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La entrevista perdida de ABC a Franco en plena Guerra Civil donde habló de la restauración de la Monarquía

Fue publicada con motivo del primer aniversario del comienzo de la Guerra Civil en la edición de Sevilla y en ella el futuro Caudillo coqueteó con esa idea que defendían muchos de sus generales, con los que se enfrentó en la posguerra cuando se perpetuó en el poder

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Entrevista a Franco publicada en una edición especial de Sevilla, el 18 de julio de 1937 - ARCHIVO ABC
Israel Viana
MadridActualizado:

El 18 de julio de 1937 se conmemoró en Sevilla el primer aniversario del ‘Alzamiento nacional’ , como lo habían bautizado las autoridades franquistas. Se celebró de una manera un tanto exagerada, si tenemos en cuenta que la Guerra Civil no había superado todavía su ecuador. Pero como la capital andaluza había sido la primera ciudad española en la que el golpe había triunfado, y teniendo en cuenta que el Boletín Oficial del Estado acababa de declarar Fiesta Nacional aquel mismo día, los sublevados no perdieron la ocasión, incluso, de rendirle un sentido homenaje a Queipo de Llano en la capital andaluza.

En aquel momento ABC era ya un periódico dividido entre la edición madrileña, que había sido incautada por el Gobierno republicano tras el fracaso de la sublevación en el cuartel de la Montaña, y la de Sevilla, que quedó en manos de los franquistas bajo la dirección de Juan Ignacio Luca de Tena, hijo del fundador del diario. Fueron los responsables de esta última quienes aprovecharon para sacar un número extraordinario, el 10.649, en el que se incluían textos firmados por el cardenal Isidro Gomá, arzobispo de Toledo; el general Antonio Aranda, protagonista del sitio de Toledo; el escritor José María Pemán y el mismo Queipo de Llano .

Pero por encima de estos artículos, sin embargo, aquel número incluía uno de los documentos más importantes de la época: la primera entrevista concedida por Franco desde que comenzó la guerra , en la que no solo analiza lo que, en su opinión, han sido los primeros 365 días de conflicto, sino en la que también anuncia lo que iban a ser (o pretendía que fueran) los cuarenta años siguientes de la historia de España. «Sería cándido e inútil que yo intentara describir ahora su figura, popularizada en miles de retratos, pero, ¿cómo es el general ‘por dentro’? Eso es más interesante», comenzaba la mencionada ‘interviú’, firmada por el marqués Luca de Tena, de la que se imprimieron 25.000 ejemplares, por petición de Carmen Calvo, para que fueran repartidos entre los soldados del bando nacional.

'Una hora con el Generalísimo'

Sobra decir que la entrevista no apareció en el ABC republicano, puesto que ambas ediciones eran completamente independientes. De hecho, en algunos momentos de la guerra esta no era más que un cuadernillo de cuatro páginas, sin imágenes, del que apenas se distribuían 10.000 ejemplares, mientras que el ABC nacional contaba con más de 30 páginas y amplias fotografías. En Sevilla parecían haberse quedado con los medios y el dinero, y llevaron a Franco a la portada con una gran fotografía de rodillas para arriba, en la que miraba con media sonrisa hacia un lado, mientras sujetaba un bastón y unos guantes con las manos entrelazadas a la altura de la cintura.

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Segunda página de la entrevista a Franco - ARCHIVO ABC

El titular, bien grande y en la parte superior, anunciaba: ‘Una hora con el Generalísimo’. Y en el amplio subtítulo, las principales ideas esbozadas por el futuro Caudillo a modo de esquema: «El movimiento nacional no es una sublevación militar. Al Ejército no le es lícito sublevarse contra un partido, pero tiene el deber de defender a la patria en peligro de muerte. Madrid es la ciudad sacrificada por los rusos. En Asturias, 30.000 bajas rojas. El futuro Gobierno. El pasado y el futuro español. Justicia social compatible con las posibilidades económicas. Desaparición de la lucha de clases. España y el Vaticano. Ejemplaridad de la aristocracia. Una fotografías que no son de Guernica...».

Lo más interesante, sin duda, es cuando Franco analiza la posibilidad de restaurar a la Monarquía. Una opción que muchos de sus generales defendieron, llegando incluso a enfrentarse con Franco al finalizar la Guerra Civil. Tella, Aranda, Varela, Galarza, Solchaga y Ponte, entre otros, se atrevieron a presionar y trabajar en la sombra para desplazar al dictador, ya que ponían en cuestión su opción del mando único y querían restablecer a la Familia Real, ese «modo de gobierno genuinamente español, que hizo la grandeza de nuestra patria», tal y como le escribieron al Caudillo en una carta de septiembre de 1943.

