El embajador de España que se encaró con Fidel Castro en la televisión cubana
Juan Pablo de Lojendio irrumpió en el estudio tras escuchar al dirigente cubano unas imputaciones que estimó injuriosas
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Juan Pablo de Lojendio, marqués de Vellisca y embajador de España en La Habana, se encontraba aquella noche del 20 de enero de 1960 en su residencia, siguiendo por televisión uno de esos larguísimos discursos de Fidel Castro. Desde su ingreso en la carrera diplomática en 1930, Lojendio había desempeñado su misión con éxito en diversos destinos en América y Europa. A Cuba había llegado en 1952 y se había distinguido por su acción humanitaria durante la cruenta guerra civil que apartó del poder al general Fulgencio Batista y aupó al líder revolucionario comunista. Gozaba, por tanto, de una larga experiencia diplomática, pero aquel día se dejó llevar por su vena patriótica cuando oyó a Castro atacar violentamente a España, acusando a la embajada de «actividades contrarrevolucionarias» contra el Gobierno cubano.
Indignado, Lojendio se subió inmediatamente a su automóvil, se dirigió hasta la emisora de televisión y entró en el estudio donde el dirigente cubano seguía con su perorata.
+ info«El señor Lojendio dijo al director del programa, Alfredo Muñoz Pascual, que había sido "injuriado" por las manifestaciones de Fidel Castro. Subió a la plataforma en la que se encontraba el jefe del Gobierno y pidió que se le dejara contestar ante el micrófono», relató en aquel entonces ABC.
+ infoCastro, «claramente enojado», según la crónica, preguntó a Lojendio, con voz contenida, si tenía «permiso del jefe del Gobierno para hablar» y el embajador replicó que «no había pedido permiso porque había sido ofendido». Mientras, policías, guardaespaldas de Castro, periodistas y operarios de la televisión rodearon al embajador español.
+ infoEl incidente comenzó a las 12.38 de la noche (6.30 de la madrugada, hora española). La emisión de televisión fue interrumpida entre el griterío que se formó, aunque las voces continuaron siendo escuchadas. Siete minutos más tarde, se reanudaba la emisión mientras el diplomático vasco se retiraba del estudio acompañado por varios oficiales del Ejército cubano.
Fidel Castro conminó al embajador a abandonar Cuba en 24 horas y la orden fue inmediatamente transmitida por el presidente Osvaldo Dorticós con estas palabras: «Enfrentado con este extraño caso, nuestra dignidad nacional y nuestro sentimiento patriótico no permite otra decisión que la anunciada por el jefe del Gobierno. Esta es, desde luego, la decisión oficial de nuestro Gobierno».
+ infoCastro ordenó, además, el regreso del embajador cubano a Madrid y acusó al diplomático español de haber abusado de su situación.
Lojendio, por su parte, realizó la siguiente declaración: «Esta noche estaba escuchando en la televisión las declaraciones del jefe del Gobierno y oí, con auténtica sorpresa, algunas manifestaciones calumniosas que me afectaban. Inmediatamente me dirigí a los estudios de la emisora de televisión «Telemundo», acompañado por un consejero de Prensa, con el único propósito de pedir al locutor del programa que me autorizase para rechazar, ante el pueblo de Cuba, las calumnias de las que había sido objeto por parte del jefe del Gobierno. El comandante Fidel Castro se opuso violentamente a mi petición del derecho de réplica y su actitud fue apoyada por otros oficiales y algunas personas reunidas en el estudio. No obstante, éstos no podrán impedir que el pueblo de Cuba conozca mi protesta contra las calumnias. Esto es lo único que diré por el momento».
El incidente fue seguido con extraordinario interés desde Washington, donde se estimó que era «una consecuencia del bronco clima nacionalista y de la violencia verbal» que el régimen de Fidel Castro había creado en Cuba.
+ infoLojendio regresó a Madrid, pero antes de abandonar La Habana declaró al «Diario de la Marina» de la capital cubana: «Sé muy bien que mi demanda de inmediato derecho de réplica al sentirme injustamente atacado por el primer ministro del Gobierno no se ajusta a las normas diplomáticas tradicionales. Pero estas normas fueron quebradas por el propio primer ministro al calumniar a la embajada de España en un programa televisado para todo el país».
+ infoTras el incidente, España y Cuba mantuvieron relaciones a nivel de primer secretario de Embajada durante quince años hasta que en 1975 fueron nombrados nuevos embajadores. Según explicó Serafín Fanjul, de la Real Academia de la Historia, «el general Franco entendió que «Cuba era algo nuestro y por eso eludió las presiones norteamericanas para que formásemos en el rebaño de boicoteadores y mantuvo las relaciones diplomáticas (incidente Lojendio incluido), comerciales y de comunicación aérea» pese a que estaba en las antípodas ideológicas de Fidel Castro, «quien al fallecer el general, decretó tres días de luto oficial en la isla».
Lojendio continuó su carrera diplomática en otros destinos y falleció a los 67 años, en 1973, siendo embajador de España ante la Santa Sede.
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