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El estafador del horóscopo

Un tal Clay Burton Vance decía adivinar la vida de cualquiera que le escribiera a un apartado de correos de París hace un siglo

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«¿Está este hombre dotado de facultades maravillosas? Muchas personas respetables afirman que él puede adivinar los acontecimientos de la vida como si estuviera leyendo en un libro abierto. ¿Desea usted saber todo lo referente a sus negocios, a su matrimonio, cambios, ocupaciones, amigos, enemigos, y lo que debe hacer para obtener éxito?», se preguntaba el primer anuncio que un tal Clay Burton Vance insertó en febrero de 1914 en ABC y 'Blanco y Negro'. En la nota publicitaria se decía que se regalaban horóscopos de prueba a todos los lectores del periódico y de la revista que lo solicitaran inmediatamente por escrito.

Este primer escrito no tenía desperdicio. Afirmaba que la atención «de las personas que conocen las ciencias ocultas» parecía concentrarse en la obra de Clay Burton Vance, «quien sin pretender poseer un poder sobrenatural, adivina la vida de las personas sin más indicios que la escritura de las cartas manuscritas que le dirigen sus clientes y las fechas de nacimiento que le someten».

«La indudable exactitud de sus revelaciones hace creer que, hasta hoy, los palmistas, profetas, astrólogos y videntes de diversas creencias, no han sabido aplicar los verdaderos principios de la ciencia de la adivinación», añadía el anuncio, antes de continuar con unas palabras del misterioso Vance cuando se le preguntaba por su método para obtener «estas revelaciones tan exactas».

«Simplemente he resucitado una ciencia antigua y la he transformado de tal manera, que me sirve de llave para descubrir a mi vista el carácter humano», sostenía.

Como testimonio de su «arte adivinatorio», reproducía una supuesta carta de un tal profesor Dixon, director del Observatorio de Lanka y miembro de la Societé Astronomique de Francia y de la Astronomische Gesellschaft de Alemania, en la que le decía estar muy satisfecho con el horóscopo que le había enviado «el cual no podría ser más exacto en todos sus detalles».

Para probar sus afirmaciones, Vance se mostraba dispuesto a regalar horóscopos de prueba a todos los lectores de ABC y Blanco y Negro, con «un relato exacto de su vida y una descripción minuciosa de su carácter, de su talento y de las oportunidades que se le puedan presentar durante el curso de su vida». Para ello era «indispensable» que «en seguida» mandaran su solicitud, con su nombre completo, el día, mes y año de su nacimiento (indicando si era señor, señora o señorita) y que copiaran con su puño y letra el siguiente verso en un papel: «Prodigiosos son sus dones / Así dice todo el mundo / Dígame, al leer mi vida / Si es mi porvenir fecundo».

Las cartas debían ser enviadas al Sr. Clay Burton Vance, Serie 2.216, Palais Royal, París, Francia. Y finalizaba diciendo, como si apenas tuviera importancia: «Si le parece bien, puede adjuntar timbres de su propio país por valor de 50 céntimos, para pagar los gastos de correo, oficina, etc.» Si el curioso no picaba el anzuelo, ni siquiera perdería dinero en su respuesta.

Anuncios como éste, con ligeras variaciones, aparecieron en ABC y 'Blanco y Negro' durante meses a lo largo de ese año de 1914. Después, los lectores no volvieron a saber de él. Pero Clay Burton Vance llevaba estafando por correo a incautos desde 1911 y continuó haciéndolo al menos hasta 1916 a través de periódicos de todo el mundo.

Los que enviaban su solicitud, entraban en una rueda en la que se les iba pidiendo más dinero a cambio de supuestas lecturas más extensas de su vida. Y como mucho, recibían unos impresos estándar, ya prefabricados, de acuerdo con su signo del zodiaco.

Las autoridades postales canadienses advirtieron en 1913 a sus empleados sobre este supuesto adivino en una circular, que actualmente se puede consultar en la Guía Postal de Canadá de 1912 a 1916. En ella se decía: «Se han observado en los correos circulares publicadas por Clay Burton Vance, Palais Royal, París, Francia, que ofrecen vender horóscopos por 3 dólares, y los administradores de correos deben estar atentos a esas circulares que se publican en París en sobres cuadrados tintados neutros y tratarlos de la misma manera que las circulares relacionadas con loterías ilegales. Las cartas no deben enviarse a la dirección de Clay Burton Vance, y no se le deben pagar los giros postales».

El caso fue denunciado en la prensa australiana. «Un impostor parisino», tituló el Sunday Times de Perth el domingo 6 de octubre de 1912. En Estados Unidos, se fue más lejos y el asistente del Fiscal General presentó en 1916 una demanda contra Vance por abusar del sistema postal, obteniendo dinero a través de correos con falsas y fraudulentas pretensiones y promesas. Una orden del Departamento de Correos prohibió a las oficinas emitir giros postales al estafador y ordenaron que todo el correo enviado a Vance fuera sellado como fraudulento.

Al parecer, Clay Burton Vance se mudó a Holanda pues también se extendieron las prohibiciones de la Oficina Postal de EE.UU. a CB Vance No 5 Groenedelstraat de La Haya. Pero, ¿quién era en realidad Clay Burton Vance? La revista Bitter Grounds, que investigó el caso y siguió su rastro por periódicos de todo el mundo, no logró identificar al estafador. Creía que podía ser el mismo profesor Knowles, con el que el periódico australiano Sunday Times lo relacionó.

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Tal vez fuera el mismo que se anunciaba en 'Blanco y Negro' desde 1911 y decía llamarse profesor Roxroy. Al menos, sus anuncios y su modus operandi era calcado al de Vance. Roxroy también decía poseer un «maravilloso poder para leer vidas humanas a cualquier distancia» que asombraba a cuantos le escribían. Y al igual que con Vance, para obtener una lectura de su vida, el curioso debía enviar su nombre, dirección, fecha de su nacimiento y su posición. Además, quien lo deseara podía acompañar el escrito con 60 céntimos en sellos del país para cubrir el franqueo, trabajo manual... Como en las estafas del parisino. Solo que en éstas debía enviarse las cartas a Kensington High Street, Londres.

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