Los secretos y el duro entrenamiento que convierten al GEO en la élite de la Policía Nacional
El 26 de noviembre de 1996, ABC entrevistó a varios miembros del Grupo Especial de Operaciones; la unidad explicó desde sus pruebas de acceso, hasta el entrenamiento y la especialización de sus agentes
+ info- Compartir
El inspector jefe Juan (sin apellidos, para esquivar posibles represalias por parte de los enemigos del GEO) fue claro cuando habló para el diario ABC a finales de 1996: «Aquí no hay ningún 'Rambo', sencillamente tenemos que estar preparados para desarrollar un trabajo especializado». Modestia a un lado, la realidad es que los agentes del Grupo Especial de Operaciones (la unidad de élite de la Policía Nacional) demostraron aquella jornada a este diario las duras pruebas que debían superar para formar parte de esta unidad, el entrenamiento al que se sometían jornada tras jornada y, por último, su forma de operar en las diferentes intervenciones que acometían. Una información de primera mano.
ABC, en el corazón del GEO
En este artículo, publicado el 26 de noviembre de 1996, la pluma de Dolores Martínez llevó a los lectores de ABC al interior del GEO.
Y es que la periodista tuvo el privilegio de asistir a una sesión de entrenamiento de la unidad y de entrevistar tanto a su comisario jefe (Rafael G. C.) como a dos de sus inspectores jefe (citados solo como Rafael y Juan para evitar una posible identificación). Aunque el grupo abrió sus puertas de par en par a la prensa, los responsables también incidieron en que no podían revelar todos sus secretos:
+ info«Sobre nuestra forma de trabajar, cuantas menos explicaciones se den mucho mejor; cualquier dato que se aporte, aunque a simple vista parezca no tener relevancia, puede ser aprovechado como pista por los delincuentes. Por tanto, no nos podemos permitir que por una indiscreción mañana tengamos un fallo, un error. Y que conste que aquí no tenemos secretos, es simple cautela. Es fácil comprender por qué».
El artículo comenzaba con un repaso de las operaciones del GEO. Una unidad de élite que, en palabras de la periodista, «no había tenido que efectuar un solo disparo» en sus últimas intervenciones gracias a su «rapidez de movimientos».
No le faltaba razón. El ejemplo más claro fue la captura, el 13 de noviembre de 1994, del responsable del aparato de explosivos del GRAPO, Enrique Cuadra Echeandía. Aquel día, de madrugada (la hora perfecta para el grupo por ser en la que duermen sus objetivos), varios «geos» reventaron la puerta de su vivienda y cazaron al miembro del GRAPO poco después de que diera un salto de la cama. Solo hubo una pregunta que salió de su boca: «¿Qué explosivo habéis utilizado?». No obtuvo respuesta.
Acceso y entrenamiento
Gran parte de la entrevista a los oficiales del GEO se centró en la dura selección que había que superar para poder pertenecer a la unidad. En los años noventa, el proceso duraba siete meses y era tan exigente que apenas un diez por ciento de los aspirantes lo aprobaba. Se dividía, además, en tres partes: pruebas físicas, médicas y psicotécnicas. Las últimas tenían especial importancia ya que, en palabras del inspector Rafael, buscaban «seleccionar a personas perfectamente equilibradas». Y es que, dejó cristalino el oficial, «si precisas son las armas que manejamos, más lo tienen que ser nuestras mentes».
Tampoco olvidaban los altos cargos del GEO la importancia de la mentalidad de equipo que debía atesorar un aspirante para poder acceder a la unidad. «Los individualistas no tienen cabida en esta unidad. Todas nuestras operaciones son el resultado de una labor en común; cada uno de nosotros es como si fuera un elemento de la maquinaria de un reloj. El fallo de uno puede ser la muerte para otro. Y no es una frase dramática, es la realidad», agregaba inspector jefe.
La última parte era el verdadero reto, como apostillaba el inspector jefe Juan: «Se trata de someter a los aspirantes a pruebas de dureza para ver sus reacciones, siempre bajo una atenta mirada».
