del XIX, porque esto es real, y hay que cuidar del dinero de los ciudadanos que es del que se nutre el Parlamento. tirar algunos cohetes populistas y electoralmente rentables. Pero esa despensa suele durar poco y llegará un momento en que los socialistas tendrán que decidir si prefieren cuadrar las cuentas o embarcarse en una política de deuda. Aquí es donde entra Blanco con sus verdades indiscretas: el gasto tiene prioridad en los primeros años, y ya se equilibrará el déficit al final del mandato. Es decir, justo al revés de lo que aconsejan los manuales, que es ajustar al principio y dar árnica antes de ir a las urnas. Muchos españoles, tantos que en estos momentos son mayoría electoral, creen firmemente que el Estado debe gastar dinero en su bienestar directo, y no ahorrarlo para favorecer un clima económico general expansivo. Ésa es la base del discurso socialdemócrata, que en pura ortodoxia se compensa mediante unos impuestos progresivos y altos. Sucede que, ay, Zapatero también ha prometido no subir la presión fiscal. Y que los círculos cuadrados son tan sólo una aporía retórica. En España, no obstante, hay una tradicional tendencia a pensar que la deuda pública no se paga- no me van a embargar el Ayuntamiento solía decir el ex alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, ejemplo clásico y nítido de esta mentalidad- y que lo importante es hacer cosas, que ya vendrá otro que encuentre el modo de financiarlas. Pero se paga, vaya si se paga, y a veces la factura llega en forma de incremento del desempleo y otras desgracias colectivas que los economistas tienen estudiadas y definidas. Zapatero y los suyos confían en que el ciclo económico les permita ciertas alegrías, pero al final se van a encontrar con un dilema imperecedero: para cuadrar las cuentas, o se reduce el gasto, o se aumentan los ingresos, que en política equivale a subir los impuestos. Claro que siempre queda otra salida, más pragmática y descomplicada: tirar para adelante y dejarle el marrón al que venga después. icamacho abc. es

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