Así se vengaron los servicios secretos de Franco del terrorista que atentó contra Carrero Blanco
Pedro Martínez, vinculado al SECED, fue uno de los miembros del grupo que acabó con la vida de José Miguel Beñarán, cabecilla de ETA

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El refrán se cumplió y la venganza se sirvió fría; o, al menos, con la fresca brisa de la mañana. A eso de las nueve y media del 21 de diciembre de 1978, José Miguel Beñarán, de tez alargada y nariz generosa, salió de su domicilio en la localidad francesa de Anglet. Unos escalones después pisó la calle, todavía húmeda, y se dispuso a subirse a su coche, un característico Renault 5 naranja. El enésimo día de una vida rutinaria. Después de intercambiar unas palabras con un conocido, abrió la puerta, tomó asiento, sacó las llaves y las introdujo en el contacto... El motor ronroneó un poco antes de que 'Argala', miembro del brazo armada de ETA, estallara junto a su vehículo.
Del Renault 5 quedaron los hierros; se recogieron trozos de chapa a más de treinta metros. De 'Argala', algo más. «El cuerpo de José Miguel Beñarán se encontraba tendido en el suelo, junto a la parte trasera del coche, después de salir proyectado por la explosión», publicó ABC una jornada después. Aquel día se perpetró la venganza de un grupo de militares –uno de ellos, miembro del SECED, predecesor del CNI– contra el principal artífice del atentado que acabó con la vida del delfín de Francisco Franco, el almirante Luis Carrero Blanco. Fue exactamente un lustro después, y de la misma forma: con un explosivo que hizo saltar por los aires a la víctima. Amarga ironía.
Fijar el blanco
'Argala' ('El flaco'), superaba las dos décadas de vida cuando se unió a ETA. La misma banda terrorista incidió en que no era «un combatiente ocasional nacido durante la época franquista, sino un revolucionario». Aunque no convencía con la palabra, sino a base de explosivos. «Nació el 7 de enero de 1949 en la localidad vizcaína de Arrigorriaga. A los veintiún años huyó a Francia. A partir de esa fecha, según los archivos militares, 'Argala' cruzó la frontera para protagonizar diferentes acciones en nuestro país», explicaba ABC. Entre los hechos que se le atribuían se hallaban el robo de la sucursal de un Banco de Vizcaya en 1971, «el secuestro del industrial Zabala y el incendio de un caserío en Urnieta».
+ infoEn 1972, Beñarán se trasladó a Madrid y empezó a recabar información sobre los movimientos de Carrero Blanco. El atentado se palpaba en el ambiente. Poco después, un informante anónimo –un extraño sujeto con gabardina– le desveló el recorrido que el almirante hacía todos los jueves. Así tomó forma la 'Operación Ogro'. El 20 de diciembre, el comando 'Txikia' hizo volar 20 metros el Dodge 3700 GT del militar. «Consternación en España y en todo el mundo por la muerte del almirante Carrero Blanco». Bajo el titular, ABC desmigaba la noticia. «Una mina subterránea estalló bajo el coche del presidente del Gobierno».
Después del atentado, 'Argala' se exilió al País Vasco francés y fue clave en la formación de la nueva rama de la banda terrorista, ETA Militar, de la que se convirtió en líder. En 1978, como explicó ABC, hacía ya un año que se había trasladado a Anglet, donde vivía con su esposa, María Asunción Arana Altuna. Su residencia estaba en un cuarto piso de la urbanización Terracess de Dous Bos, aunque pocas veces se hallaban en su casa. «Tanto él como ella eran personas algo reservadas, pero amables, y su comportamiento, cuando estaban aquí, era igual al de los demás», explicaba uno de sus vecinos a este diario.
