Ovejas, troncos sospechosos y hasta cámaras malditas: la proverbial mala suerte de Carlos Sainz
De las catorce ediciones en las que ha participado en el Rally Dakar, Sainz ha vivido momentos muy complicados
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Carlos Sainz es una leyenda viva del motor, dos veces Campeón del Mundo de Rally (1990 y 1992) y ganador de tres ediciones del Rally Dakar. El Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2020 atesora una carrera repleta de éxitos y, a la vez, de fiascos. Su conducción al filo de la navaja solo concibe la gloria o la desgracia, nunca un punto intermedio. El único fracaso posible para él es terminar una competición en el pelotón del medio y con el coche intacto.
El piloto madrileño se retiró este miércoles del Rally Dakar tras una accidentada etapa y con el cuerpo dolorido. En el kilómetro 5 de la novena etapa su coche aterrizó dando un golpe seco al morro, que se clavó en la arena volteando al coche hasta dejarlo patas arriba.
Sainz, con dolores en la espalda que ya venía arrastrando desde las primeras etapas, pidió que le evacuaran en helicóptero hacia Riyadh, pero de manera inesperada decidió cancelar la orden y volver a competir. Algo que finalmente fue imposible. La larga sucesión de accidentes y problemas mecánicos de esta edición se suman a una leyenda con tantas bendiciones como maldiciones en la espalda.
De las catorce ediciones en las que ha participado en el Rally Dakar, Sainz ha vivido momentos muy complicados. Justo un año antes de convertirse en el primer español en ganar en la categoría de coches, en 2010, vio cómo, tras ir liderando con claridad el raid (ganó en 6 de las primeras 10 etapas) y con una ventaja de 27:31 minutos sobre el estadounidense Mark Miller, sufrió un accidente a falta de tres días para finalizar el rally. Su coche cayó por un barranco debido a un error en las indicaciones del libro de ruta. Este accidente y la lesión de su copiloto le obligó a abandonar completamente desolado.
La maldición británica
Desde su primer título hasta el año 2018, cuando ganó el segundo y luego en 2020 el tercero, la colección de infortunios de Sainz haría desfallecer al más optimista. Esta larga travesía por el desierto incluyó situaciones como la de 2011, cuando consiguió varias victorias y mantenerse líder de la general las primeras siete etapas. Un accidente en la etapa 11 destrozó la suspensión delantera de su coche tras caer en un socavón y perder sus opciones de victoria. En el Dakar 2016, una avería en la carcasa del cambio, en la etapa 10, le obligó otra vez a retirarse cuando estaba defendiendo el liderato.
Al año siguiente, en la cuarta etapa tomó el mismo camino después de sufrir un aparatoso accidente cuando faltaban ocho kilómetros para el final de la etapa y lideraba provisionalmente la clasificación.
+ infoNo obstante, la historia del mal fario de Carlos Sainz se empezó a escribir con notoriedad en su época en el Mundial de Rallys, donde se enfrentó a ovejas, troncos y hasta cámaras de televisión. Literalmente le ha pasado en tres décadas de carrera todo lo que le puede pasar a alguien al volante. Su primer contacto con el infortunio se produjo en 1989, en el Rally de Gran Bretaña, cuando estaba a punto de lograr su primer triunfo en el Mundial se rompió la transmisión de su vehículo a falta de solo dos tramos.
En 1994, otra vez en Gran Bretaña, se salió de la carretera en la última etapa en una escena recordada por la célebre frase que Sainz le espetó a su copiloto: «La cagamos, Luis». Ese día, Sainz se encontró dos troncos en una curva (uno a la entrada de la misma y el otro en la salida) que tuvo que esquivar. «El que los puso sabía lo que hacía, pero tuvimos bastante buena suerte al poder evitarlos», afirmó después.
+ infoDurante el Rally de Nueva Zelanda de 1997 atropelló a una oveja en plena etapa especial, lo que le obligó a retirarse. Sin embargo, su mayor desgracia le esperaba el año siguiente de nuevo en Gran Bretaña, cuando se quedó tirado a medio kilómetro del final del último tramo y ya creía saborear el título. La frase de Moya «trata de arrancarlo, Carlos, por Dios» pasó a la memoria no solo del mundo del motor, sino de la sociedad española como expresión desesperada. Sainz no volvió a ganar nunca un Mundial de Rallys, aunque siguió seis años más en la competición.
En 2001, Carlos Sainz se salió de la pista en el Rally de Gran Bretaña y atropelló a un grupo de espectadores mal situados. En este mismo escenario en 2003 un cortocircuito en los cables de la cámara de televisión que llevaba en el habitáculo de su coche descentraron al piloto, que se salió de la carretera.
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