El viejo Madrid que borró del mapa la Gran Vía
La construcción de la avenida implicó el derribo de manzanas de viviendas y la desaparición de antiguas calles

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« ¡Por fin! Podemos ya creer en el hecho de la Gran Vía . Dichosamente, la realidad, esta vez propicia para el Municipio madrileño, disipa para siempre dudas y obstáculos. Madrid comienza la gran reforma urbana del interior, que ha de ser una obra de embellecimiento y de higiene». Las obras de la Gran Vía de Madrid se iniciaban el 4 de abril de 1910 con un fuerte golpe de piqueta que propinó Alfonso XIII a la casa del cura de San José y el pasodoble «Dos de Mayo» del inolvidable Chueca que interpretó la banda municipal.
La arteria central de la capital de España iba a modificar para siempre el plano de la ciudad, barriendo de él para siempre antiguas casas y calles. De Alcalá a Red de San Luis se iba a seguir la antigua calle de San Miguel, aunque ensanchando su trazado, y no se alteraría sustancialmente el entorno pero desde la Red de San Luis a Callao los derribos serían mayores, al absorber buena parte de la calle de Jacometrezo de forma lateral.
Y más considerables aún serían desde Callao a Plaza de España, al abrirse paso sin seguir ninguna calle anterior.
Consciente de la profunda transformación que emprendía la ciudad, ABC quiso reseñar con detalle la historia de aquellas calles que se alterarían para siempre. Comenzó así una larga serie de 18 capítulos sobre el pasado de las calles de la Gran Vía que comenzó el 9 de abril de 1910 y se extendió diariamente hasta el 28 del mismo mes. He aquí un sucinto resumen de aquellas previsiones:
La calle de las Torres, entonces del Marqués de Valdeiglesias, sería la primera en experimentar los efectos de la Gran Vía al desaparecer en gran parte. Como en cada calle, el periódico se fijaba en si la calle aparecía en los planos de Texeira y de Espinosa y con qué denominación y explicaba el origen de su nombre. En este caso, surgido a raíz de las elevadas torres que tenía la casa de D. García de Figueroa allí ubicada.
La calle del Caballero de Gracia también iba a experimentar honda transformación. «La plazoleta formada por la confluencia de esta calle con la de San Miguel se llamó en tiempos pasados Plazuela de la Paja porque allí paraban los arrieros que la traían. Se conservaban antecedentes de construcciones particulares desde 1725. Existe en esta calle una fuente del "viaje de la Castellana"», informaba ABC. El periódico contaba a continuación la tradición que explicaba el origen del Oratorio y que se remontaba a tiempos de Felipe II. Según ésta, el licencioso caballero italiano Jacobo Grattis trató de obtener con malas artes los favores amorosos de la hermosa doña Leonor, pero al oír los ecos de la reprobación del cielo, cayó de rodillas arrepentido y fundó allí un convento. «La existencia de Jacobo Grattis no ofrece ningún linaje de duda, pero lo que se cuenta acerca de su juventud licenciosa principia a ponerse en tela de juicio, y en estos últimos años comienza a notarse una reacción en favor de este personaje, cuya vida parece que se deslizó tranquila y cristianamente, sin las leyendas fantásticas que ha forjado la imaginación, quizá con el deseo de tener en Madrid un burlador de mujeres como lo tuvo Sevilla con su Don Juan Tenorio», explicaba ABC, que también dio cuenta de personalidades fallecidas en dicha calle.
La calle de San Jorge , también cambiada por las obras, «se llama así por una pintura que de este santo hubo en una casa que perteneció a la orden militar de Montesa».
La calle de San Miguel , que desapareció, se suponía que se llamaba así porque en ella existió un humilladero con imágenes de San Hermenegildo y San Miguel.
La Calle de la Reina tenía una historia más curiosa. El periódico contaba que según la tradición desde allí presenció la reina doña Margarita de Austria la procesión al Santo Cristo de la Paciencia y que allí probó las pequeñas tortas de un confitero que quedaron bautizadas como «paciencias». En esta calle se encontraba el Colegio de la Presentación, conocido con el nombre de Niñas de Leganés, que fundó Andrés Spínola en 1630.