A la caza
En Anglet le interceptaron sus futuros verdugos, un grupo formado por militares escocidos porque el gobierno de Adolfo Suárez hubiera amnistiado a los terroristas. «En el primer escalón éramos ocho en total», explicó en una entrevista posterior 'Leónidas', uno de ellos. Entre los mismos destacaban varios miembros del SECED o Servicio Central de Documentación, un departamento de información vinculado a la presidencia del Gobierno. Por debajo se hallaban los llamados 'braseros'. «Estaban bregados en mil batallas y se encargaron del trabajo de campo: localizar, controlar y vigilar a Argala». En este último grupo destacaba Pedro Martínez, más conocido como Pedro el Marino por su pertenencia a la Armada.
+ infoLos braseros fueron la verdadera clave de toda esta venganza. Y en especial Martínez. Vinculado a los servicios de información de la Armada y al mismo SECED, se encargó, para empezar, de reclutar a un grupo de mercenarios capaces de monitorizar los movimientos de 'Argala'. Sus compinches fueron Jean Pierre Cherid, José María Boccardo Alemán y Mario Ricci. Cada uno, miembro de diferentes asociaciones y grupos fascistas. Y, por si fuera poco, también adquirió los explosivos que se utilizaron contra el etarra. No obstante, todos ellos declararon que, tras la reorganización del SECED en el CESID, siempre se les negó apoyo estatal.
El día de autos, todos los integrantes de este improvisado comando se pelearon por «tener el privilegio», según admitieron después, de hacer saltar por los aires a 'Argala'. Al final, tras una extensa y acalorada discusión, decidieron apostar por lo seguro y dejaron que fuera el único experto en explosivos del grupo el que preparara el golpe de mano. Así describió ABC el artefacto: «Está formado por una potente carga, de la cual dependen dos pinzas, unas pilas y cables. Estos van conectados a la rueda y, al girar esta, se produce la masa, ocasionando la explosión. Para este atentado se habían previsto dos pinzas, tres pilas y cuatro cables».
La venganza se cumplió poco después de las nueve y media de la mañana. Muy temprano. Sin embargo, para los militares el día acababa de empezar. Después de acabar con la cabeza visible de ETA Militar, el grupo decidió marcharse a un restaurante de las cercanías y meterse entre pecho y espalda un cordero asado regado con buen vino. Tras la comida, pasaron la tarde jugando al mus. No fueron descubiertos hasta años después. Aunque, la última vez que se supo de dos de ellos, vivían dentro de nuestras fronteras. Eso, y orgullosos de haber acabado con 'Argala'.
El SECED
El SECED no fue el primer servicio secreto del siglo XX. Antes, ya existía la Organización Contrasubversiva Nacional. Esta se extendió oficialmente hasta 1972. Y es que, fue ese año cuando se le cambió el nombre por Servicio Central de Documentación. «En marzo, Carrero Blanco crea el SECED, el el nuevo departamento de información vinculado a la Presidencia del Gobierno. Su nacimiento [busca combatir] los movimientos sindicalistas y obreros, principalmente, aunque el almirante aprovecha e incluye entre sus otros objetivos a los detractores del interior del Régimen. A los enemigos políticos del franquismo que le plantan cara», explica Manuel Cerdán en su obra 'Matar a Carrero. La conspiración'.
A nivel práctico, el grupo siguió funcionando de forma similar a la Organización Contrasubversiva Nacional, aunque con mayores responsabilidades. Entre ellas destacaba, por ejemplo, investigar a los enemigos del estado o enfrentarse a la parte más progresista de la iglesia. A su vez, sus agentes también pusieron todos los esfuerzos posible en acabar con ETA. De hecho, fue un espía vasco del CESED (Mikel Lejarza) quien logró infiltrarse en esta banda terrorista y desarticular, desde dentro, la cúpula del grupo. Su golpe de mano fue tan determinante que, tras acabar con la misión, se cambió el rostro en el quirófano para evitar ser reconocido.
+ infoEn todo caso, el CESED fue el antecedente directo de los servicios secretos actuales en España. «El primer servicio secreto español quedó constituido por doscientas personas de plantilla y unos cinco mil colaboradores, de ellos unos dos mil directos y quinientos informadores», añade el español.
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