Tres días de trabajo por semana, trajes con calefacción o casas de poliuretano: Así imaginaban hace medio siglo la vida cotidiana de hoy
Algunas de las predicciones que se publicaron en 1971 y 1972 sobre cómo sería la vida cotidiana en el año 2000
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«Las transformaciones que experimentará la Humanidad en las tres próximas décadas serán tan profundas que resulta inevitable la formación de una mentalidad distinta en las nuevas generaciones», se afirmaba en este periódico en 1971 antes de repasar las más interesantes realidades que se creía que formarían parte de la vida cotidiana actual. Aunque en algunas acertaron en su pronóstico, otras predicciones resultan hoy sorprendentes. He aquí una selección de estas previsiones sobre cómo sería la vida cotidiana en el siglo XXI:
Tres días de trabajo por semana. El doctor Günter Sierfarth, de Dusseldorf, defendía en una investigación sobre el futuro que desde 1985 solo se trabajaría tres días por semana. Sostenía que el mayor tiempo libre causaría grandes preocupaciones a los científicos, sobre todo a los psiquiatras, porque muchos no sabrían utilizar de modo razonable su tiempo libre.
La alimentación también se iba a ver modificada en el futuro porque íbamos a obtener «proteínas del petróleo y alimentos a base de algas de mar». «Todo lo más tarde en el año 2000» la esperanza de vida del hombre sería de 90 años, la cirugía sustituiría los órganos gastados por otros de repuesto que funcionaran mejor y las enfermedades cardiacas y la muerte a causa del cáncer habrían sido superadas «para esa época, es decir entre 1985 y el año 2000».
Una burocracia cada vez más extendida. «Debemos esperar la mayoría de los nuevos puestos de trabajo en la Administración del Estado y de las Corporaciones Locales; es decir, en una burocracia cada vez más extendida»
Trajes con calefacción. Una empresa inglesa había creado un vestido que podía calentarse por medio de electricidad. Estaba pensado para las personas mayores o enfermas y también para cazadores, pescadores, marinos, obreros que trabajaban en frigoríficos y en general, para todos los que estaban sometidos profesionalmente a temperaturas bajas. «Los elementos caloríficos consisten en células de níquel-cadmio, forradas de material artificial», que proporcionaban «energía para un periodo de dos a siete horas». Las prendas de vestir, añadía el artículo, podían ser conectadas también a la batería del coche.
+ infoViviendas rápidas de poliuretano. En la Exposición de la Construcción de Essen, La Bayer Leverkusen expuso en la sala especial «Arquitectura Desechable» uno de los alojamientos de urgencia en forma de iglú que tan buen resultado había dado en regiones azotadas por terremotos en Turquía y Perú para alojar a las personas que habían perdido su hogar. Eran casas redondas de espuma de poliuretano. «De ella, mediante el correspondiente progreso y la modificación de la técnica de la construcción del futuro, podrían surgir nuevas zonas residenciales».
Un corazón movido por energía atómica. En aquellos días se había colocado en París por primera vez a una mujer un marcapasos con energía atómica. «El controlador de ritmo atómico funciona sobre la base del plutonio 238. Tiene la ventaja de que suministra energía diez veces más tiempo. El enfermo puede vivir, pues, diez años con este estimulador cardiaco atómico sin ser operado de nuevo». El estimulador cardiaco de larga vida ofrecía además nuevas perspectivas para la creación de un corazón totalmente artificial. «Uno de los colaboradores del Dr. Laurens de París se ocupa ya de la fabricación de un corazón artificial de plástico que funcione de modo enteramente independiente», informaba ABC.
La visión salvada. El nuevo procedimiento expuesto por F. Frankhauser (Berna) con rayos laser para tratar el desprendimiento de retina permitía augurar que en el futuro muchas personas podrían conservar la vista.
Cristales de plástico para las gafas... irrompibles y resistentes a los arañazos. Hacía solo un par de años que la Asociación de Ópticos norteamericana había señalado que el número de lesiones como consecuencia de rotura de los cristales de las gafas hacía necesaria la fabricación de cristales artificiales. En Estados Unidos, la Asociación Nacional de Protección Ocular había conseguido que progresivamente fueran sustituidos los cristales por los nuevos artificiales y se preveía que en tres años el cambio en dicho país sería completo. En un principio se habían previsto para deportistas, niños y para quienes usaban cristales muy gruesos, pero se estaba ampliando para todo el mundo y su uso se estaba extendiendo también en Europa.
