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El desembarco que inspiró el Día D, contado en vivo por Corrochano: «Nada les detiene. Van dando vivas a España. Muertos o vivos, van a Alhucemas»

El corresponsal de ABC embarcó junto con las tropas españolas y narró esta histórica operación aeronaval desde primera línea

Alhucemas (Marruecos), 08/09/1925. Desembarco de tropas españolas en Alhucemas+ info
Alhucemas (Marruecos), 08/09/1925. Desembarco de tropas españolas en Alhucemas
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«¡Señores, ya estamos en tierra!», anunció exultante el general Navarro a los periodistas que aguardaban a conocer las últimas noticias sobre la Guerra del Rif aquel 8 de septiembre de 1925 en Madrid. El general Miguel Primo de Rivera había enviado al Rey y al Directorio militar un radiograma desde el acorazado Alfonso XIII en el que confirmaba que a las doce del mediodía las tropas que comandaba el general Leopoldo Saro habían desembarcado con éxito en la bahía de Alhucemas.

Hasta 13.000 hombres participaron en este primer desembarco aeronaval de la historia que serviría de inspiración a Eisenhower para llevar a cabo el de Normandía durante la II Guerra Mundial, el famoso Día D. La operación, planificada minuciosamente por España y Francia, incluyó 160 aviones, 36 navíos menores, 58 transportes marítimos, un portahidroaviones, seis cruceros, tres acorazados, 17 tanques y 24 piezas de artillería.

08/09/1925. Desembarco de Alhucemas. Aviones Potez en línea esperando órdenes+ info
08/09/1925. Desembarco de Alhucemas. Aviones Potez en línea esperando órdenes

El enviado de ABC Gregorio Corrochano había subido a bordo de una de esas embarcaciones en Ceuta y siguió en primera línea el desarrollo de esa histórica operación que conduciría meses después a la derrota del líder rebelde Abd el Krim. Las crónicas de este conocido crítico taurino, que en aquellos años hizo carrera como corresponsal de guerra, tardaron en llegar a la redacción del periódico. Se publicaron el 10 de septiembre.

La partida desde Ceuta

Su dietario del desembarco comenzó precisamente en Ceuta, «el punto de encuentro donde se habían dado cita el Ejército y la Marina». El 6 de septiembre de 1925 toda la ciudad iba y venía en un movimiento que el corresponsal de ABC describió como «desusado y desconocido». En el hotel Majestic se estaban celebrando conversaciones capitales entre los altos mandos, pero en un aparte, la duquesa de la Victoria y el doctor Gómez Ulla iban más allá, ocupándose de las consecuencias del combate que se preparaba. «Son la realidad en pos de los sueños de gloria», anotó Corrochano.

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En el puerto se apiñaban las embarcaciones «como si buscaran unas el apoyo y el calor de las otras». En una de ellas partiría poco después el periodista para dar cuenta a sus lectores de la operación secreta que se iniciaba: «Nos vamos; no sabemos adónde, aunque todos lo presentimos. Van saliendo los barcos, los transportes de combate. Van lentos, esperándose, reuniéndose a la salida. Ceuta va quedando atrás. En el muelle, en las terrazas, los que quedan nos dicen adiós, sin tristeza, silenciosamente, con un saludo digno. Ceuta, esta noche, después del día tumultuoso, más que dormida parecerá muerta. Nos encontramos en Río Martín y a la madrugada partimos. Es un domingo. El mar descansa en este día festivo, no trabaja, no se mueve. Parece un paseo por un lago. Vamos a la guerra. ¡Cuesta trabajo creerlo! La excursión marítima es encantadora. Siento el anhelo de vivir en esta naturaleza tan propicia, y vamos, sin embargo, a la guerra. Vamos sin rencor, sin odio. Por hoy sólo queremos vivir. El ambiente aquí no es de lucha. Sin embargo, parece que para vivir mejor hay que luchar. Es inevitable. Pues vamos. Da pena pensar que los hombres que hacen estos barcos para gozar el mar no hayan sabido suprimir la guerra».

Al pasar frente a Uad Lau simularon un desembarco para engañar a los rebeldes sobre sus intenciones. «De los barcos pasamos a las barcazas de desembarco, pero no desembarcamos. No es ése el propósito. En las barcazas pasamos por donde ya no cabían los barcos muy voluminosos», contó Corrochano. Las tropas que habían partido de Melilla también efectuaron una operación de castigo y de distracción en Sidi Dris para continuar al atardecer hacia la bahía de Alhucemas.

