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La última condecoración que podría perder Franco: el odio de la República a la Medalla al Trabajo

El 8 de octubre de 1931, Francisco Largo Caballero informó a través de la 'Gazeta de Madrid' de la supresión de este galardón creado tan solo cinco años antes

Franco da un discurso frente a los cadetes de la Academia General de Zaragoza+ info
Franco da un discurso frente a los cadetes de la Academia General de Zaragoza - ABC
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Fue un 18 de julio de 1953, fecha reseñable por rememorar el golpe de Estado de 1936 – una falacia, porque este comenzó en realidad dos días antes–, cuando Francisco Franco recibió la Medalla al Mérito en el Trabajo. El documento de la concesión dejaba sobre blanco que aquella era su recompensa por haber pasado «cuarenta y siete años de servicio sin reposo, en continuada vela, desde el alba al ocaso, combatiendo y gobernando». El dictador la aceptó de buena gana basándose en que le había sido entregada ante «el clamor popular» y porque, era «el primer trabajador de España».

Largo Caballero camina junto a uno de los presidente de la Segunda República, en 1936+ info
Largo Caballero camina junto a uno de los presidente de la Segunda República, en 1936 - ABC

Ahora, casi setenta años después, la Medalla al Mérito en el Trabajo podría ser el enésimo galardón que se le caiga de la pechera a Franco.

Y es que, no han pasado ni dos jornadas desde que el Consejo de Ministros aprobara una reforma en el reglamento que regula la concesión de esta condecoración; una que establece como requisito para obtenerla y lucirla el respeto a las «imprescindibles exigencias democráticas, cívicas y sociales». En la práctica, eso significaría que, a no mucho tardar, personajes como el mismo dictador o Pilar Primo de Rivera podrían ver cómo se borra de su currículum este distintivo creado en 1926.

En todo caso, esta es la enésima vuelta de tuerca de una medalla cuya historia ha estado rodeada de controversia desde el mismo instante en el que fue creada. No en vano fue abolida por la Segunda República en 1926 y permaneció olvidada casi dos décadas.

Abolición por la República

Menos de un lustro se extendió la vida de esta curiosa medalla. El 8 de octubre de 1931, la Segunda República informó a través de la 'Gazeta de Madrid' (el Boletín Oficial del Estado de la época) de su eliminación: «Se decreta la abolición de la condecoración civil denominada Medalla del Trabajo, creada por decreto de 26 de enero de 1926». Con total probabilidad, el haber sido alumbrada durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera la condenó al ostracismo. Aunque el ministro de Trabajo y Previsión, el socialista Francisco Largo Caballero, no fue muy concreto al desvelar las causas de su eliminación.

La 'Gazeta de Madrid' aclaraba que, aunque los ministros sabían que esta medalla había sido creada «con la finalidad de distinguir a quienes hubiesen contribuido al fomento de las empresas industriales de utilidad general y a la propulsión y el auxilio de instituciones sociales», o a aquellos que «hubiesen demostrado constancia en el ejercicio profesional o abnegación con ocasión del trabajo», lo idóneo era acabar con ella. «El Gobierno entiende que, salvo excepciones, cuantos integran la sociedad, movidos por estímulos diversos, han de ser constantes en el esfuerzo, en una u otra profesión», señalaba. Afirmaba, por tanto, «de equidad» y justicia social abolirla «junto a otras tantas condecoraciones civiles».

Bilbao, abril de 1939. Franco da un discurso frente a cientos de personas+ info
Bilbao, abril de 1939. Franco da un discurso frente a cientos de personas - ABC

A pesar de ello, la Segunda República tuvo cintura y decidió mantener «las pensiones que a los titulares de la mencionada Medalla fueron concedidas por haber quedado imposibilitados para el trabajo». A su vez, el Gobierno también aceptaba estudiar la entrega de una pensión de hasta 3.000 pesetas de la época a todo aquel trabajador que quedase incapacitado durante el ejercicio de su profesión. Eso, siempre que el accidente se hubiese sucedido «con motivo de un acto de abnegación en beneficio de importancia para determinada industria o para las personas en ella empleadas». El beneficiario sería el mismo afectado o sus 'derechohabientes'.

La Medalla al Mérito del Trabajo permaneció a un lado hasta 1942. El 28 de marzo de ese año, el ya Boletín Oficial del Estado desveló se renacer de esta guisa: «Consideramos que el trabajo no es una mercancía, sino que constituye uno de los más nobles atributos de jerarquía y honor, y que prestado con heroísmo, desinterés o abnegación, es un servicio a España». Más allá de las frases recargadas que se suponen de un documento oficial, en los años siguientes el Régimen entregó este premio a una infinidad de agraciados. Entre ellos, algunos de los que hoy podrían perderlo: Pilar Primo de Rivera –hermanda del fundador de Falange–, los hermanos Miguel, Fermín y Fernando Rosillo y Ortiz o el mismo Franco.

Foto firmada

Los delegados provinciales de Trabajo solicitaron a Franco permiso para condecorarle en el verano de 1953. Mero protocolo. Como otros tantos medios de comunicación, ABC hizo pública la noticia el 6 de junio de ese mismo año. «Le hicieron el ofrecimiento en sus dos categorías, 'Al mérito' y 'Al sacrificio'», explicaba el periodista. La anécdota del día la protagonizó el «señor Tornell», quien, durante la ceremonia, hizo una curiosa petición al dictador. «Solicitó una cosa: una fotografía firmada del Jefe del Estado para el lugar más destacado del despacho y hogar, que les presida y estimule». Un mes después, aprovechando una efeméride clave para el Régimen como el 18 de julio, el Caudillo recibió su premio.

Franco, junto a su hija Carmen+ info
Franco, junto a su hija Carmen - ABC

Franco, como no podía ser de otra manera, dedicó también unas palabras a los delegados. Más y más ceremonia, vaya. Según dijo, se respiraba todavía la pésima situación económica que vivía España: «Es difícil después de una guerra civil como la que nosotros tuvimos el poder superar las consecuencias de aquella guerra y las equivocaciones de un pasado». Además, incidió en que él no habría cargado contra la lucha de clases si la hubiese consideraodo lícita. «Pero los que estamos en contacto con la vida española, los que tenemos la responsabilidad de conducir a la nación, comprendemos que aquella lucha de clases no solamente era estéril para la Patria, sino que la conducía además a la ruina», añadió.

Sus palabras sirven hoy para ver el lado más estadista de Franco. Y es que, durante el discurso recordó que no había suprimido la lucha de clases para «restablecer el imperio y el poder del dinero, del empresario o de un sector de los contribuyen a la producción de los otros sectores». Su objetivo, o eso esgrimió, había sido «hermanar a estos sectores para hacerles más humanos y establecer un principio de justicia y de Derecho que todos hubieran de respetar». El Jefe del Estado explicó también que «las clases trabajadoras son económica e intelectualmente débiles», y que «por así necesitan del patronato, de la protección y del amparo, en mucha mayor medida que las otras clases».

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