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Los secretos del asesino más cruel de los EE.UU., desvelados por el hombre que lo cazó

En abril de 1970, ABC publicó dos entrevistas exclusivas a Vincent Bugliosi, el fiscal que metió entre rejas a Charles Manson

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Charles Manson, durante su etapa en prisión - ABC
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Su imagen no podía distar más de la de todo un fiscal de Los Ángeles. Para colmo, su apellido con tintes italianos hacía que se acercara más al tópico de un mafiosete de esos que regentaban una 'trattoria' en la América de los años treinta. Un Capone de medio pelo, vaya. Pero Vicent Bugliosi, de calvicie incipiente, cara ancha, rasgos mediterráneos y barba de tres jornadas, poco tenía de criminal. Su obsesión, más bien, era dar caza a los «deshechos de la sociedad», como él mismo denominó a algunos de los acusados contra los que arremetió en la sala de juicios. Y vaya si era bueno: de los 105 casos en los que participó en los años sesenta y ochenta, ganó 104 (21 de ellos, relacionados con un asesinato).

Pero poco, o casi nada, importó a la sociedad su extenso recorrido en la fiscalía o su amplia carrera como autor de ensayos e investigaciones sobre crímenes. El bueno de Bugliosi siempre fue recordado por una sola cosa: haber enviado a la cámara de gas a Charles Manson por instigar a su 'Familia', una suerte de séquito formado por 'niñas bien', a asesinar a varias personas. Aunque tuvo que ver años después cómo le era conmutada la condena por la cadena perpetua, cosas de la abolición de la pena de muerte en California, lo cierto es que el abogado logró el hito jurídico de cargar contra un acusado que no había estado físicamente en las escenas del crimen y cuya participación en todo este entramado se asemejaba más a la de un director de orquesta.

Fue precisamente al final de este proceso cuando ABC dio a conocer, en exclusiva, una extensa entrevista al abogado firmada por Alfredo Semprún. O más bien dos, pues el artículo en cuestión incluía tanto unas declaraciones previas que el fiscal prohibió publicar hasta que no se conociera la sentencia, como un análisis posterior. De esa forma lo comunicó el mismo periodista en el primer párrafo del reportaje: «"De acuerdo. Usted me entrevista ahora, pero no publica mis declaraciones hasta que […] se pronuncie la sentencia. Lo contrario no sería correcto". Así lo acordamos y así lo hemos cumplido, Mr. Bugliosi». La conversación dejó claro que, para el fiscal, el condenado no era humano, sino un monstruo sin compasión.

Duro proceso

La primera vez que ABC se refirió a este cazador de criminales fue el 25 de julio de 1970, durante el juicio contra Manson y parte de su 'Familia' –Leslie Van Houten, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel–. «El fiscal Vicent Bugliosi ha dicho al jurado, integrado por siete hombres y una mujer, que Manson estaba obsesionado con la visión de un holocausto racial provocado por la canción de los Beatles, 'Helter Skelter'». Esa fue siempre una de sus máximas: demostrar que, más que tocar la guitarra y dar cobijo a chavales despreciados por la sociedad, este 'hippie' había construido una secta a la que había convencido de que se acercaba el fin del mundo y de perpetrar una serie de brutales asesinatos.

A lo largo del proceso, Bugliosi no se mordió la lengua y calificó con una infinidad de espeluznantes adjetivos los siete asesinatos perpetrados por la 'Familia' un año antes. Entre ellos, el de la actriz Sharon Tate, embarazada del director de cine Roman Polanski, y Leno Labianca. «Son, posiblemente, los más brutales, salvajes, asesinatos de pesadilla, registrados en los anales del crimen. Estoy excluyendo, por supuesto, las atrocidades de la guerra», afirmó el fiscal en declaraciones recogidas también por ABC ese mismo julio. A partir de entonces, las referencias al abogado y a los asesinos fueron constantes. Y no era para menos ya que, como explicó este diario, el mundo entero había quedado estremecido por las barbaridades perpetradas por aquella 'tribu'.