Al concluir la tarde continuaron en su lento avance, cuidadosos de guardar las distancias. Iban más de 80 unidades. Así, en la noche, sin apresuramientos, entraron en la parte de Alhucemas. Apagaron las luces, como si fueran piratas o contrabandistas. Pasó veloz un barco de la Tabacalera, de los que perseguían el contrabando. Pero siguió. «Va y viene, dicen, llevando órdenes. A mí me sigue pareciendo que nos busca, y temo por un mazo de cigarros que llevo para el viaje», confesó el reportero.

Alhucemas (Marruecos), 08/09/1925. Guerra de Marruecos. Desembarco de Alhucemas
Alhucemas (Marruecos), 08/09/1925. Guerra de Marruecos. Desembarco de Alhucemas

Llegó la medianoche. El «Extremadura» guiaba la expedición. El resto le seguía, sin saber adónde, aunque lo presentían. Con las primeras luces del lunes, 7 de septiembre, la escuadra permanecía en el mismo orden de formación. «Es una dama que sabe dormir sin despeinarse», comparaba Corrochano. Hacía poco que habían pasado el Peñón de Vélez y costeando Bocoya se acercaron a Morro Nuevo. «Ahora estamos a la misma altura que se perdió el «Concha». La costa acantilada está defendida por un suceso geológico contra los desembarcos. Seguimos».

Divisaron la playa de La Cebadilla, defendida por una batería. Los barcos de guerra se acercaron, poniéndose a tiro. «Esperamos. Nada. No tiran. El enemigo, astuto, no quiere descubrirse. Espera. Así transcurren las primeras horas de la mañana, una mañana un poco nebulosa. Los aviones rompen el fuego poco intenso. Un hidroplano que salió del Dédalo vuelve a él. Los buques acortan la distancia. El enemigo no tira. Espera. Acecha presa más segura; es tranquilo y cauto; quiere aprovechar su situación y usar de sus municiones con rendimiento, sin malgasto».

Llegó una orden. La operación se aplazaba 24 horas. Les mandaban seguir a Sidi Dris, aunque la escuadra terminaría por hacer alto en la bahía y disparar hasta que se hizo de noche. «No vamos a Sidi Dris. Retrocedemos y pasamos la noche cerca del que ha de ser el objetivo en amaneciendo. Todos los barcos desplegados, y esta noche encendidos, hacen de la solitaria costa playa de turismo. Un cañonero pasea su reflector como para ver si estamos todos, y luego enfoca al cielo (...) A un portavoz que pregunta: "¿Qué barco tiene usted a popa?" se le responde: "El Lobo". Replica el portavoz: "¿Sabe usted dónde está el Hespérides con la barca?. Se le contesta: «Por el lado de babor". "Muchas gracias". Y el barco se aleja».

Los soldados volvieron a ocupar las barcazas de desembarco y se los llevaron a remolque. En la playa de Alhucemas y cercanías del Morro se veían hogueras que, por su alineación, Corrochano dedujo que alumbraban trabajos de trincheras. «Los últimos toques a las fortificaciones, donde han de esperarnos mañana».

«Un torpedero, a tiro forzado, llameando por la chimenea, comunica órdenes del Estado Mayor. El heliógrafo del Mando dice: "Rumbo Norte, siete millas". Nos ponemos en marcha. La noche, encapotada, no deja ver la luna. El barco del reflector nos traza un camino en el mar. Y le seguimos», continuó el corresponsal de ABC. Su siguiente crónica la transmitió desde Málaga el 9 de septiembre a las doce de la noche.

Alhucemas (Marruecos), 08/09/1925. Desembarco de tropas españolas en Ixdaín+ info
Alhucemas (Marruecos), 08/09/1925. Desembarco de tropas españolas en Ixdaín

«A las dos de la tarde piso tierra de Alhucemas. Y siento el descanso del peregrino que cumple su promesa. Desde el año 21 tengo este anhelo, que me ha durado cuatro años», confesó Corrochano, quien debía recordar en esos momentos el terrible desastre de Annual en el murieron más de 10.000 españoles. Había desembarcado en la playa de Ixdain. En la de la Cebadilla se estaba efectuando un reconocimiento y los ingenieros hacían estallar las numerosas minas que se estaban encontrando. Indicio, constataba el periodista, de que por allí esperaban el desembarco.

Empezaban a llegar los heridos, aún pocos. El fuego se mantenía metódico, sin estridencias de descargas cerradas. A las tres de la tarde, Corrochano vio al general Saro subir por la playa. En el grupo iban el coronel Franco y otros jefes. «El cañón enemigo tira. largo. El proyectil cae en el mar. Segundo disparo: en tierra. Tercer disparo: a 20 metros del grupo del general». Todo el campo estaba sembrado de metralla y surcado de zanjas y trincheras.

