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La última erupción volcánica que tuvo en vilo a Tenerife

Los concisos y descriptivos telegramas oficiales sobre la actividad del Chinyero en 1909 transmiten la inquietud con que se vivieron aquellos días: «El volcán arrojaba lava a más de 500 o 600 metros de altura»

El Teide en noviembre de 1909, con varios cráteres abiertos que vomitaban lava+ info
El Teide en noviembre de 1909, con varios cráteres abiertos que vomitaban lava - Marín
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«Anoche se recibió en Gobernación un telegrama del gobernador de Canarias dando cuenta de que en el pueblo de Garachico (Tenerife) reina gran alarma por haber hecho explosión la montaña llamada las Flores, ignorándose qué dirección tomará la lava. La montaña arroja materias incandescentes y gran cantidad de humo, oyéndose detonaciones. Todo hace suponer que están en erupción las montañas que forman las laderas Sur y la denominada Chaforar. El comandante de la Guardia civil de Icod dio cuenta de haber visto humo sobre las montañas Vendrique y La Botija, del pueblo La Vega, próximo a Icod». Eran las primeras informaciones que llegaban a Madrid de la última erupción en el complejo volcánico del Teide, concretamente en el volcán Chinyero, que comenzó el 18 de noviembre de 1909. Por fortuna no hubo que lamentar víctimas, ni daños en los pueblos, aunque sí en la agricultura y aquellos días se vivieron con enorme angustia en las Islas Canarias y en el resto del país.

En cuanto las autoridades conocieron los hechos, dispusieron la salida de tres vapores con auxilios, una ambulancia de la Cruz Roja y fuerzas de la Guardia Civil, y se envió personal de Telégrafos para establecer contacto permanente con los pueblos amenazados. Al día siguiente se recibían noticias del capitán Gorrín desde Guía de Isora que alertaban de la apertura de un nuevo cráter cerca de este población tinerfeña. «La única salvación posible es por mar», le avisó al gobernador de Canarias. Éste envió rápidamente un vapor para recoger a los vecinos amenazados y partió hacia Icod.

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El Chinyero en plena erupción - Adalberto Benítez

El siguiente telegrama oficial que recogió ABC estaba dirigido al ministro de la Gobernación. Lo firmaba el capitán general desde Icod y decía así: «Por averías automóvil he llegado aquí con gobernador, que me ha acompañado a esta villa, cuya población ha evacuado viviendas, extendiéndose en la carretera en dirección a Rambla Orotava; el vecindario que permanece aquí, según manifiesta alcalde y he tenido ocasión de observar, está más tranquilo hoy por haber disminuido erupción. Desde aquí diviso dos de las bocas eruptivas en Chinyero, existiendo otra hacia el Sur en montaña de la Arena, que no se ve; parece ser la más importante. Poblados de Santiago, Tamaino y Danguayo, abandonados por invasión lavas, que alcanzan una extensión de dos kilómetros por medio de ancho, con velocidad de seis metros por hora.

Ingeniero director Granaut, que da estos detalles desde Guía, comunica no existe por ahora peligro inminente para aquella población. Capitán de Ingenieros Galván estuvo esta tarde en Guía y salió para Santiago; pero por dificultad del camino pernocta en Chío, desde no tiene comunicación, no pudiendo trasmitir su informe. Vista tranquilidad este vecindario y facilitado auxilio Guardia Civil pedida alcalde para vigilancia hogares abandonados, salgo para Garachico. En conferencia telefónica ahora con alcalde de Guía me entero que Galván visitó cráter esta mañana en unión alcalde, encontrando al regreso un kilómetro más de extensión lavas que a la ida».

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Poco después, el gobernador le comunicó al ministro que había llegado a Garachico en compañía del capitán general y se habían encontrado al vecindario algo más tranquilo por la disminución de la erupción. Según los informes que le había proporcionado desde el lugar más próximo un concejal del Ayuntamiento de la Laguna, el doctor Ponte, el ancho cráter vomitaba grandes llamaradas, lluvia de piedras y arenas y la lava se dividía en dos brazos, el mayor en dirección hacia el valle de Santiago, y el menor sobre partido Franchi, entre Santiago y Tanque.

Desde la capital de Tenerife, volvió a informar sobre un telegrama que había recibido del alcalde de Tanque que decía lo siguiente: «Acabo llegar montaña Chinyero, donde se halla abierto cráter, corriendo lava hasta valle Santiago y este pueblo. Aquella se extiende considerablemente. El conflicto que ha de venir inmediatamente es la penuria que amenaza a los vecinos pobres de los pueblos inmediatos al lugar del suceso».