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El juicio contra Manson y la 'Familia' se extendió durante más de medio año; siete meses, para ser más concretos, en los que Bugliosi tuvo que hacer frente a una extensa lista de contrariedades. Desde el excesivo seguimiento que la prensa hizo del caso (algo que no suele ser bueno para la fiscalía), hasta los continuos intentos por parte de los acusados de intimidarle a él y al juez. El más famoso de ellos se sucedió cuando, tras las audiencias preliminares, el ' Profeta de Satán' (como fue denominado por los medios de comunicación) clavó sus ojos en él durante largos minutos. Quizá, con el sencillo objetivo de desconcertarle. El fiscal, impávido, se acercó entonces al criminal y, con voz reposada, volvió la situación del revés: «¿Por qué estás temblando, Charlie? ¿Me tienes miedo?».

El mismo Bugliosi admitió que el juicio se había convertido en un circo con un solo maestro de ceremonias: el propio Manson. Sabedor de que era el centro de los focos mediáticos, el 'Profeta de Satán' supo atrapar a los medios de comunicación con sus excentricidades. Al parecer, en un intento de demostrar su locura. Vivo ejemplo de ello es que se tatuó en la frente una esvástica o que acordó con su abogado obstaculizar las pesquisas. «El defensor, Paul Fitgerald, pasó la noche en la cárcel por haber interrumpido más de 300 veces el juicio contra sus cuatro defendidos», indicó ABC. Esta locura solo se detuvo cuando se dio a conocer la sentencia en marzo: pena de muerte para los cuatro (a los que, poco después, se unió también 'Tex' Watson, otro miembro de la 'Familia').

Primera entrevista

Semprún entrevistó a Bugliosi por primera vez antes de que se conociera la sentencia, aunque no expuso una fecha concreta. En la conversación, demostró una y otra vez que Manson le causaba verdadera aversión.

—¿Qué opinión tiene el fiscal sobre todos los personajes que intervienen en este sensacional 'caso Manson'?

—Ya lo he dicho repetidamente en el juicio. Para mí, Manson es un vulgar delincuente, un desecho de la sociedad, un monstruo, un cínico criminal disfrazado de fantoche. Para mí no existe ni el mito que ha pretendido crear en torno suyo. En cuanto a esas tres compañeras que se sientan junto a él como acusadas de los mismos crímenes, me parecen tan monstruos como Manson. Si en los Estados Unidos hay justicia, sólo les queda un camino: la cámara de gas.

—¿Condenaría usted el ambiente que han vivido esas muchachas junto a Manson?

—Se dice que son 'hippies'. Es un total error. Para los propios 'hippies', Manson y su tribu de salvajes no son más que vulgares delincuentes, y todos, créame, están indignados a causa de esta confusión. No defiendo a los 'hippies', no los comprendo al menos, pero quiero ser justo. Con ellos y con el resto de nuestra protestona juventud.

—¿En cuanto al ambiente en el 'Rancho Saphan'?

—Un nido de delincuentes. No hay que creer en esa 'mitología' de nuevo cuño con que Manson trata de disfrazar sus criminales actuaciones, a fin de confundir al jurado y a la opinión. Era un centro de distribución de drogas y de otras cosas mucho peores. Manson era el jefe de un 'gang', no de un 'clan'. Y algún día esa verdad ha de salir a la superficie. ¿Sabe usted que Sandy, esa joven que espera en el bordillo de la acera de la Corte, entregó al señor Manson once mil dólares que sus padres le habían remitido engañados por falsas promesas de reintegrarse a su domicilio familiar? No lo hemos podido probar aún, pero es posible que Manson le exigiera esa cantidad para dejarla volver con sus padres y que, cuando la tuvo en su bolsillo, no cumpliera su promesa.

—¿Pero ahora, Mr. Bugliosi, ahora que Manson está entre rejas, por qué siguen siéndole fieles?

—¿Ha pensado usted quién les proporciona lo necesario para seguir viviendo, aunque sea sentadas en esa acera? ¿No se ha fijado usted en el coche que todas las noches, cuando apenas hay luz, se acerca a la furgoneta de esas jóvenes? ¿No ha sentido que en torno a ellas existe una cierta vigilancia y protección?

