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El único vestigio de un desaparecido cuadro de Picasso

Durante su primera estancia en Horta, con apenas 16 años, pintó «Un patio de una casa de Aragón» que presentó a la Exposición de Bellas Artes de 1899. La versión cómica que Xaudaró publicó en «Blanco y Negro» es cuanto queda de aquella imagen

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Picasso (1881-1973) le puso por título «Un patio de una casa de Aragón», pero al dibujante Joaquín Xaudaró aquella escena de un campesino cortando leña ante los rezos de una mujer le recordó más bien a una decapitación. De ahí que bajo su particular versión del cuadro que publicó el 13 de mayo de 1899 en la revista «Blanco y Negro» se añadieran al pie estos satíricos versos: «Con equidad y limpieza, y asco y economía, ¡ay madre del alma mía! te cortaré la cabeza».

De las 997 pinturas que se presentaron a la Exposición General de Bellas Artes de 1899, Xaudaró escogió veintiuna para su particular «exposición cómica», entre ellas el «Amor vencido» de Cecilio Plá, que obtendría la tercera medalla en la Exposition Universelle de París de 1900, el «Éxtasis» (novicio al pie de la cruz) de Santiago Rusiñol

o un retrato del duque de Bailén de Salvador Martínez Cubells.

Y con ninguno de los artistas tuvo compasión este humorista, contratado un año antes por Torcuato Luca de Tena para trabajar en «Blanco y Negro». «¡Ya no lo haré más!», prometía el protagonista de Plá y «¡Estoy de bacalao hasta aquí!», decía el novicio de Rusiñol al pie de un pescado mientras que al duque de Martínez Cubells le asomaban las costillas de su anatomía a modo de uniforme.

El dibujo caricaturesco de Xaudaró es actualmente el único vestigio visual de aquel cuadro del joven Pablo Ruiz Picasso que, según el catálogo de la exposición, medía 1,98 metros de alto por 2,50 metros de ancho y figuraba con el número 716 de las obras presentadas. En dicho catálogo figura que el artista malagueño residía por aquel entonces en Barcelona, pero había pintado ese patio aragonés a 200 kilómetros de la capital catalana, en el pequeño pueblo de Horta del Ebro, hoy llamado Horta de San Juan.

Página del catálogo de la Exposición de Bellas Artes de 1899

Tras enfermar de escarlatina durante su estancia en Madrid, su amigo Manuel Pallarés le invitó a pasar las vacaciones estivales en la casa que su familia tenía en el pueblo. Aquella estancia en Horta se prolongaría desde julio de 1898 a enero del año siguiente y marcaría para siempre la vida y la obra del pintor. «Mis emociones más puras las he experimentado en un gran bosque de España donde, a los dieciséis años, me retiré para pintar», escribiría años después en una carta a Apollinaire.

Después de unas semanas recorriendo el pueblo y los alrededores, dibujando y pintando paisajes y escenas de diversos oficios, los dos amigos decidieron pasar el mes de agosto en Els Ports, una zona boscosa a 16 km del pueblo, según explica el Centro Picasso de Horta. Allí pintaron, dibujaron y vivieron en contacto con la naturaleza, disfrutando de salud y libertad, una experiencia que Picasso no olvidó nunca.

«Todo lo que sé lo aprendí en el pueblo de Pallarés», llegaría a decir Picasso.

Enrique García-Herraiz explica en su estudio «Picasso en Horta (1898-1899): Misterios de Arcadia», publicado en el Archivo Español de Arte en 1997, que durante aquellos intentos meses en Horta el artista pintó dos grandes cuadros para la Exposición General de Bellas Artes. Con «Ciencia y caridad» había logrado una mención honorífica en 1897 y había prometido a su padre que pintaría una gran obra para la de 1899.

Detalle de «Ciencia y caridad», de Picasso
Detalle de «Ciencia y caridad», de Picasso - Álvaro García Pelayo

La primera, «Idilio», la realizó al aire libre durante el verano, pero una tormenta le sorprendió en la montaña antes de que la acabara y se destruyó. De la segunda, García-Herraiz relata que la pintó en la casa de los Pallarés en Horta en los meses siguientes y que por la ficha de inscripción en la Exposición, se sabe que Picasso describió el «asunto» con el sucinto título de «Un patio de una casa de Aragón», «en contraste con la ficha de su participación anterior en la que daba una minuciosa explicación de la composición de 'Ciencia y Caridad'».

«Esto parece sintomático de su menor interés en el segundo intento», apunta el investigador antes de señalar que el autor tasó la obra en 2.000 pesetas al rellenar aquella ficha el 15 de abril de 1899 que firmó con rúbrica.

El cuadro fue distinguido con una mención honorífica en la Exposición de Bellas Artes y posteriormente se envió al Liceo de Málaga, aunque allí no obtuvo ningún reconocimiento. Después se pierde el rastro de esta obra, posteriormente denominada «Costumbres aragonesas».

Foto de Picasso dedicada a Suzanne y Henri Blook en 1904 - Ricardo Canals

A juicio de García-Herraiz, «Picasso advierte que se han burlado de él en la Exposición de Madrid y por eso retiene el cuadro en su estudio para enseñarlo solo a quien él quiera, pero muy pronto después para servirse del lienzo para pintar sobre él nuevas composiciones como apunta Palau (el pintor y poeta Josep Palau i Fabre)».

«Nunca se vuelve a mencionar esta pintura sencillamente porque su creador decidió acabar con ella», añade el investigador, que ve coherente este acto de sacrificio con el cambio del pintor tras su estancia en Horta.

«Era como un sonoro ¡Basta! a los convencionalismos y las mentiras de las exposiciones oficiales y a las presiones e influjos sentimentales que coartaban su libre albedrío y el fluir de su tesoro más rico, su espontaneidad», estima.

García-Herraiz imagina que «de vuelta en Barcelona, Picasso, en la soledad de su estudio, se dispone a tirar por la borda todas las rémoras del academicismo y comienza la liquidación librándose del objeto de su recompensa oficial».

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