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‘Papuchi’: así salvó la policía de élite del GEO al padre de Julio Iglesias de las garras de ETA

«Ni la CIA, ni el FBI, ni ninguna… La mejor Policía del mundo es la española», afirmó el doctor tras ser liberado en 1982

Cuánto cobra un GEO en España

Tanqueta del GEO en los años 90
Tanqueta del GEO en los años 90 - ABC
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Suena a tópico, pero no me nieguen que los grupos de intervención norteamericanos tienen mejor prensa que los nuestros. Y de forma injusta, vaya. Ya lo dijo el padre de Julio Iglesias, Julio Iglesias Puga, después de que el GEO le liberase de las garras de ETA allá por 1982: «Ni la CIA, ni el FBI, ni ninguna… La mejor Policía del mundo es la española». El bueno del doctor sabía lo que decía, pues los agentes no tardaron ni unos segundos en volar la puerta de la vivienda en la que le habían encerrado, reducir a sus carceleros y dar por finalizado un cautiverio de veinte jornadas.

Por entonces, el Grupo Especial de Operaciones, ese que ha saltado estos días a la fama gracias a la serie ‘ G.E.O. Más allá del límite

’, se hallaba de estreno. No habían pasado ni seis meses desde que sus miembros habían acometido su primera misión de envergadura: el asalto al Banco Central de Barcelona. Tampoco habían corrido demasiadas hojas del calendario, apenas unos años, desde que la unidad había nacido al calor del GSG9 germano. Sin embargo, la que era –y es todavía– la élite de la Policía Nacional sabía lo que se hacía y supo poner punto final a una situación que tuvo en vilo a media España y, por descontado, al mismo Julio Iglesias.

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Como suele ocurrir, la pesadilla arrancó cuando cayó el sol. El jueves 31 de octubre, ABC informó del «posible secuestro en Madrid del padre de Julio Iglesias». La familia había corroborado que el ginecólogo se encontraba en paradero desconocido desde hacía 72 horas. La teoría que se barajaba era que había sido capturado en su propio domicilio en plena noche y por personas con las que ya había hablado de forma previa. «Algunas fuentes afirman que fue secuestrado por unos individuos que habían acudido a la casa haciéndose pasar por reporteros de una cadena de televisión extranjera. Habrían salido de la vivienda con el doctor Iglesias con el pretexto de hacerle una entrevista», explicaba este diario.

Por entonces el bueno de Julio Iglesias era ya una estrella de la canción. De hecho, desde Miami estaba convencido de que su fama no tardaría en poner en riesgo a sus conocidos. «Desde hace algún tiempo el cantante temía la posibilidad de un secuestro o algún tipo de incidente», desvelaba ABC. Cauteloso, había contratado a un guardaespaldas y había obligado a su padre a vender el fastuoso Mercedes que le había regalado para que pasase desapercibido. No era una locura, pues le habían llegado noticias de que se planeaba un golpe de mano contra él. El rapto de ‘Papuchi’, como se le conocía, le corroboró sus peores temores y acabó con él. «Está destrozado», confirmó uno de sus amigos a la prensa.

Miembros del Grupo Especial de Operaciones, en los años 90+ info
Miembros del Grupo Especial de Operaciones, en los años 90 - ABC

Por desgracia para la familia Iglesias, Puga no tomó en serio sus advertencias. Y de aquellos polvos, los sucesivos y molestos lodos. ‘Papuchi’, obligado a meterse en un Seat 131 de color rojo y a atiborrarse de somníferos el 29 de octubre, amaneció unas jornadas después en una oscura habitación de una vivienda de Trasmoz, en Zaragoza. «Tenía una cama de matrimonio, una mesilla de madera marrón, un armario sin puertas, un lavabo antiguo con una jofaina, un cubo de plástico y, sobre él, la tapa de un wáter, que le servía para hacer sus necesidades», dejó sobre blanco ABC después de que fuera liberado. Los culpables: cuatro miembros del brazo político militar de ETA.

Más allá de las privaciones de la habitación –y en el marco de lo que supone permanecer secuestrado, entiéndanme–, lo cierto es que el ginecólogo no sufrió violencia alguna por parte de los captores. Así lo confirmó ABC: «Según fuentes de la familia, el doctor recibió siempre un trato correcto por parte de sus guardianes». ‘Papuchi’ repitió aquello en repetidas ocasiones. Una de ellas, en la que fue su primera rueda de prensa tras la liberación: «Fueron educados conmigo y me trataron correctamente. Jamás me explicaron los motivos del secuestro; sólo me dijeron que se había pedido un rescate y que conociendo que detrás había mucho dinero confiaban en que mi hijo lo pagaría».