La calle del Clavel, llamada así por los claveles que regaló una religiosa a Margarita de Austria y que sirvieron de compromiso para que el arzobispo y el alcalde cedieran terreno para ampliar el convento de Concepcionistas Descalzas que allí había. ABC informaba además de que allí estuvo la Asociación de Escritores y Artistas y de las personalidades que vivieron en dicha calle, que quedó cortada en gran parte con la construcción de la Gran Vía.
De la calle Montera. solo la casa número 53 caería para la realización de la Gran Vía . A la parte comprendida entre la iglesia y su final se le denominaba Red de San Luis. Del origen de su nombre había diferentes versiones que recogió el periódico, así como que en ella falleció Manuel Bretón de los Herreros. «La Gran Vía, sobre dar gran importancia a la calle de la Montera, la despejará de algo que le da mucho carácter, aunque no ciertamente belleza. Nos referimos al edificio que la hae frente, que la corta en el centro para dar origen a dos calles: la de Fuencarral y la de Hortaleza. Nos referimos a la casa llamada de Astrarena », reseñaba.
La calle de Hortaleza perdería sus casas números 2, 4, 6, 8, 12 y 5. Informaba de que este antiguo camino de Hortaleza conservaba antecedentes de construcciones particulares desde 1683 y se detenía a explicar la historia del convento de las Recogidas y de la Escuela Pía de San Antón.
De la calle de Fuencarral desaparecían las casas números 1, 2, 3, 4, 5 y 7. Contaba que en esos terrenos en otro tiempo se criaban gamos y jabalíes y que antiguamente terminaba en la glorieta de Bilbao, donde existió la puerta de este nombre, llamada también de los Pozos. El historial incluía al Tribunal de Cuentas y hasta reseñaba los crímenes ocurridos en la citada calle.
De la calle del Desengaño se derribaban las casas números 1,2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 11, 13, 15 y 17. De esta vía, que conserva su nombre desde el siglo XVII, se contaban diversas historias y leyendas que recogió el periódico en 1910. Y de la travesía del Desengaño desaparecían tres casas, las de los números 4, 5 y 6.
De la calle de los Leones caerían las casas números 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12. La vía se llamaba así porque en ella estuvieron expuestos dos leones que trajeron unos extranjeros para lucrarse con las entradas que cobraban al público para verlos. ABC relató el episodio que sufrió un franciscano allí y que en un sótano se reunían los célebres ladorens Candelas, Balseiro y Paco el Sastre.
La calle de Hilario Peñasco, donde antiguamente se establecieron carbonerías , perdería las casas números 1, 3, 5, 6, 7, 8 y 9.
La calle de Jacometrezo prácticamente desapareció ya que perdió todas las casas de número impar hasta el 59 y de par hasta el 80. ABC reseñó la historia del escultor Jacome Trezzo del que tomó su nombre.
De la calle de Hita, donde antiguamente tuvo su quinta Juan de Hita , jefe de la Santa Hermandad, desaparecieron las casas números 1,3,4,5,6, 7,8,9 y 11.
La calle de las Tres Cruces, donde existieron tres cruces que recordaban la ejecución y quema de tres herejes , perdería los números 8 y 10.
La calle de la Salud, así llamada porque sus habitantes se libraron de una epidemia en tiempos de los Reyes Católicos , daría a la Gran Vía los números 17 y 19.
La calle de Chinchilla, donde tuvo su casa el alcalde Francisco Chinchilla , perdería los números 9 y 11.
De la calle de la Abada, cuyo nombre hace referencia a un rinoceronte hembra que trajeron unos cazadores portugueses , desaparecerían los números 22, 24, 26, 28 y 30.
La calle de Jacinto, en donde hubo una casa propiedad del Hospital de San Jacinto que tenía una efigie en su fachada, perdería las casas de sus números 1 y 3.
De la calle del Carmen, llamada así por el convento cuya historia recogió ABC , desaparecerían los números 40 y 42.
