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Nazis en Barajas: la emocionada despedida de Franco a la Legión Cóndor tras vencer a la República

Hace 90 años, el aeropuerto de Madrid-Barajas abrió por primera vez al tráfico aéreo. Desde entonces, por sus pistas han pasado desde aviadores republicanos, hasta pilotos del Tercer Reich

Franco pasa revista en Barajas+ info
Franco pasa revista en Barajas
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No nació de la nada el que, como titulaba ABC en 1929, sería «futuro aeropuerto de Madrid», hoy conocido como Madrid-Barajas Adolfo Suárez. Ese mismo año, el periódico informó de la celebración de «una exposición de los siete proyectos presentados al concurso» para que aquel gigante emergiera en «el término municipal de Barajas, a 12 kilómetros del centro de la población». En las páginas interiores, este diario mostró un total de tres proyectos. No porque sintiera preferencia alguna, como el mismo autor de la noticia recalcó, sino porque «cerrada prematuramente la exposición», no habían podido recoger más bocetos. La idea era que este enclave, de 500 fanegas de extensión, sustituyera a los aeródromos de Getafe y Carabanchel.

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El proyecto ganador fue, según hizo público ABC, el presentado por «el arquitecto D.

Luis Gutiérrez Soto y el ingeniero marqués de los Álamos». Y, en palabras de los reporteros que seguían el proceso, era uno de los pocos que podía convertir el futuro aeropuerto en «uno de los más completos de Europa». Al menos, «a la vista de los planos». «Ya han comenzado las obras de saneamiento del campo, ya ha empezado el pabellón de prueba de motores y el depósito de gasolina. Dentro de poco empezará la construcción de un gran hangar y, a medida que el presupuesto lo permita, se construirá el resto», escribía Alfredo Carmona.

El 22 de abril de 1931, la ‘Gaceta de Madrid’ (antecedente del Boletín Oficial del Estado) confirmó que el «aeropuerto nacional de Madrid» se había «abierto al tráfico aéreo». «De conformidad con lo propuesto por la Junta Central de Aeropuertos, según su acuerdo de la sesión del 21 de abril de 1931, el gobierno provisional de la República española ha tenido a bien disponer se abra el aeropuerto (sito en Barajas), sin que por el momento cese en sus funciones de aeródromo militar habilitado para el tráfico general y particular el aeródromo de Getafe», añadía el diario oficial. También incidía en que todavía había que finalizar la construcción de algunos elementos estructurales básicos.

Con todo, no fue hasta el 15 de mayo de 1933 cuando el primer vuelo civil y comercial tomó tierra en este aeropuerto. Tal y como señala AENA en un dossier específico sobre la construcción de Barajas, aquel aeroplano fue un trimotor Fokker VII/3M. Y, más pronto que tarde, empezó a operar la compañía LAPE (Líneas Aéreas Postales Españolas), futura IBERIA. Ese año, y tal y como señala el organismo, se operaron un total de 378 vuelos que transportaron un total de 2.873 pasajeros. Todo ello, de la mano del teniente coronel Jacobo de Armijo y Fernández de Alarcón como primer director.

Al estallar la Guerra Civil, el aeropuerto se mantuvo activo e hizo las veces de base para los aviones de la Segunda República. Así hasta que, en 1939, varios jefes de escuadrilla y unas 39 tripulaciones republicanas se entregaron al bando sublevado tras unas intensas (y muy tensas negociaciones).

Hitler y Franco, en Hendaya+ info
Hitler y Franco, en Hendaya

Pero si hubo un momento llamativo en la historia del aeropuerto de Madrid-Barajas, ese se dio el 12 de mayo de 1939. Poco después de que Francisco Franco pusiese punto y final a la Guerra Civil el 1 de abril con su famoso comunicado (aquello de «cautivo y desarmado el ejército rojo»), el dictador celebró un fastuoso acto en el que buscaba condecorar a los aviadores de la Legión Cóndor y a las fuerzas aéreas del autodenominado bando Nacional. «En el aeródromo de Barajas, y ante el Caudillo de España, las fuerzas aéreas […], victoriosas en cien combates, realizan una impresionante manifestación de pujanza», rezaban las portadas de los diarios de la época.

