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Los discursos del joven Santiago Carrillo ante 35.000 personas antes de la Guerra Civil y de afiliarse al PCE

No había cumplido 20 años, pero el futuro dirigente comunista ya era muy conocido en la escena política española por su visión radical del socialismo

Santiago Carrillo dando un discurso de las Juventudes Socialistas Unificadas, en 1936, con 21 años de edad+ info
Santiago Carrillo dando un discurso de las Juventudes Socialistas Unificadas, en 1936, con 21 años de edad - ARCHIVO ABC
Israel Viana
EspañaActualizado:

Santiago Carrillo murió en 2012 con 97 años. Casi todos ellos los dedicó a la política, como prueban las noticias que aparecen sobre él, en ABC, desde 1933, como aquella en la que se informaba del juicio que tuvo por un artículo que había escrito para ‘El Socialista’, donde daba rienda suelta a su vertiente más radical. En aquel momento era la viva imagen de su padre, Wencesalo, un ejemplo para él desde los tiempos en que este trabajaba como metalúrgico en la fábrica Orueta, en Gijón, y era un destacado sindicalista y miembro del PSOE.

Noticia sobre el mitín en Zaragoza de Carrillo, en 1936+ info
Noticia sobre el mitín en Zaragoza de Carrillo, en 1936 - ARCHIVO ABC

Al cumplir los 8 años, Carrillo se marchó junto a su familia a Madrid, donde su padre accedió a la dirección de UGT y fue contratado como redactor de ‘El Socialista’.

En 1930, él mismo empezó a colaborar con este diario y acabó encargándose de la información parlamentaria durante la Segunda República, codeándose con grandes del periodismo como Wenceslao Fernández Flores, de ABC. Su visión del socialismo en aquel momento era tan extrema que acabó siendo encarcelado en la Revolución de Asturias en 1934, compartiendo celda precisamente con su progenitor.

Carrillo había dejado de ser un desconocido en la escena política española antes de cumplir los 20 años. No eran pocas las veces que era citado en la prensa. Este mismo diario informaba de la multa de 30.000 pesetas que se le impuso, como miembro destacado de las Juventudes Socialistas, por su papel en la huelga general de 1934. También contamos su discurso en nada menos que el Estadio Metropolitano de Madrid, donde protestó por el decreto que prohibía la intervención de los menores en la política. «Carrillo no considera una solución que haya un gobierno de izquierdas, el cual no podría socializar las fábricas ni dar la tierra al pueblo. Preconiza la guerra a la burguesía y vitorea la revolución», podía leerse.

Santiago Carrillo, a la izquierda, en una asamblea de la Juventudes Socislistas Unificadas, en 1936, antes de afiliarse al PCE+ info
Santiago Carrillo, a la izquierda, en una asamblea de la Juventudes Socislistas Unificadas, en 1936, antes de afiliarse al PCE - ARCHIVO ABC

La fama del joven Santiago crecía exponencialmente en los turbulentos días de la República, cuando ni siquiera se había afiliado todavía al Partido Comunista de España. Un mes antes de que estallara la Guerra Civil, en ABC podía leerse el siguiente titular: ‘Mitin marxista en Zaragoza’. En la noticia se informaba de un acto celebrado en la plaza de toros de la capital aragonesa, «ante 35.000 almas», en la que Carrillo intervino por las Juventudes marxistas-leninistas. «Ensalzó la figura de Largo Caballero y la unión de socialistas y comunistas. También llamó ‘héroes de barraca que recorren el país haciendo el ridículo’ a los que discrepan de la política de Caballero», se contaba.

Desde ese momento y hasta su muerte, Carrillo transitó todas las etapas del siglo XX español como uno de sus principales protagonistas, pero su biografía parece girar en torno a una fecha: el 6 de noviembre de 1936. Ese día, cuatro meses después de comenzar la guerra, fue nombrado Consejero de Orden Público por la Junta de Defensa de Madrid, ingresó finalmente en el PCE y, sobre todo, empezaron las matanzas de Paracuellos del Jarama, las mismas de las que fue responsabilizado durante las últimas décadas de su vida y de las que él siempre se desmarcó a pesar de las pruebas presentadas por varios historiadores, como Paul Preston, no precisamente sospechosos de ser afines al franquismo. «La verdad es que empecé a oír hablar de Paracuellos bastantes años más tarde», se justificó en sus ‘Memorias’ (Planeta, 1993).

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