La maldición de los submarinos españoles que lucharon en la Guerra Civil
Durante unas maniobras en junio de 1946, el destructor Lepanto abordó al C-4, estando en inmersión, con la consecuencia pérdida del submarino y su dotación, «sin ninguna posibilidad de salvamento, dada la situación del buque en inmersión y la importancia del choque»
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«No es sólo en el fragor de la batalla donde se rinde a la Patria el supremo servicio y sacrificio: el de entregar la vida en sus aras. También cumpliendo el deber, afrontando los riesgos que la permanencia en los puestos de mando y de la tarea, muchas veces extraña, las fuerzas armadas de la nación se hacen acreedoras a nuestro homenaje de devoción y respeto». Así de poético y solemne introdujo el redactor de ABC la noticia sobre la tragedia naval ocurrida el 27 julio 1946 en las aguas de Baleares que le costó la vida a cuarenta y seis tripulantes de un submarino español.
El suceso ocurrió durante unas prácticas navales por parte de una flotilla de submarinos y de una de destructores.
Cuando el destructor Lepanto abordó al submarino C-4, estando en inmersión, se produjo una colisión con la consecuencia pérdida del submarino y su dotación, «sin ninguna posibilidad de salvamento, dada la situación del buque en inmersión y la importancia del choque». La dotación del submarino estaba compuesta por un capitán de corbeta, dos tenientes de navío, dos alféreces de navío, un capitán maquinista, 10 auxiliares del Cuerpo de Suboficiales y 30 cabos y marineros.
+ infoCasi toda la tripulación era de Cartagena, lo que produjo un «general y profundo sentimiento» de pena en la ciudad, que además acababa de llevarse la peor parte de unas inundaciones que dejaron muertos y familias arruinadas en las zonas agrícolas.
El ocaso de la clase C
La información de ABC, publicada dos días después de la tragedia, detalla las características técnicas del submarino, que acabó hundido en una profundidad de 300 metros y que podía desplazar en superficie 924 toneladas y, en inmersión, 1.200. En cuanto a dimensiones, el C-4 tenía una eslora de 75 metros y 6,30 de manga. Su máxima velocidad en superficie alcanzaba los 5 nudos y, en inmersión, los 8,5.
+ infoLos submarinos de clase C, que entraron en servicio en 1928 con grandes expectativas, luego desinfladas por sus limitaciones, sufrieron a lo largo de su historia una sucesión interminable de inconvenientes y tragedias. De las doce unidades previstas en un primer momento, se construyeron solo seis de estos submarinos de costa (el primero se llamó Isaac Peral).
De ellos, el C-3 naufragaría cerca de la costa malagueña el 12 de diciembre de 1936 al ser torpedeado por un submarino alemán U-34, comandado por el capitán de corbeta Harald Grosse. El C-5, desapareció por causas desconocidas en la noche del 30 de diciembre de 1936 frente a las costas de Ribadesella. Y el C-6 fue echado a pique por su tripulación en el puerto de Gijón para evitar ser apresado por las fuerzas rivales, saldándose la operación con un total de 118 víctimas.
+ infoEl Isaac Peral (el C-1) vivió también una accidentada Guerra Civil. En la noche del 8 al 9 de octubre 1938, estando el buque atracado en el puerto de Barcelona, le alcanzó una bomba del bando nacional que lo hundió rápidamente. Fue reflotado y remolcado a los Astilleros Vulcano para ser reparado, pero permaneció en dique seco hasta el 26 de enero de 1939, que pasó a poder de los sublevados al ser ocupada la ciudad de Barcelona. El Isaac Peral se salvó de la destrucción debido a la desorganización de las tropas republicanas. Aunque tenían puestas a bordo cargas explosivas para destruirlo, nadie apretó el botón. Después de una gran carena que se le efectuó en 1941, nunca volvió a navegar como submarino, siendo recalificado como buque de superficie. Quedó agregado a la Escuela de Submarinos para práctica y enseñanza de los alumnos y fue hundido durante un ejercicio junto a la Isla de Tambo en 1951.
El submarino C-4, por su parte, fue uno de los dos sumergibles que quedaron en servicio pleno tras la Guerra Civil de los seis de la Clase C, la de mayor desplazamiento dentro del arma submarina española. El submarino C-4 incluso estuvo comandado por oficiales rusos y cubanos en el conflicto, donde operó en aguas del norte y se encargó de realizar el primer servicio de correo submarino entre los puertos de Barcelona y Mahón (Isla de Menorca) en 1938.
El otro superviviente, el C-2, también participó en las prácticas navales donde se truncó el futuro del C-4 y permaneció en servicio activo hasta finales de 1947. Se hundió en 1951 en Estaca de Bares, cuando iba remolcado camino de Avilés para ser desguazado.
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