GEO, al rescate

No sabían aquellos desgraciados que lo que se les venía encima era el GEO. Después de un par de semanas a la caza de alguna pista, la Policía dio con el rastro gracias a un informante. «La operación se inició en su fase final el pasado viernes a raíz de la detención de una persona que, aunque dijo desconocer el pueblo, facilitó las características de la vivienda donde se encontraba el secuestrado», desveló ABC en un extenso reportaje publicado el martes 19 de enero de 1982. Al día siguiente, una nueva detención –un miembro de ETA– corroboró que el doctor Iglesias había sido raptado y que se hallaba en Trasmoz, un pueblo a 75 kilómetros de la capital aragonesa.

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A partir de aquí comenzó el operativo. El primer paso fue ubicar la ‘prisión’ y cerciorarse de que en ella se escondían los secuestradores. La misión quedó a cargo del jefe de la Brigada Central de Información, Domingo Martorell, quien ya llevaba una semana junto a sus hombres analizando los pormenores de la locura que se avecinaba. No se le puede negar la inventiva. «Con el fin de observar de cerca y detenidamente la casa en la que estaba el doctor Iglesias y que habría de ser ocupada, un capitán de los GEO formó pareja con una inspectora de Policía y, haciéndose pasar por dos enamorados, pasearon insistentemente por la zona», explicaba ABC.

La operación se sucedió entre la noche del sábado y la madrugada del domingo. Dos horas antes del asalto, las Unidades Antiterroristas de la Guardia Civil acordonaron el pueblo para que nadie pudiese entrar ni salir. «Los vecinos regresaban, hacia la una y media de la madrugada, de la tradicional hoguera que se enciende en honor de San Antón, y se sorprendieron al ver que se les impedía llegar a sus domicilios», señaba el periódico. Durante esos momentos de tensión, en el interín que derivó en el asalto, cuatro chavales casi dieron al traste con la misión cuando empezaron a preguntar a gritos qué diantres sucedía y por qué había tantos agentes en el pueblo.

Los pocos segundos del GEO

Poco antes de las tres de la madrugada comenzó la fiesta de manos de un pequeño comando del GEO. «Andando por el campo, a oscuras y en silencio, el Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional logró acercarse a la ‘cárcel del pueblo’, en la que estaba el secuestrado, una vivienda de dos plantas situada en la Plaza de España de la localidad zaragozana», añadía ABC. Bajo el abrigo de la noche, los agentes colocaron varios cartuchos de dinamita en la puerta de la vivienda y se apartaron. Los fuegos artificiales sobresaltaron a los vecinos. ‘Boom’, ‘boom’ y otra vez ‘boom’. Tres explosiones dieron acceso al interior.

Lo que vino después se sucedió en un suspiro. «La operación duró tan solo unos segundos. El GEO apareció rápidamente en todas las habitaciones de la casa encontrando a sus ocupantes durmiendo», insistía el diario. Los desafortunados eran Luis Guti, su hija Gloria (de 21 años), el novio de esta última (un tal Baltasar Calvo Gavete) y una persona cuya identidad no fue revelada. Los agentes arrestaron sin violencia a todos ellos. Tan solo se resistió uno, que portaba un arma y fue reducido por la fuerza. El oficial al mando se dirigió entonces a la segunda planta y rescató a ‘Papuchi’: «Doctor Iglesias, está usted liberado, enhorabuena». Eran las tres y unos minutos.

El cantante Julio Iglesias posa con sus padres y sus hijos en Miami+ info
El cantante Julio Iglesias posa con sus padres y sus hijos en Miami - ABC

El médico no podía creer lo que sucedía, como bien explicó ABC: «Mostraba un aspecto cansado, con una barba de veinte días y vistiendo chaqueta de color tabaco y pantalón beige. No pudo contener su emoción y se abrazó llorando al comandante Holgado, jefe de los GEO que habían participado en la operación». Puga solo acertó a decir una palabra: «Gracias». Después, cuando supo quiénes le habían rescatado, la lengua se le soltó: «Durante estos días me he acordado de su magnífica operación en aquel Banco de Barcelona… Cuando oí la explosión no dudé ni por un instante que eran ustedes quienes venían a liberarme». Si el asalto en la Ciudad Condal les hizo saltar a la fama, este rescate terminó de ubicarles en las portadas de los medios.

El doctor Iglesias llegó a su casa pocas horas después, a eso de las nueve de la mañana. Lo hizo escoltado por miembros del GEO. El trayecto fue trepidante y le sirvió para contar su triste cautiverio a los agentes. «Los primeros catorce días los he pasado mal, pero he caminado mucho por la habitación para mantenerme en forma», desveló. Ya en su hogar, y tras haber hablado con su hijo Julio para comunicarle la buena nueva, se duchó, se afeitó y se acostó. Su tranquilidad, así como la feliz solución gracias a un trabajo bien hecho, fue el mejor pago para el Grupo Especial de Operaciones. Una unidad que se consagró como una de las mejores en su campo en los años siguientes. Casi nada.

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