Los crímenes del Huerto del Francés: un sórdido caso de asesinos en serie en Sevilla
Seis personas fueron asesinadas en el pueblo sevillano de Peñaflor
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El del Huerto del Francés fue un caso muy mediático, diríamos hoy en día. Las detenciones, el juicio y la ejecución mediante garrote vil de los autores de seis asesinatos en el pueblo sevillano de Peñaflor se siguió con enorme curiosidad por la sociedad de la época. Las películas que se hicieron posteriormente y ese aire de crimen de la España profunda le confieren un raro interés.

Pero fueron crímenes con una motivación simple, poderosa y eterna: el dinero que robaron a cada uno de los seis pobres desgraciados que cayeron en manos de José Muñoz Lopera y Juan Andrés Aldije, apodado «El Francés», dueño de un huerto donde se llevaron a cabo los asesinatos. Todo comenzó con la desaparición de Miguel Rejano, vecino de Posadas, en noviembre de 1904.
Su mujer denunció el hecho, pero no le hicieron mucho caso. Tras recibir un anónimo que acusaba a Aldije, decidió con otros familiares excavar en el «huerto del francés» en busca del desaparecido, aprovechando la ausencia del dueño y su familia. Encontraron entonces un cadáver que no era de Miguel Rejano. Siguieron y encontraron entonces al desaperecido. Y denunciaron los hechos a la Guardia Civil.
Todos los cadáveres presentaban como causa de la muerte un fuerte golpe en la cabeza. Los incautos eran atraídos por partidas de cartas clandestinas. Así se aseguraban que llegarían con dinero y que, en caso de no poder matarlos, no denunciarían por haber participado en una actividad criminal.
Durante el juicio, Muñoz Lopera se puso en huelga de hambre, de ahí que se presente en nuestra fotografía recostado sobre una almohada. Aldije le echó todas las culpas a su compinche, y atribuyó a los malos tratos recibidos por la Guardia Civil su autoinculpación, pero no le sirvió de nada. Al final fueron condenados a seis penas de muerte. «¿Para qué tantas penas, si con una es suficiente?» dijo con chulería Aldije.

El 31 de octubre de 1906 dos verdugos, uno sevillano y otro madrileño, ejecutaron la sentencia mediante el garrote. Muñoz Lopera murió, no sabemos si por impericia del verdugo o por el mal estado del artilugio, entre convulsiones. Aldije, dice la leyenda, le dijo al verdugo «Aprieta sin miedo».
+ infoEl autor de la fotografía del juicio es Juan Barrera (1864-1934), sevillano que comenzó algo tarde en la fotografía, pero que pronto alcanzó gran renombre. Trabajó como corresponsal para Blanco y Negro, ABC, el londinense Daily Mirror, Le Matin de París y la Revista Bética.
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