Archivo

El intento de la República de aplastar a la Falange que convirtió a Primo de Rivera en un mártir

En marzo de 1936, Manuel Azaña declaró a FE de las JONS un partido fuera de la legalidad, clausuró sus sedes en toda España y apresó a muchos de sus líderes

Cuando la República pisoteó los esfuerzos de José Antonio Primo de Rivera por evitar la Guerra Civil

José Antonio Primo de Rivera, en un mitin de Falange Española en el cine Madrid+ info
José Antonio Primo de Rivera, en un mitin de Falange Española en el cine Madrid - ABC
Actualizado:

Que el mito no oscurezca la realidad histórica. Falange Española (FE) no ascendió a pasos agigantados desde que fuera fundada en 1933 al calor del régimen republicano. A partir de que José Antonio Primo de Rivera llamara al «resurgimiento de una España grande, libre, justa y genuina» e insistiera en que «la violencia puede ser lícita cuando se emplea por un ideal que la justifique», el partido sufrió sus varios altos y sus muchos bajos. Si bien lograron un escaño en las elecciones de noviembre, en las que las derechas dieron un golpe sobre la mesa, antes de acabar el año se hallaban en una situación de cierta precariedad a nivel de afiliados.

La solución vino de la mano de las alianzas. En febrero de 1934, el partido se fusionó con las JONS –Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista–, el único grupo que ocupaba su mismo espectro político y que, gracias a sus dos años más de vida, contaba con un mayor nivel de experiencia. El resultado fue el alumbramiento de FE de las JONS . El Consejo Nacional de octubre terminó con la elección de Primo de Rivera como jefe único por delante de su rival directo, Ramiro Ledesma Ramos, y supuso un empujón para los unos y los otros. Pero ni así salieron del oscuro rincón político.

+ info
Acto fundacional de la Falange Española, celebrado en el Teatro de la Comedia - ABC

Los fríos datos avalan la realidad histórica. Entre 1933 y febrero de 1936, la Falange apenas había logrado atesorar unos 5.000 militantes; y, para colmo, ese mismo año estaban huérfanos de representante alguno en las Cortes. En parte es lógico. Por un lado, el grueso del espectro conservador –la clase media– recelaba de ellos por no apoyar de forma clara a la Iglesia Católica y dudaba de sus propuestas con respecto a la propiedad privada. Por otro, los trabajadores veían demasiada relación entre el grupo y los partidos fascistas que habían nacido en países como Italia de la mano de Benito Mussolini.

El grupo tan solo se vio aupado hasta la cima tras las elecciones de febrero de 1936; la victoria del Frente Popular provocó una reacción pendular en una derecha que se radicalizó. FE de las JONS empezó entonces a saborear las mieles del éxito. Aquella idea inicial de capitalizar votos de descontento de forma transversal se esfumó y la llegada de algunos elementos descarriados del JAP –Juventudes de Acción Popular– ansiosos de valerse de la violencia para arrebatar el poder a la izquierda permitió, ya sí, aglutinar apoyo social. De esta guisa se empezó a generalizar la idea de que lo único que separaba a la CEDA –la Confederación Española de Derechas Autónomas– de la Falange era el uso de las pistolas.

+ info
Acto fundacional de la Falange Española, celebrado en el Teatro de la Comedia - ABC

Según explica el historiador Juan Ignacio González en ‘La falange y sus hombres en la provincia de Huelva’, aquella lucha callejera –tildada por algunos autores como Paul Preston de «terrorismo falangista»– aumentó los afiliados a cientos. Lo cierto es que se sumó a la violencia en las calles de los sindicatos de izquierdas, de la que se suele hablar mucho menos; aunque eso no exonera a FE de las JONS de valerse de la dialéctica de «los puños y las pistolas» para crecer a nivel político. Y todo, bajo el paraguas de que los resultados electorales habían demostrado la ineficacia del sistema para «hacer frente a la invasión de los bárbaros».

El cenit se sucedió en marzo, cuando un grupo de extremistas intentó asesinar al diputado socialista Luis Jiménez de Asúa. Aquello provocó que Manuel Azaña declarara a la Falange fuera de la ley a mediados de mes e iniciara la clausura masiva de sus centros en toda España y la detención de sus líderes. ABC lo dejó claro en las siguientes jornadas:

+ info
José Antonio Primo de Rivera, en un mitin de Falange Española en el cine Madrid - ABC

«Fundamentan las autoridades dichas detenciones en el funcionamiento ilegal de la entidad citada y alegan que en los registros en ella practicados no se han encontrado libros de contabilidad, listas de socios, fichas ni documentos que determina la Ley de Asociaciones».

Primo de Rivera también fue apresado. El 14 de marzo, el fundador de la Falange y otros tantos de sus seguidores fueron detenidos a primera hora de la mañana. Aunque, por entonces, su delito no era el de rebelión, ese llegaría después, sino el de «quebrantamiento de la clausura gubernativa del local de Nicasio Gallego». José Antonio fue acusado de haber obviado la prohibición de hacer uso de un centro que, como explicó la prensa de la época, había sido cerrado el 27 de febrero después de que se hallaran en su interior «algún olvidado pistolón, algún cargador y alguna porra».

+ info
Primer acto de Falange Española - ABC

Como ese, otros tantos centros fueron clausurados bajo la orden de «suspensión de las funciones» del grupo. Así recogió el ABC, en su edición del 17 de marzo de 1936, la noticia del arresto bajo el titular de ‘El señor Primo de Rivera, procesado’: «Por orden judicial, en la noche del domingo ingresó en la cárcel, procesado por un delito de injuria a la autoridad, don José Antonio Primo de Rivera. Los demás detenidos por funcionamiento ilegal de los centros fascistas continúan a disposición del juez». El fundador de Falange ya no volvería a ser libre. A partir de ese momento, alrededor de su persona se fue encadenando una secuencia de procesos cuyo objetivo era que no abandonara la prisión.

+ info
Bombas, armamento y Municiones Hallados en el domicilio del jefe regional de Falange - ABC

Huelga señalar también que aquella campaña contra FE de las JONS hizo estallar la violencia; uno y otro bando se lanzaron a las calles para hacer valer su criterio a golpe de navaja y pistola. Un ejemplo es que, el 14 de marzo, una unidad de la Guardia de Asalto republicana abrió fuego durante una manifestación en la que se dejaron la vida media docena de obreros para evitar que se generalizaran los disturbios.

+ info
Jose Antonio Primo de Rivera, rodeado de los directivos y afiliados a Falange - ABC

Fue una pésima decisión que, además, provocó varios ataques contra colegios religiosos, las oficinas del periódico conservador ‘Diario de la Rioja’ y múltiples sedes de la Falange y la CEDA . La conflictividad social estaba, por entonces, a flor de piel.

Tal y como explica el hispanista Ian Gibson en ‘Vida, muerte y pasión de Federico García Lorca’, aquel golpe de la Segunda República contra la Falange «tuvo el efecto de radicalizar todavía más a la derecha». Y otro tanto sucedió con la imposición del Estado de Excepción, que otorgó «poderes especiales a la república y fue renovado mes tras mes hasta el estallido de la sublevación antirrepublicana en julio». Por descontado, hizo que más y más jóvenes se unieran a FE y de las JONS en las semanas siguientes. Sus miembros pasaron a la clandestinidad y se alinearon ‘de facto’ con aquella sublevación soterrada que comenzaba a barruntarse.