La travesía de Moriana , que formaba plazoleta, perdería las casas 2 duplicado y 4. En el historial de ABC se contaba que había sido cedida por el conde de Moriana y la tradición por la que se dio en llamar de la Verónica .
La calle de Tudescos, llamada así como los jesuitas llegados de Flandes que educaban en el colegio que allí había, se vería francamente mermada con la pérdida de los números 13, 15, 16, 17, 18, ,19, 22, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36 y 37. En ese colegio cayó mortalmente enfermo Lope de Vega en 1635.
De la calle de Silva, donde antiguamente vivieron los nobles García y Juan de Silva , caerían las casas 11,13, 14, 15, 16, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29 y 30.
La calle de San Bernardo, cuya historia y principales edificios destacó el periódico, perdería los números 8, 12, 13, 14, 15 y 17.
De la calle de Ceres, que se había llamado de la Justa y del Pozo, desaparecerían las casas de los números 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 11, 13, 15, 22 y 26.
A la Travesía de Altamira se le derribaría la casa número 4.
La calle de Peralta, por donde vivió el acaudalaro caballero Alonso de Peralta, daría sus casas números 3, 5 y 6.
La de la Flor Alta perdería los números 1, 3, 7 y 9 y la de la Flor Baja los 2, 4, 6, 8, 12, 14, 16, 18, 20, 22, 26 y 28. La calle tomó su nombre de los jardines de la casa de recreo de Don García de Barriovero de Peralta .
De la calle de Federico Balart, que poco antes se había llamado de la Garduña , desaparecerían los número 1 duplicado, 3, 5 y 6.
La calle de la Parada, donde se hallaba la parada de las aguas que llegaban de un molino de más arriba, perdería las casas de los números 2, 3, 5, 7, 9, 11 y 15.
La plaza de los Mostenses, sin embargo, solo sacrificaría la casa número 24. ABC recogió diversos datos sobre su historia y su mercado.
La calle del Rosal se quedaría sin la casa número 3.
La de Isabel la Católica, a la que también se denominó del Espíritu Santo y de María Cristina , perdería las casas de los números 18, 20, 23 duplicado, 25, 27, 29, 33 y 34. De ella contaba Mesonero Romanos que en el número 4 estuvo la cárcel de la Inquisición hasta 1820.
La Travesía del Conservatorio, anteriormente llamada de la Escuadra y por corruptela, de la Cuadra , y donde se instaló el Conservatorio de Música, se quedaría sin los números 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 17.
De la calle de Eguiluz, donde vivió el presidente del Consejo de Indias y después de las Órdenes don Joaquín Carrillo de Eguiluz , desaparecerían las casas números 1, 2, 3, 4, 6, 8 y 10.
La calle de Santa Margarita, que tuvo un convento en cuya fachada había una imagen de Santa Margarita de Cortona , daría sus casas números 3, 5 y 7.
De la calle de los Reyes, donde, entre otras tradiciones, se decía que se labraron las estatuas de los reyes que se colocaron después en lo alto de la balaustrada del Palacio Real, desaparecerían los números 20, 22, 24 y 29.
La calle de San Cipriano perdería las casas números 4, 5, 7 y 10y finalmente de la calle de Leganitos caerían los números 36, 38, 40 y 42 y de la plaza, los números 3 y 4. El último «Historial de calles» que publicó ABC en 1910 dio una prolija referencia sobre los principales hitos de esta calle cuyo nombre decía que venía del árabe «algannet» que significaba «las huertas».
José del Corral contaba en su libro sobre «Otras curiosidades de Madrid» que «todas esas callejas, dejando aparte la de Jacometrezo y quizá la de Tudescos, carecían de edificios importantes y de casas ilustres y también de recuerdos dignos de mención».
«Buena parte de lo que desapareció eran lugares invadidos por gentes de mal vivir provenientes de los peores estratos. En este aspecto, la apertura de la Gran Vía realizó una limpieza de una extensa zona de la ciudad y de barrios poblados por una población nada deseable, con una única excepción lamentable, la pérdida de la iglesia, pequeña y bella, del colegio de las Niñas de Leganés, lamentable pérdida irrecuperable y dolorosa», destacaba el cronista de la Villa.