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La pesadilla que cambió la historia de Barcelona: calles arrasadas, 78 asesinatos y 60 cadenas perpetuas

La Semana Trágica de julio de 1909 concentró en una sola revuelta todos los problemas que sacudieron a España en la época. Siete días en los que 78 personas fueron asesinadas, más de 500 heridas, 112 edificios incendiados y 2.000 detenidos en una represión sin precedentes

Las fuerzas públicas, interviniendo en plena calle de Barcelona durante la Semana Trágica+ info
Las fuerzas públicas, interviniendo en plena calle de Barcelona durante la Semana Trágica - ARCHIVO ABC
Israel Viana
MadridActualizado:

Fueron solo siete días en un periodo de supuesta paz dentro del país, pero sobre las calles de Barcelona quedaron tendidos 75 cadáveres de civiles y tres de militares. Hubo más de 500 heridos graves y 112 edificios incendiados. Le siguió una durísima represión por parte del Gobierno de Antonio Maura que acabó con otros 2.000 detenidos, de los cuales cinco fueron condenados a muerte, 6o a cadena perpetua y 175 al destierro. El episodio fue tan traumático que, como apunta el historiador Josep Pich en su artículo ‘La revolución de julio de 1909’, «los coetáneos dividieron su vida entre el antes y el después de la Semana Trágica».

Imagénes de la Semana Trágica publicadas poco después de los disturbios+ info
Imagénes de la Semana Trágica publicadas poco después de los disturbios - ABC

ABC fue quien bautizó con esta expresión aquella revuelta que se extendió por buena parte de Cataluña entre el 26 de julio y el 2 de agosto.

Sus repercusiones fueron tan profundas que se convirtió en un referente de la historia de España del siglo XX, sobre todo, por concentrar en tan solo una semana todos los problemas que sacudieron al Gobierno de la época: la política colonial, el movimiento antiimperialista, la pugna entre la Iglesia y los anticlericales y el fracaso de Maura en su intento por regenerar el sistema político de la Restauración.

El detonante hay que buscarlo en la decisión del presidente del Gobierno de movilizar a los reservistas para enviarlos a combatir a Marruecos en la guerra del Rif. La medida fue considerada «una aventura odiosa y antipática», en palabras del entonces gobernador civil de Barcelona, Ángel Ossorio y Gallardo. La dirección del PSOE preparó una huelga general en señal de protesta, con la idea de que el paro comenzara en Melilla el 2 de agosto, pero los dirigentes barceloneses de Solidaridad Obrera acordaron adelantarse al lunes 26 de julio para anticiparse a las previsibles detenciones.

Saqueo de una iglesia incendiada durante la Semana Trágica+ info
Saqueo de una iglesia incendiada durante la Semana Trágica - ARCHIVO ABC

La huelga 'pacífica'

En un principio se planteó como una manifestación pacífica de solo 24 horas, pero el mismo lunes la revuelta se descontroló y se extendió desde la capital catalana hasta las localidades de Tarrasa, Mataró, Vilanova, Sitges, Granollers y Sabadell. A mediodía, la violencia ya se había extendido por gran parte de Cataluña, aunque los enfrentamientos entre las fuerzas de orden público y los huelguistas fueron especialmente atroces en Barcelona, donde las escenas eran casi apocalípticas.

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Este diario le dedicó numerosas portadas al terrible aspecto en que quedaron las calles de la Ciudad Condal. Así lo explicaba la historiadora Sueiro Seoane en ‘Crónica Económica’: «Enseguida se convirtió en una auténtica sublevación. Las noticias sobre las nuevas y numerosas bajas en Marruecos excitaron aún más los ánimos. Los insurgentes, armados con fusiles y pistolas gracias al pillaje de las armerías, no se dedicaron a asaltar cuarteles, ni a ocupar o destruir fábricas, sino casi exclusivamente a incendiar conventos, iglesias y escuelas religiosas. Ardieron en Barcelona 21 de las 58 iglesias y 30 de los 75 conventos. También hicieron hogueras y piras de objetos de culto, profanaron tumbas, se realizaron danzas macabras y hasta exhumaron monjas y sacerdotes».

Ya con los primeros incidentes, el gobernador de Barcelona dimitió de su cargo, bajo el pretexto de que no quería decretar el estado de guerra, como le sugerían, porque eso «implicaba la suspensión de la inviolabilidad de los domicilios y de las libertades de expresión, reunión y asociación». Las noticias posteriores de ABC eran aterradoras: «Desde el miércoles empezó a constituir una pesadilla para los barceloneses el hombre que disparaba desde la terraza de una casa cercana. Cada manzana del Ensanche y cada calle del interior tenían un hombre que disparaba desde una terraza o un piso alto».

Seoane elevaba el número de muertos por encima del centenar. Según el historiador Alberto Talero en su artículo ‘El papel de la mujer en la Semana Trágica’, publicado por ‘Historia 16’ en 1985, los fallecidos ascendieron a 104 muertos. Entre los condenados a muerte estaba Francisco Ferrer i Guardia. La noticia de la sentencia contra el famoso pedagogo catalán fundador de la Escuela Moderna provocó manifestaciones de repulsa en muchos países e hizo caer al presidente Maura pocos días después de su ejecución. El historiador catalán Xavier Cuadrat destaca que «de la protesta antibélica inicial se pasó al incendio generalizado de iglesias, conventos y escuelas religiosas ante la impasibilidad del ejército. El anticlericalismo se convirtió en el sustituto del antimilitarismo».

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