El secreto del éxito del «Un, dos, tres…responda otra vez»
El concurso más querido de la televisión nació en abril de 1972
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A las 22,40 de la noche del 24 de abril de 1972, TVE emitió el primer programa del concurso más importante de la historia de la televisión en España, «Un, dos, tres…responda otra vez». Se emitía los lunes y tenía una duración de 55 minutos, incluida la publicidad. El 30 de abril publicó ABC su primera crítica sobre el programa: «Un, dos, tres…responda otra vez ha dado un vuelco formal a la tradición. A la tradicional forma de concebir los concursos en TVE. El nuevo espacio, que nació signado por la eficacia, hizo tabla rasa de todo ese aparato “serio” y trascendente con que se vestían los “tele-quiz” españoles: escenario frío, jurado solemne, seriedad ambiental... De pronto el guionista de “Un, dos, tres” concibe un decorado y un jurado vestido a lo “el asfalto”, donde el tribunal, con sus intervenciones mímicas, llena el bache de la duda de quienes responden “amueblando” así los espacios vacíos, nefastos en televisión, cuyo secreto triunfador es, sencillamente, el ritmo.
Este concurso lo tiene. Y tiene, además, un impacto final —el de la subasta— que eleva a regiones insospechadas de garra el programa. (…) Un, dos tres... responda otra vez, que ha ganado ya la simpatía de las gentes parque en su fondo, y en su forma, contiene todo lo eficaz para triunfar; y en esto juega buena baza la realización inteligente, oportuna y muy inspirada de Eugenio Pena, que es un gran profesional.» En otra crítica, esta vez del 14 de mayo de decía que «Un, dos, tres…» había «conquistado a la audiencia de TVE. El secreto es fácil; está en la conjunción de dos televisistas auténticos formando equipo; Narciso Ibáñez Serrador y Eugenio Pena».
+ infoA partir de entonces comenzó lo que forma parte de la memoria de millones de españoles, 411 programas, en diez temporadas distintas, desde aquel 24 de abril de 1972 al 11 de junio de 2004. Entre las personas que lo hicieron posible, los míticos presentadores, sobre todo Kiko Ledgard, Mayra Gómez Kemp y Jordi Estadella –y Miriam Díaz-Aroca, José María Bachs y Luis Roderas-; las azafatas, con sus interminables piernas y las enormes gafas de pasta: Aurora Claramunt, Blanca Estrada, Yolanda Ríos, Ágata Lys, Victoria Abril, María Casal, Beatriz escudero, Alejandra Grepi, Silvia Marsó, Lydia Bosch, Isabel Serrano, Nina, María Abradelo o Paula Vázquez. Los inolvidables tacañones, sobre todos los primeros: Valentín Tornos (Don Cicuta), Pedro Sempson (profesor Lápiz), Francisco Cecilio (Don Rácano) y Juan Tamariz (Don Estrecho). Las Hermanas Hurtado les sustituyeron más tarde. Y luego estaban los humoristas que aparecían en la Subasta: Bigote Arrocet, Antonio Ozores, Fedra Lorente (aquella inolvidable «Bombi» protagonista de tantos sueños adolescentes), Beatriz Carvajal, Raúl Sénder, Árevalo, Juanito Navarro, el Dúo Sacapuntas o Ángel Garó. Y muchos otros que aparecieron de manera menos regular, pero que dan cuenta de la importancia del programa: Gila, Tip y Coll, Joe Rígolli, Andrés Pajares, Rafaela Aparicio, Eugenio, Martes y Trece, La Trinca, Los Morancos o Cruz y Raya.
Un increíble listado de nombres para un programa inolvidable, con la sintonía más famosa de la televisión en España, banda sonora de muchos millones de españoles. ¿Quién no recuerda aquello de «por 25 pesetas, ríos de España, como por ejemplo el Tajo. Un, dos, tres…responda otra vez»? Comenzaba el reloj, en casa se empezaba a discutir por las respuestas, los tacañones interrumpían ante un fallo. Luego llegaba la eliminatoria, en la que las parejas perdedoras pugnaban por llegar al menos a la subasta. Y entonces empezaba lo que más nos gustaba del programa: la subasta. Poco a poco se abrían los sobres, los concursantes decidían, nerviosos («Bueno, hemos venido a jugar, ¿no?, pues juguemos» decían algunos sin mucha convicción) y al final llegaba el premio: el coche. ¡Cuánta alegría y cuánta tristeza en torno al coche! Ni siquiera cuando llegó el apartamento en la playa dejó de ser el rey del concurso: el coche… O se quedaba en nada, la calabaza Ruperta. Bueno, es cierto que luego se intentó con la bota Botilde o el Chollo, pero nadie como aquella calabaza cantarina. Todas las mascotas del programa fueron creadas por José Luis Moro, creador de los Estudios Moro.
Terminaba la temporada y Narciso Ibáñez Serrador caminaba por un plató medio vacío, con su fular eterno, un puro en la mano. La música triste de piano, el tono magnífico de su voz, el ambiente creado, nos dejaba al borde de las lágrimas. Aunque supiéramos que al año siguiente volvería el programa. ¡Cuántos recuerdos aparecen al escuchar su sintonía! Y cierta nostalgia por aquellos tiempos en los éramos aún niños, jugábamos con madelman y estudiábamos la EGB. Y por más que pensamos sobre ello no conseguimos responder a la pregunta ¿en qué momento crecimos?
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