El raro tanque subterráneo de la batalla de Stalingrado
La imagen de un blindado enterrado en un socavón y convertido en baluarte de la defensa de la ciudad sugirió la posibilidad de crear una nueva línea de carros

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El carro de combate fue utilizado durante la Segunda Guerra Mundial de manera novedosa. Los potentes motores, las orugas que permitían su desplazamiento, el incremento notable de sus dimensiones y capacidad de fuego, con potentes cañones, convirtieron al carro en una pieza fundamental en numerosas batallas. La Blitzkrieg, la Guerra relámpago, sería inconcebible sin el uso de los carros de combate. El carro fue considerado una fuerza en sí mismo, y Alemania fue pionera en ello de la mano del general Guderian.

Los rusos comenzaron a fabricar carros blindados a lo grande, dedicando cuantiosos recursos. En Stalingrado se llegaron a fabricar el 40% de todos los T-34, posiblemente el mejor carro de combate de la Segunda Guerra Mundial.
La fábrica dejó de funcionar en el otoño de 1942, pero hasta el último momento, los tanques iban desde los talleres al frente, conducidos por los propios trabajadores de la planta.
Fue la de Stalingrado la batalla más sangrienta de la historia, lo que es decir mucho. Hubo más de dos millones de bajas entre el 23 de agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943. Y la derrota del ejército alemán en tierras rusas, sin paliativos, supuso el mayor revés al que se enfrentaron las tropas de Hitler.

En esa feroz batalla se dio al tanque un uso cuanto menos original y curioso, según se puede apreciar en la fotografía que fue publicada el 27 de noviembre de 1942 en la edición de ABC de Sevilla. Aprovechando el socavón provocado por una bomba, un carro soviético, que no está identificado en la imagen y que nosotros tampoco hemos sido capaces de catalogar, se hundió para convertirse en un baluarte de la defensa de la ciudad.

El texto que acompañaba a la imagen sugería un nuevo campo de investigación para este arma. «Tal sería si los carros pudiesen, como el submarino, ocultarse a la vista del enemigo, o, por lo menos, desaparecer parcialmente con miras defensivas», decía el autor del texto, El Kaid Mia. Y proponía «dotar al carro en su proa de un mecanismo excavador que, accionado por el motor, le permitiera, cuando encuentra una fuerte resistencia anticarro o es cogido en una barrera de fuego artillero, enterrar su cuerpo, dejando fuera de la horizontal del terreno solamente su torreta, convirtiéndose en fortín accidental en tanto es vencida la resistencia opuesta a su avance».

«Claro que este carro no será utilizable en terrenos pedregosos, pero sería muy útil ensayar sus resultados en los suelos arenosos o terrenos de labor», añadía.
«¿Será realidad algún día lo que hoy sólo es fantasía ante la contemplación de una foto de los carros a medio terminar, enterrados en el sistema defensivo de Stalingrado? Los técnicos y el tiempo decidirán», finalizaba El Kaid Mia.
La fotografía la firmó la agencia Orbis. Durante la Segunda Guerra Mundial, ABC recibió fotografías de los dos bandos. Muchas fotografías alemanas, sobre todo durante los tres primeros años, muchas italianas y otras de los aliados. Constituye una colección dentro de nuestro Archivo muy interesante, pues presenta la versión de la guerra desde cada uno de los bandos contendientes.
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