Alhucemas (Marruecos), 08/09/1925. Cañón tomado al enemigo al desembarcar en la playa de Cebadilla las fuerzas del Tercio+ info
Alhucemas (Marruecos), 08/09/1925. Cañón tomado al enemigo al desembarcar en la playa de Cebadilla las fuerzas del Tercio - José Zegri

«Al caer la tarde -escribió Corrochano-, el enemigo se defiende en los Cuernos de Xauen. Los nuestros han llegado hasta la Rocosa, y allí se intensifica el fuego. La escuadra tira a la aguada que los separa, donde hay enemigo oculto y al abrigo de los ángulos muertos. Así se hace de noche. Los barcos de la escuadra tocan oración y arrían la bandera. Todos los hombres se cuadran y saludan. Los combatientes rezan con sus fusiles, sus oraciones de muerte. Sigue el combate».

El Día D español

Llegó el martes 8 de septiembre de 1925, el momento decisivo. Así lo narró Corrochano:

«Desde que amanece se ve que hoy es "el día". A la preparación sorda, continua de la Aviación, se simultanea la estridente de la escuadra. A media mañana el espectáculo es soberbio, inenarrable. Todas las bocas de fuego disparan. El aire vibra con tal fuerza, que nos sacude los gemelos de campaña y nos desvía la visual. Arden el aire y el mar. La tierra se remueve como si se abriera y soltara bocanadas de humo. Cada repliegue, cada cresta, es un volcán. Las barcazas se van acercando a la playa de desembarco. Ya llegan, ya llegan... ¡Oh, momento de intensa emoción! Se borra la tragedia con la grandiosidad. Soberbio espectáculo; bárbaro, terrible, pero único en la vida. Y es el confín con la muerte.

Apiñados en las barcazas van delante los legionarios, las harcas de Tetuán y Larache, los Regulares. Pero aún hay quien va delante: un bote de la escuadra, que va de guion, con el jefe de Estado Mayor Sr. Boado. Los barcos y la Aviación intensifican el fuego para abrir más horizonte, para ensanchar la zona de desembarco. Todo da sensación de cataclismo. En las barcazas ya próximas, se oye llamar al enemigo. Tira con ametralladoras y los impactos retumban en la bodega como si llamara con los nudillos en la puerta con mucha prisa. La harca del invasor sigue con la proa a los tiros. Nada les detiene. Van dando vivas a España y a la Legión.

Alhucemas (Marruecos), septiembre de 1925. Guerra de Marruecos. Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco, entre otros, durante el desembarco de Alhucemas.+ info
Alhucemas (Marruecos), septiembre de 1925. Guerra de Marruecos. Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco, entre otros, durante el desembarco de Alhucemas.

Muertos o vivos, van a Alhucemas. De esto no hay duda. Un movimiento brusco, que les empuja a unos contra otros en estrecho abrazo, les detiene. ¿Quién detiene a la Legión? ¿Los hombres? No. La tierra. Es que han embarrancado.

Saltan con majeza, rápidos, anhelosos y se esparcen por la amarilla playa legionarios y harqueños. La playa es un acantilado de arena, con lo que quiero expresar que no tiene la delicada pendiente de las playas, sino que está bruscamente interrumpida, cortada, y al salir de las barcazas caen los soldados con el agua al pecho. Con los fusiles en alto desembarcan. ¡Oh, soldados españoles! ¿Quién dudó de vosotros? Bien merecéis que se cree para vuestro pecho la cruz de Alhucemas.

Desembarco en Alhucemas+ info
Desembarco en Alhucemas

Serían las doce, esa hora tan española, tan patriarcal del yantar familiar, y el sol en el cenit cuando coronan las crestas y plantan sus banderas. Y, ya organizados, van derechos a escalar por la izquierda Punta de Frailes, donde el enemigo tiene emplazada una batería. Por la derecha van camino de la rocosa, en dirección a los Cuernos de Xauen.

(...)«¡Cómo latirá el corazón de los prisioneros al oír la voz vengadora de España! Día de intensa emoción, que ya no volveremos a sentir. Los que hemos asistido al desembarco de Alhucemas sabemos lo que es vivir la nacionalidad. Sabemos lo que es tener el corazón como un reloj parado, al que se nos hubiera olvidado darle cuerda. Y es que aquí nos olvidamos de nosotros mismos. Un nuevo gesto, una nueva sensación he sentido; algo que está entre el reír y el llorar. No sé cómo definirla, no sé cómo se llama. Acaso se llame España. Tiene también una fecha: 8 de Septiembre».

La ofensiva continuó en los días siguientes y Corrochano siguió relatando sus pormenores, pero aquella fecha del 8 de septiembre no la olvidaría nunca.

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