Piel térmica para las casas. «Los arquitectos tienen hoy la posibilidad de reducir los gastos de calefacción en las casas empleando, en lugar del revoque convencional, una piel térmica», se señalaba en el reportaje. Estaba formada por placas de espuma de Sytorpor, que llevaba una capa de Dryvit, sujeta con una red de seda de cristal, y podría colocarse sobre la piedra caliza o de arenisca de las paredes. El precio por metro cuadrado se calculaba entre las 500 y 600 pesetas de entonces y mejoraba sensiblemente el aislamiento de las viviendas.
Tubos de luz solar. La General Electric había logrado fabricar en sus laboratorios de Cleveland «un tubo luminoso cuyo espectro corresponde casi enteramente al de la luz solar», decía ABC. Estaba construido de acuerdo con el principio de la descarga de gases y contenía monocloruro de estaño. «La destrucción rápida que se observaba en los electrodos de wolframio no se produce ya al emplearse, por un lado, estaño puro, y por otro, una mezcla de gas sobre cuya composición los expertos de la General Electric guardan silencio, como si se tratara de un "secreto de estado"».
Fin del limpiaparabrisas. Los fabricantes del Triumph-Leyland habían desarrollado un procedimiento nuevo por el cual, mediante vibraciones ultrasónicas, el parabrisas se movía de tal modo que «se sacudía» el agua, el polvo y la suciedad. «Como este movimiento se extienda a todo el parabrisas, en el futuro podremos ahorrarnos las instalaciones para la limpieza de los mismos», creían. Este diseño ese había empleado en el XL 90, «un coche considerado como modelo para el futuro».
Piel congelada. Los trasplantes de piel en las quemaduras de segundo y tercer grado estaban avanzando y se estaba comenzando a emplear piel esterilizada mediante radiaciones, obtenida de pacientes que habían muerto de enfermedades cardiacas. Su resultado era notable si se congelaba a temperaturas muy bajas. «Con ayuda de los vendajes biológicos se alcanzan mejores condiciones para la curación de quemaduras de segundo y tercer grado que con el tratamiento abierto hasta ahora habitual», había señalado en un informe el doctor Bengt Krölof Göteborg. Y este periódico creía que era cuestión de tiempo la creación de bancos de piel congelada y esterilizada. «La piel trasplantada, ciertamente, es rechazada más tarde, pero el empleo de piel congelada retrasa el proceso de rechazo», decía.
+ infoLa «Ciudad parque». El urbanista Hans Aregger defendía que así serían las ciudades del futuro, con diversos barrios habitables, casas y grupos de viviendas, cada uno de ellos con un centro fácilmente accesible. Se decía que una de estas ciudades se iba a levantar en las proximidades de Estocolmo, en la comunidad Jarfalla, y que por sus calles, reservadas a los peatones, no circularía ningún vehículo de motor de galosina. La gente se trasladaría en pequeños autobuses eléctricos con una velocidad máxima de 20 kilómetros por hora.
Test de embarazo. La Organon Inc. West Orange, de Nueva Jersey (Estados Unidos) había desarrollado un procedimiento que en un plazo de dos horas permitía saber si una mujer estaba embarazada. No era difícil suponer el desarrollo que tendrían los test de embarazo en el futuro.
Televisores de usar y tirar. El presidente del Círculo Internacional de Operarios Electrónicos, Leo A. Steipe, había declarado en el Congreso Internacional de Micro-Electrónica celebrado en Munich que para 1980 la fabricación de aparatos electrónicos habría progresado tanto que podrían fabricarse radios de bolsillo y más tarde incluso televisores que duraran lo que sus pilas. «La llamada "electrónica desechable" se habrá convertido en algo corriente para 1980, de modo semejante a lo que sucede hoy con los rotuladores de fieltro, que los tiramos en cuanto se les agota la tinta», señalaba el reportaje.