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Hace 50 años

El «Erundino» de la televisión de 1970 que lo sabía todo sobre pájaros

El bedel Secundino Gallego saltó a la fama en el concurso «Las diez de últimas» y llegó a recibir la Cruz de Alfonso X el Sabio

Don Secundino Gallego Trigo, «el bedel de los pájaros», en el centro de la fotografía, se proclama en lucha cerrada con María del Saliente, a su lado (especialista en temas cervantinos) , ganador del «millón» en el concurso televisivo «Las diez de últimas», programa presentado por José Luis Pécker+ info
Don Secundino Gallego Trigo, «el bedel de los pájaros», en el centro de la fotografía, se proclama en lucha cerrada con María del Saliente, a su lado (especialista en temas cervantinos) , ganador del «millón» en el concurso televisivo «Las diez de últimas», programa presentado por José Luis Pécker
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No se llamaba Erundino, pero casi. Y no respondía a cualquier pregunta como el famoso integrante de los Los Lobos. De lo que sabía Secundino Gallego era de pájaros, pero de aves ¡vaya si sabía! Hasta podía imitar sus trinos. Tanta admiración despertó este bedel de la Universidad de Barcelona durante su paso por el concurso «Las diez de últimas», que pasó a ser conocido en toda España como «el hombre de los pájaros» y fue condecorado con la Cruz de Alfonso X el Sabio.

Don Juan Carlos impone la Cruz de Alfonso X el Sabio a Secundino Gallego+ info
Don Juan Carlos impone la Cruz de Alfonso X el Sabio a Secundino Gallego

Este gallego nacido en Lugo ganó un millón de pesetas en el programa que presentaba José Luis Pécker y que encumbró también a José Antonio Sanz Domínguez de Vidaurreta por sus conocimientos sobre Manolete

o al famoso montañero César Pérez de Tudela. Aquella era una pequeña fortuna hace 50 años, cuando el salario mínimo apenas llegaba a 120 pesetas.

José Antonio Sanz Domínguez, ganador de «Las diez de últimas» por sus conocimientos sobre Manolete+ info
José Antonio Sanz Domínguez, ganador de «Las diez de últimas» por sus conocimientos sobre Manolete

«Las diez de últimas» ponía a prueba a los concursantes sobre los temas que ellos mismos elegían. En una primera fase, el participante debía responder a 60 preguntas y solo podía fallar cinco para pasar a la final, en la que se enfrentaba a otro concursante que también hubiera superado la primera prueba. El duelo se decidía en cinco preguntas para cada uno y si se producía un empate, seguían respondiendo hasta que uno de los dos fallara. El premio de consolación para el perdedor era de 250.000 pesetas.

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Ya antes de pasar a la final Secundino Gallego se había convertido en el modelo de «español autodidacta y humilde, prudente y generoso, cauto, respetuoso y sencillo, que ni se engríe ni envanece con el triunfo y la fama», del español «que hace mucho y habla poco», que «ni se rebela ni se arrebola por lo que querría ser y no es y tiene a gala lo que es».

«José Luis Pécker, consciente de la calidad humana del señor Gallego, no pudo contener ni su emoción ni su alegría al concluir el espacio en que se proclamó vencedor, en espera de "Las diez de últimas"», relataba Enrique del Corral en este periódico el 8 de febrero, dando cuenta del bello gesto que había tenido con él su rival, la almeriense María del Saliente, que concursaba con el tema «Miguel de Cervantes y su obra». «Demostró su gran espíritu y bondad abrazando al señor Gallego por su victoria, "que me alegra más -dijo- que si fuera la mía"», destacaba.

«¡Qué bonita generosidad y comunicación humana ésta en "Las diez de últimas" en un mundo tan egoísta e insolidario... Aunque solo fuera por exponer caracteres así valía la pena haber inventado la televisión y "Las diez de últimas" de García de la Vega y Enrique de las Casas», remarcaba Del Corral.

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En la final, a María del Saliente le traicionaron los nervios a partir de la tercera pregunta y perdió en el último momento por contestar solo a medias la última pregunta. Gallego acertó cuatro de las cuestiones que le plantearon sobre «Las aves de España» y se proclamó vencedor del popular concurso.

Visiblemente emocionado, Gallego manifestó a José Luis Pécker que iba a invertir parte del premio en reproducir aves en cautividad, como el urogallo, en peligro de extinción.

A este aficionado a la Ornitología le tributaron numerosos homenajes, la marca «Nido» le fichó como asesor técnico de sus productos para aves y empujado por la fama publicó un libro sobre «Aves indígenas de España» (editorial Hispano Europea), colaboró con diversas publicaciones y participó en decenas de congresos, pero de entre todos los reconocimientos, hubo uno especial.

La Cruz de Alfonso X el Sabio

«Atendiendo a las circunstancias extraordinarias que de eficiencia y entrega a las tareas relacionadas con la investigación aplicada del Departamento de Zoología» concurrían en Secundino Gallego, el rector de la Universidad de Barcelona solicitó para él la Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, que le fue concedida por el ministro de Educación y Ciencia.

El bedel fue condecorado por el entonces príncipe Don Juan Carlos el mismo día en que se conocía que abandonaba sus antiguas funciones para ser promovido como conservador del Museo de Zoología de la universidad barcelonesa.

Con su fallecimiento en 2005, desapareció «uno de los pocos personajes que divulgaron la ornitología cincuenta años atrás, cuando esta disciplina no era ni mucho menos tan popular como en la actualidad», rezaba el obituario que se publicó en el boletín del Instituto Catalán de Ornitología.

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