La Monarquía, «una posibilidad»

Están son las preguntas de Luca de Tena y las respuestas de Franco al respecto:

«—Mi General, sus reiteradas apelaciones al ‘pasado español’, a la España de los Reyes Católicos, a la posibilidad de restaurar en España ‘el régimen secular que forjó unidad y grandeza’ han sido apasionadamente comentadas. ¿Me permite preguntarle si encierran una promesa a lo que muchos ansiamos, por creer que de ellos depende la futura tranquilidad y el bienestar de España?

El general hace una pequeña pausa a la hora antes de responder. Lo veo meditar sus palabras. Y, al fin, dice:

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Tercera página de la entrevista a FrancoARCHIVO - ABC

—Encierran lo que expresan literalmente. He hablado, en efecto, de una posibilidad. Añadiré que esta posibilidad necesariamente ha de estar sujeta a las circunstancias del momento y del ambiente. Sobre este tema mis preferencias son conocidas desde muy antiguo, pero ahora no cabe pensar más que en terminar la guerra. Luego habrá que liquidarla, después construir un Estado sobre bases firmes... Entretanto, yo no puedo ser un poder interino.

—Muy interesante, mi general…

—Si el momento de la Restauración llegara, la nueva Monarquía tendría que ser, desde luego, muy distinta de la que cayó el 14 de abril de 1931. Distinta en el contenido, y, aunque nos duela a muchos, pero hay que atenerse a la realidad, hasta en la persona que la encarne. Sería, si el momento llega, un nuevo lazo de unión entre el nuevo estilo e ímpetu de las juventudes que están luchando y las glorias tradicionales de España.

—¿Es cierto, mi general, que el Príncipe Don Juan le ha escrito no hace mucho, solicitando venir a luchar al lado de sus compatriotas?

—Exacto. Don Juan de Borbón, de cuyo talento, discreción y simpatía tengo el más alto concepto, ya intentó aproximarse al frente a primeros de agosto, y hubo que rogarle que saliera de España por razones fácilmente comprensibles. Posteriormente me ha escrito alegando su carrera de marino, comenzada en España y terminada en Inglaterra. Solicitaba de mí un mando en un barco de guerra, acorde con su graduación, y se comprometía, para evitar posibles conflictos, a no desembarcar nunca ni recibir a bordo ninguna visita. Pero yo no puedo acceder a sus deseos. Mi responsabilidad es muy grande y tengo el deber de no poner en peligro una vida que algún día puede sernos preciosa. Debe tener en cuenta, además, que actualmente hay dos bandos de españoles en guerra, uno de los cuales está influido por tenebrosos poderes internacionales y esclavizado por el látigo de los rusos. Pero ya los echaremos del todo, y cuando en España no queden más que españoles, si alguna vez en la cumbre del Estado vuelve a haber un Rey, tendría que venir con el carácter de pacificador y no debe contarse en el número de los vencedores.»

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Franco, durante la Guerra Civil - ARCHIVO aBC

El Rey que nunca llegó

Esta entrevista se producía tres meses después de que concluyera la batalla de Guadalajara y de que se iniciara la campaña del norte con el ataque de los franquistas a la franja del Cantábrico. Un mes antes, los republicanos habían perdido Bilbao sin que el Gobierno del socialista Juan Negrín , instalado en Valencia, hubiera podido hacer nada, y el 6 de julio de 1937 Franco había lanzado la batalla de Brunete . Así andaban las cosas, con Madrid resistiendo las embestidas de los nacionales y el general gallego poniendo sobre la mesa una ideas que distaban de las que, tras su victoria en 1939, puso en marcha.

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Artículo de Queipo de Llano en la misma ediciónARCHIV - ABC

La mencionada misiva de septiembre de 1943 no fue más que una de las acciones llevadas a cabo por los militares monárquicos, que llevó a Franco a actuar con la dureza y la urgencia necesarias como para dilapidar rápidamente sus intenciones. A pesar de ello, hasta formaron un comité encabezado por el letrado del Consejo de Estado Eugenio Vegas Latapié , encargado de tantear a los generales afines a la restauración del Rey. Uno de los mayores defensores fue el general Aranda, a quien el historiador Paul Preston calificó como «el más enérgico y vocinglero de los conspiradores».

El famoso Alfredo Kindelan , pionero y creador de la fuerza aérea española, fue uno de los que tuvo claro que el poder civil y militar acumulado por Franco durante la guerra, en parte con su ayuda, debía acabar nada más terminada esta. El objetivo era dar paso a Don Juan de Borbón, pero Franco ya había dejado claro en la entrevista que, si la Monarquía llegaba, nunca sería encarnada por este. Pero Franco consiguió salirse con la suya actuando con dureza sobre los integrantes de cada reunión secreta de la que tenía constancia, con un destino forzoso, una degradación, un destierro, un encarcelamiento o el envío directo a la reserva, sin importar las hazañas que estos hubieran acumulado a sus servicio.