Aquella jornada, el aeropuerto amaneció engalanado para la ocasión con una curiosa panoplia de banderas. Las insignias de la Alemania nazi y la Italia fascista ondeaban al viento mientras, a sus pies, varios piquetes de la Guardia Mora esperaban pacientes la llegada de los homenajeados, del mismo dictador español y de los asistentes. «Desde muy temprano las carreteras que conducen al aeropuerto de Barajas eran riadas de automóviles, camiones y camionetas que, sin cesar, dejaban pasajeros a las puertas del recinto», desvelaba este diario. Las autoridades se contaban por decenas. Y, entre ellas, el embajador germano o los generales sublevados «Queipo de Llano, Saliquet, Millán-Astray, Cambara, Orgaz, Espinosa de los Monteros. Solchaga o […] Muñoz Castellanos».

No cuesta suponer que las celebraciones de aquel día eran especiales para Franco. Representaban la victoria de los aviadores sublevados –los mismos que habían tenido que hacer frente a los famosos cazas ‘Mosca’ o ‘Rata’ republicanos– y la caída en desgracia de los García Calle y Compañía. Y, para ello, las autoridades franquistas habían vestido a Barajas para la ocasión. «Presentaban las instalaciones un aspecto sugestivo y encantador. Como por obra de magia, todos los destrozos de la guerra […] habían desaparecido. El pabellón central, los hangares, las instalaciones auxiliares y los servicios todos han sido rápidamente decorados», incidía el cronista. Los aviones fueron ubicados en la pista «alineados por marcas y categorías, pulcros y brillantes».

Avión de la Legión Cóndor+ info
Avión de la Legión Cóndor

Después de llegar en un coche cerrado, que no tardó en cambiar por otro descubierto en el que podía lucirse ante los presentes, Franco pasó revista a los aviadores presentes y a varios miembros de la Legión Cóndor junto al jefe de la aviación española, Alfredo Kindelán. Este fue el primero en dedicar unas palabras a la unidad, enviada desde el Tercer Reich en ayuda del bando sublevado y culpable de las primeras pruebas con cazas en picado sobre población civil y bombardeos como el de Guernika:

«La actuación de la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria en la lucha librada contra el marxismo en España, derrochando pericia, valor y técnica militar en todos los combates, ha creado actos de hermandad con nuestras fuerzas aéreas. En homenaje a los caídos en suelo español, que proclaman el heroísmo de esas unidades, el Generalísimo ha querido entregaros estos guiones con los colores de nuestra bandera y con las corbatas de la Medalla Militar, que perpetúe en vuestra patria las gestas gloriosas de las aviaciones hermanas».

Después le tocó el turno a Franco quien, en su alocución, recordó a todos los aviadores que habían combatido por el bando sublevado a lo largo de la Guerra Civil:

«Caballeros del aire, aviadores legionarios que me escucháis, pueblo español que contempla en este campo el acto magnífico del término de la guerra con este desfile […]. La revista pasada a este potente material y a estas nutridas filas de soldados me remontan a aquellos primeros tiempos de la guerra, en que eran los agotados y viejos aparatos de nuestro ejército toda la ilusión de nuestra alma, toda la ilusión de nuestros aviadores para enfrentarse con la magnífica y bien dotada Aviación enemiga. Esta fue la cuna, el nido de donde salieron los potentes pájaros de hoy, bajo la dirección de aquel grupo de oficiales que supo remontar el vuelo sin importarles las deficiencias del material, junto con la maestría de los viejos camaradas europeos, de esos veteranos de Europa que han sentido también el dolor de una Patria atropellada».

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