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El misterioso infarto de Lucky Luciano: «Ha muerto un gánster de película»

Tratando de emular la popularidad de Al Capone, del que se había filmado una decena de películas, el siciliano contactó en esas fechas con el productor americano Martin Gosch para rodar una cinta sobre su vida y sacudirse la mala prensa

Fotografía de una familia italiana en Nueva York de principios del siglo XX víctima de la Cosa Nostra.+ info
Fotografía de una familia italiana en Nueva York de principios del siglo XX víctima de la Cosa Nostra.
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«Ha muerto un gánster de película cuando iban a rodar su vida», con este elocuente resumen titulaba la revista Blanco y Negro la noticia sobre el repentino fallecimiento de Charles «Lucky» Luciano el 26 de enero de 1962 en el aeropuerto de Nápoles. Después de conseguir su libertad tras cumplir solo 9 años de una condena de más de 30 años en EE.UU, Luciano se refugió en Nápoles, donde fue recibido como una celebridad especialmente entre los turistas y los marineros norteamericanos. El que fuera cerebro del boom del tráfico de heroína a nivel mundial se enfrascó, quizás animado por su popularidad, en la empresa de hacer una superproducción sobre su vida. Sin embargo, pocos minutos después de estrecharle la mano al productor de cine, el mafioso italiano se echó la mano al pecho y falleció de un supuesto infarto.

Inmediatamente, el productor fue acusado por la opinión pública italiana de ser un agente del FBI y el envenenamiento elevado a la causa más probable de su muerte.

Información de Blanco y Negro el 3 de febrero de 1962.+ info
Información de Blanco y Negro el 3 de febrero de 1962.

La carrera delictiva de Luciano no abandonó nunca los focos del FBI, ni siquiera cuando se trasladó a Italia. Nacido como Salvatore Lucania en la ciudad siciliana de Lercara Friddi, el italiano asumió su nuevo nombre cuando su familia emigró a los Estados Unidos en 1907. Como si de la vida cinematográfica de Vito Corleone se tratara, la familia de Luciano buscaba en EE.UU. la vida honrada y tranquila que la mafia niega a las poblaciones rurales de Sicilia, y se encontró con que ésta también había cruzado el charco.

«Tú compras leche»

Charles «Lucky» Luciano desarrolló su talento en el mundo del crimen de forma muy temprana. En 1915, con 18 años de edad, ya tenía su propia banda en East Harlem y recibió su primera sentencia como adulto por vender heroína y morfina. Por entonces, el joven mafioso se relacionaba con familiaridad con otros capos como Frank Costello –que sería llamado «El primer ministro de la mafia italiana»–, con Arnold Rothstein, o con el célebre Al Capone, a los que intentó persuadir de que el futuro estaba en el negocio de la heroína.

Funeral de Luciano.+ info
Funeral de Luciano.

«Lucky se especializó en el poker. Informado el famoso "gángster" Al Capone de su destreza, le llamó a su lado. Y de la mano de Al Capone Luciano se introdujo en el hampa americana. Allí conoció al "emperador" de las drogas, Jorge Scánion, que le convenció para que participara con él en el "negocio": "El asunto es sencillo—le dijo—. Tú compras un bote de leche en polvo, mezclas en él la cocaína y todo está hecho." Pero la ambición de Lucky fue entonces su propia perdición: eliminó toda la leche del envase y, descubierto, ingresó en la cárcel con una condena de dieciocho meses».

Una vez terminada la llamada guerra de Castellammarese, Luciano se convirtió en el capo más poderoso de Nueva York y elevó un gran imperio internacional a costa del tráfico de heroína. En la década de los años 30, ningún gánster en el mundo acaparaba tanto poder y mezclaba con tanta astucia la tradición siciliana del crimen con las nuevas oportunidades del mundo moderno. No obstante, el Fiscal Especial Thomas E. Dewey consiguió en 1936 lo que nadie siquiera había rozado: una acusación en firme contra Luciano por proxenetismo. El fiscal realizó redadas generalizadas en un buen número de burdeles del italiano hasta encontrar a alguna prostituta que, no sujetas a los mismos códigos de lealtad que los miembros de las familias mafiosas, estuviera dispuesta a implicar a Luciano como jefe supremo del entramado de burdeles a cambio de una rebaja de su pena.

Tras pasar una temporada en prisión, la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial dio a Luciano la oportunidad de ayudar a los Aliados a desembarcar en Sicilia a cambio de su libertad. Como parte del trato, el gánster se refugió tras la contienda en Nápoles, donde, a pesar de procurar no llamar mucho la atención, atrajo las miradas de los turistas americanos que le trataban como una celebridad de Hollywood. Aunque en Italia estaba sometido a una constante persecución policial, fue capaz de poner en marcha una red para importar heroína desde el norte de África a través de Italia y Cuba hacia los EE.UU. y Canadá. Sus conexiones durante la Segunda Guerra Mundial con grandes jefes de Sicilia como Don Calogero «Calo» Vizzini, le facilitaron el negocio criminal y abrieron una nueva línea: «The French Connection». La asociación entre los sicilianos, la mafia de Córcega y la de Marsella, que suministraba heroína de alta calidad de grado farmacéutico, inauguró una edad de oro en el tráfico de esta droga.

El famoso ex ganster Lucky Luciano a la puerta del establecimiento en Nápoles.+ info
El famoso ex ganster Lucky Luciano a la puerta del establecimiento en Nápoles.

«¿Estás enfermo, Charlie? ¿Qué te ocurre?»

La muerte de Luciano, sin embargo, llegó cuando sus negocios empezaban a decaer. José-B. Sierra contaba en su crónica en ABC que «días antes de fallecer, el 25 de enero, seis policías habían irrumpido en su casa del lujoso barrio napolitano de Vomero. Se sospechaba de Lucky en relación con un contrabando de drogas que había sido descubierto recientemente. La Policía registró el piso con minuciosidad. Sin embargo, no encontraron nada. La denuncia provenía del comisario adjunto de la Brigada de Narcóticos de la Policía americana, quien declaró que poseía pruebas suficientes para demostrar que Lucky Luciano estaba implicado en diversos negocios de estupefacientes».

Lucky Luciano durante un crucero por Italia.

Tratando de emular la popularidad de Al Capone, del que se había filmado una decena de películas, el siciliano estaba en conversaciones en esas fechas con el productor americano Martin Gosch para rodar una cinta sobre su vida y sacudirse la mala prensa. El 26 de enero de 1962, Gosch fue recibido en el aeropuerto de Nápoles por «Lucky», que poco después de estrecharle la mano lanzó su mirada al infinito y perdió la estabilidad. Asustado, el productor le preguntó: «¿Estás enfermo, Charlie? ¿Qué te ocurre?». Luciano respondió con un escueto «nada» antes de caer muerto al suelo.

Gosch declaró posteriormente que desde el primer vistazo percibió que el capo no se encontraba bien y parecía bajo los efectos de algún tipo de droga. Aunque nunca se supo con certeza la causa y los sucesivos informes médicos se contradijeron entre sí, la prensa de la época vio claros indicios de que el italiano pudo ser objeto de un envenenamiento y estimó la presencia de veneno en sus vísceras. Todavía hoy la causa oficial de su muerte es un infarto.

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