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—¿Y usted, señor fiscal, lo sabe con certeza?

—Amigo mío, son sólo presentimientos...

—¿Cree usted que serán condenados a muerte; mejor dicho, que serán ejecutados?

—Yo creo que sí. Que la cámara de gas acabará con Manson y sus secuaces. Ahora bien; supongo, tal y como están las cosas, que la sentencia se ejecutará muchos meses después de haberse pronunciado. Manson recurrirá y apelará cuantas veces ponga la ley a su alcance.

—¿Llegará a tiempo de salvarle la abolición de la pena de muerte en este Estado?

—No. No lo creo, aunque entre en lo posible...

—¿Qué opina usted de todo el ambiente publicitario que viene rodeando a este caso?

—Que es lógico. Unos crímenes tan repugnantes tenían que despertar la curiosidad y la indignación de la opinión pública. A mí los periodistas nunca me han molestado si su pluma sigue los carriles de la verdad... A veces he pensado en ello. Y no me cabe duda de que la publicidad dada a este asunto ha debido salvar a muchas jóvenes que, al igual que Sandy, Susan o cualquiera de sus amigas, estuvieran a punto de caer en manos de muchos Manson que aún viven libremente por nuestro país y por el resto del mundo.

—¿Qué opinión le merece al fiscal del Condado de Los Ángeles la juventud actual norteamericana?

—Muy buena. Hay sectores de jóvenes que buscan otra clase de vida, de política, de sociedad. En mi opinión lo hacen por caminos erróneos que no conducen a nada constructivo. Pero creo que su propia experiencia podrá desengañarles, Intentarlo nosotros es un deber, desde luego, pero es algo que resultará inútil. Nuestra generación y las generaciones que la han precedido no han sido muy edificantes… ¿No le parece?

Segundo encuentro

La segunda conversación entre Semprún y Bugliosi se sucedió a finales de marzo, cuando ya era público que Manson y su séquito habían sido condenados. El periodista de ABC definió la situación como el fin del «segundo acto de una tragicomedia que durante largos meses se ha mantenido en cartel en el austero escenario de la Sala de Justicia número 104 del Alto Tribunal del Condado de los Ángeles». Una película de terror que había tardado en juzgarse nada menos que 225 jornadas.

—Felicidades, Mr. Bugliosi.

—No a mí, Mr. Semprún. Hay que felicitar al jurado, que es quien ha hecho justicia al pueblo de los Estados Unidos por encima de toda otra consideración.

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—¿Cómo se acogió la sentencia?

—Para, usted, que ha presenciado parte de esta vista, es fácil de imaginar. Ya conoce el cinismo de los personajes...

—¿Qué hay de cierto, señor fiscal, sobre la actitud de las jóvenes partidarias de Manson en el exterior; nos referimos a Sandy y sus cuatro amigas?

—Efectivamente, se han cortado el pelo. Y, como es lógico, lo han hecho para escenificar un nuevo 'show' para la televisión y los periodistas. No sé nada más. Como comprenderá usted, tenemos mucho trabajo aún para seguir la actuación de esas señoritas...

—¿Cree usted que morirán voluntariamente en la hoguera?

—No. No lo creo. Aunque no podríamos extrañarnos si así sucediera.

—Mr. Bugliosi, voy a dar publicidad a sus declaraciones anteriores.

—O.K. Ya no hay nada que lo impida. Por favor, no las tergiverse…

—¿Qué harán ahora los abogados de Manson y compañía?

—No lo sé. Tienen varios caminos de apelación... Pero no lo sé. En realidad, es difícil saber lo que piensan hacer, toda su actuación ha venido siendo sorprendente para mí...

—¿Es cierto –le preguntamos, por último– que ha aparecido el cadáver de Mr. Hugues?

—El pasado día 22 apareció, efectivamente, en un barranco, a unos ciento cincuenta kilómetros de Los Ángeles, el cadáver de un hombre, cuyas características son similares a las del desaparecido míster Hugues... Pero de esto quien le puede hablar a usted con conocimiento de causa es el sheriff. Llámele usted. Nosotros sólo conocemos la noticia en forma superficial.

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