Aquellos afortunados que superaban el proceso de admisión no podían relajarse. «Se entrenan en todos los frentes: asaltos, conducción evasiva, prácticas de aperturas, misiones subacuáticas, aéreas, artes marciales y tiro», reseñaba la periodista de ABC. En la última faceta, sin embargo, era en la que más destacaban en los años noventa. Según recogía el reportaje, los miembros del GEO eran verdaderos especialistas en disparar desde la lejanía. Los francotiradores, como seña distintiva, preparaban el tiro y esperaban la orden para disparar. ¿El objetivo? Hacer fuego todos a la vez para limitar la capacidad de respuesta del enemigo.
Aunque la mejor faceta del GEO, en palabras de la reportera, era su autocrítica. Y es que, el día después de una intervención, el jefe de operaciones reunía a su equipo frente a una pizarra y, punto por punto, les desgranaba la actuación policial para corregir los posibles fallos. «En esta unidad nada se improvisa. Esa es una palabra que aquí no se pone en práctica. Todo lo analizamos, todo lo diseccionamos».
Nace el GEO
El origen del GEO hay que buscarlo hace más de cuatro décadas, lejos de las fronteras españolas. Para ser más concretos, el 5 de septiembre de 1972, en la villa de Múnich que acogía los Juegos Olímpicos. Esa infausta jornada, ocho terroristas accedieron a las viviendas de los representantes de la delegación de Israel, acabaron con la vida de dos atletas que se interpusieron en su camino y raptaron a nueve más. Horas después, y tras una jornada típica de una película de ciencia ficción, la policía intentó solucionar a balazos la situación. El resultado no pudo ser más dantesco: todos los atletas muertos, un agente fallecido, y, eso sí, los malhechores reducidos.
La tragedia copó televisiones, radios y periódicos. Bautizada como «La masacre de Múnich», supuso toda una bofetada para la moral de la sociedad de la época, así como para los cuerpos de seguridad germanos. Quedó claro que un gran país como era Alemania no estaba preparado para hacer frente a una crisis de esas dimensiones. No obstante, aquel «Septiembre negro» (nombre que también recibió el horrible suceso) sí logró poner sobre aviso a las diferentes naciones europeas. Estas entendieron a toda velocidad que era necesario organizar grupos policiales de élite con la capacidad de responder a ataques terroristas con rehenes en un breve lapso de tiempo.
+ infoAsí nació en Alemania el GSG9, fundado el 26 de septiembre de 1972 para, según afirma su unidad en su información corporativa, «resolver situaciones de toma de rehenes con éxito». Su primera gran misión fue la liberación, en el otoño de 1977, de un avión de Lufthansa tomado por terroristas. El resultado les granjeó el cariño de Europa. «El mundo aplaude al comando alemán. Su brillante actuación puso fin al dramático secuestro», explicaba ABC. Pocas jornadas después se creó en España el Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional siguiendo la estela de sus colegas germanos y de la mano de un ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa, ávido de enfrentarse a ETA y al GRAPO.
A nivel oficial, la Policía Nacional presentó el GEO a finales de febrero de 1979, como bien informó el ABC al día siguiente tras calificarla como «una unidad de élite antiterrorista» formada por 58 miembros. «Los periodistas hemos sido testigos de su maestría en las artes marciales, manejo de todo tipo de armamento y explosivos, así como de su preparación física y psicológica que les habilita como primerísimos especialistas en la difícil tarea de la lucha contra el terrorismo». Por aquel entonces, los integrantes eran «expertos paracaidistas, buceadores de combate, especialistas de primera en tiro de precisión, escaladores» y artistas en el arte de manejar explosivos. Casi nada…
Con todo, aquel día el capitán de Infantería Ernesto García-Quijada Romero, al frente de la unidad, hizo una importante puntualización a los medios de comunicación. «Somos un grupo especializado, sí; preparado para una tarea difícil y de responsabilidad, pero somos humanos. Ni tenemos ambición de heroísmo, ni buscamos otra gloria que la del deber cumplido».