La encendida reprimenda de Ramón y Cajal a un fotógrafo que le retrató sin permiso
«¡Es intolerable! ¡Es una vergüenza!...¡Botarate!» le gritó al joven reportero gráfico, que se marchó corriendo
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Santiago Ramón y Cajal es el científico español más importante y el más conocido. Pero quizá alguno no sepa de su afición a la fotografía, a la que dedicó mucho tiempo. Autor de numerosas imágenes, publicó además un magnífico libro, «La fotografía y los colores». Aseguraba que la técnica fotográfica es lo único auténtico porque representa la vida tal como es. Son numerosas las fotografías que nos han llegado de él, custodiadas con mimo por el CSIC dentro del «Legado Cajal». Algunas de las que tenemos de él trabajando en su laboratorio son obra suya. Y hay otras de su familia e incluso de un Madrid costumbrista que tienen bastante calidad.
Don Santiago era un hombre de carácter.
Y no le gustaba mucho que nadie le retratase. En un magnífico reportaje publicado en la revista «Estampa» el 8 de octubre de 1932, el fotógrafo Díaz Palomo contaba que la fotografía que más trabajo le había costado conseguir era la de Ramón y Cajal. El redactor jefe le dijo que tenía que retratarle en su casa, tomando café, charlando con algún amigo, leyendo…El fotógrafo preguntó, ingenuo: «Le digo que las fotos son para el periódico, ¿verdad?». «Más vale que no le diga nada - respondió el jefe- no se acerque mucho. Le molesta que le fotografíen».
El fotógrafo marchó al café del Prado, donde sabía que recalaba Ramón y Cajal. Le hizo una foto al bajarse del automóvil sin que este se diera cuenta. Entró en el café y el fotógrafo se sentó en una mesa. Abrió un periódico y montó una cámara detrás de él. Rompió un poco el diario y enfocó al sabio. La foto de don Santiago leyendo un periódico estaba hecha. Pero éste se había dado cuenta de los manejos del pobre fotógrafo al que comenzó a reprenderle: «¡Es intolerable! ¡Es una vergüenza!...¡Botarate!». No se quedó con más porque el joven reportero gráfico salió corriendo. Seguro que le zumbarían en los oídos aquello de «Botarate».
Es probable que Santiago Ramón y Cajal no se hubiera molestado tanto si le hubiesen pedido permiso. Como ya decíamos al principio, era un gran aficionado a la fotografía, casi un profesional, y conocía la técnica. Y le gustaba mucho la fotografía. Pero naturalmente consideró el incidente una intromisión a su intimidad. Hemos traído hoy para ilustrar la anécdota una fotografía hecha en la biblioteca de la redacción de ABC, en la que posa con las gafas en la mano. Y seguro que no llamó Botarate al fotógrafo Julio Duque (ca.1870-1936). Este trabajó en la revista «Blanco y Negro» desde su fundación. Pionero en el uso del magnesio, lo que posibilitó poder fotografiar lugares y situaciones antes imposibles, acompañó a la Familia Real durante muchos años. Monárquico convencido y reconocido, fue asesinado al comienzo de la guerra civil española. En su memoria la Dirección General de Prensa creó el Premio Julio Duque para el mejor trabajo gráfico en 1953.
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