Un testigo presencial había relatado que la lava se dirigía al valle de Santiago, dividiéndose en dos ramales, uno en la montaña Belma y otro que circulaba hacia la vega.

Al cerrar la edición del periódico del 22 de noviembre , el jefe de la Cruz Roja informaba por teléfono de que el volcán arrojaba lava a más de 500 o 600 metros de altura por cuatro bocas. Debido al enfriamiento de ésta y de la mayor extensión de los brazos, los ríos de lava habían aumentado en anchura y altura, pero había disminuido la velocidad con que se dirigía a Santiago. «Los obstáculos que se interponen entre los brazos y el pueblo de Santiago impedirán que la lava llegue a la población por lo menos en tres días», afirmaba. Y lo mismo decía del brazo que se dirigía a Taimamo. El que amenazaba a El Tanque había disminuido y esta población parecía alejarse de todo peligro.

«Desde que nos encontramos en ésta (en El Tanque), han cesado los temblores, atribuyéndose este fenómeno al mayor desarrollo que ha tomado la erupción. Pernoctamos en Santiago con la Cruz Roja para alentar a los vecinos, profundamente alarmados. Mañana de madrugada visitaremos todos estos contornos. En este momento se presenta en Santiago una comisión de vecinos del puerto de Santiago solicitando recursos, pues no tienen ni qué comer», finalizaba su comunicación.

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Tenerife (Canarias), noviembre de 1909. Imagen que recoge el avance de uno de los brazos de lava del Chinyero - Adalberto Benítez

La siguiente la envió el señor Ponte por paloma mensajera a Garachico. «A las diez de la mañana el brazo del valle de Santiago marcha lentamente sin rellenar las hoyas de la montaña Bilma, habiendo avanzado en veinticuatro horas un kilómetro. Iníciase entre los dos brazos de lava un movimiento de aproximación hacia el valle, quedando garantizada, si esto ocurre, la seguridad de los pueblos del Norte. El segundo cráter solo despide humo continuo, y caa cuatro minutos lava enrojecida, lo que prueba que se apaga. La erupción disminuye en relación a ayer».

En el hospital provincial fueron alojados 90 vecinos de Santiago y Garachico, entre ellos a una mujer que dio a luz en el camino. Mientras, las noticias de los ingenieros llegados a la zona ofrecían algo de tranquilidad. Solo el valle de Santiago estaba amenazado, aunque no de forma inmediata.

«Enormes surtidores de fuego»

El miércoles 24 de noviembre , ABC publicaba el telegrama de un testigo. «He presenciado la erupción a la distancia de un kilómetro de los cráteres. Estos se hallan en la montaña Chinyero, jurisdicción de Tangen, en el valle de Santiago y a 30 kilómetros de Icod. Las cinco bocas están abiertas en un radio de 200 metros; su apariencia es la de enormes surtidores de fuego.

La corriente mayor de lava camina hacia Santiago. Tiene una anchura de 400 metros por tres de espesor y lleva recorridos siete kilómetros. Se tema la destrucción total del valle de Santiago. Las demás derivaciones de la lava no ofrecen peligro todavía. Los ingenieros, al mando del capitán Galván, trabajan, ayudados por gentes de la comarca, en desviar la lava hacia sitios que menos daños cause.

Sobre Icod cae una verdadera lluvia de arenas y cenizas volcánicas y aun pequeñas escorias del grueso de avellanas. Las detonaciones y ruidos subterráneos fueron en los primeros momentos tan frecuentes e intensos que produjeron verdadero terror.

El espectáculo, por su imponente majestuosidad, atrae a un número infinito de curiosos y hombres de ciencia, que por mar y tierra se aproximan a la montaña en erupción».

La erupción fue seguida diariamente por la prensa con preocupación hasta que pasó el peligro, diez días después. El informador de ABC volvió a visitar el lugar de la erupción el 30 de noviembre: «Han cesado los ruidos subterráneos, y las corrientes de lava se han parado antes de llegar a los pueblos inmediatos. Ascendí por la montaña de 500 metros que han formado las arenas arrojadas por los cráteres. En la base misma, donde hay una enorme planicie, existen más de 20 bocas, que expulsan lava humeando y en medio de llamas. Las piedras se elevan a suma altura. Incalculable número de personas visitan los lugares del siniestro, y los campesinos regresan tranquilos a los pueblos para dedicarse a sus faenas».