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La confesión más dura de Bob Dylan: «Pegué a mi esposa cuando dio marihuana a nuestro hijo»

En medio de la tormenta, con acusaciones de malos tratos y un acuerdo de divorcio (ella pedía 12.000 millones y una casa valorada en 180 millones de pesetas en Malibú) que parecía inasumible, Blanco y Negro publicó las declaraciones cruzadas del músico y su mujer en junio de 1977

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Robert Allen Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, es una de las voces más importantes del siglo XX, una figura que cambió la música popular en EE.UU. y una personalidad difícil de descrifrar. A pesar de que casi nunca ha aireado sus asuntos privados, el premio Nobel de Literatura, un mujeriego empedernido, ha protagonizado, queriendo o sin querer, varios escándalos de talla mundial, empezando por su turbulento divorcio de Sarah Lowndes, la que fuera su esposa durante diez años y madre de cinco de sus hijos.

En medio de la tormenta, con acusaciones de malos tratos y un acuerdo de divorcio que parecía inasumible (ella pedía 12.000 millones y una casa valorada en 180 millones de pesetas en Malibú), Blanco y Negro publicó las declaraciones cruzadas del músico y su mujer en junio de 1977, donde cada uno daba su terrible versión de los hechos.

Frente a las acusaciones de la exmodelo de que Dylan había dejado de ejercer como padre y marido, el cantante contraatacó dibujando a Lowndes como una drogadicta. Al final de la historia, se alcanzó un acuerdo de divorcio por una cifra inferior a lo que pedía ella y a cambio de que la exmodelo no contara ninguna intimidad más del matrimonio. El texto publicado por la revista de ABC, firmada por Fred McDonaldson, quedó así como una de las escasas puertas al mundo privado de Dylan.

«—Sarah, ¿no ha tenido usted ninguna culpa del fracaso del matrimonio?

—Posiblemente, mi error estuvo en haberme casado con Bob sin estudiar su personalidad y, sobre todo, sin conocerlo adecuadamente. Pero a lo largo de los diez años de matrimonio me he portado correctamente, quizá demasiado bien, para lo que él se merecía».

Aparte de acusar a Dylan de maltratar a sus hijos y a ella, Sarah Lowndes defendió ante los jueces que el cantante venía constantemente borracho a casa y, en las pocas ocasiones en las que se quedaba mucho rato, era junto a una joven amante. La Justicia de California determinó que la custodia de los niños quedara en manos de la madre y parecía inclinarse por su versión de los hechos de cara al divorcio cuando se publicaron estas entrevistas. En previsión de quedar en la ruina, Dylan mostró una versión muy distinta en su conversación con los medios:

«—¿No son reales las acusaciones realizadas por su esposa?

—Sarah ha dicho muchas tonterías. La mayoría de ellas no obedecen a hechos reales, sino a mentiras suyas, dichas con el exclusivo propósito de perjudicarme a mí y beneficiarse ella. Pero dudo que tenga pruebas suficientes para seguir sosteniéndolas. Será entonces el momento en que actuará en consecuencia y se comprobará lo que verdaderamente ha provocado el fin de nuestro matrimonio.

—Según su esposa, es usted el culpable.

—¡Sí! Soy culpable de haber soportado durante tantos años a una drogadicta como Sarah, de no haber pedido la separación aduciendo el vicio que la consume poco a poco. Soy también culpable por no haberla recluido en un sanatorio. Pero de lo que no me considero culpable es de que nuestro matrimonio fracasara.

—Pero usted abandonó el hogar, a su esposa y a sus hijos.

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—Fue a última hora cuando reduje mi permanencia en casa porque me resultaba insoportable tener continuamente discusiones con Sarah, sobre todo delante de los chicos y que ellos observaran mi repugnancia hacia ella por su maldito vicio.

—¿Y golpeó a su esposa a su esposa como esta la acusa de haberlo hecho?

—¡Sí! Golpeé a Sarah en una ocasión al observar que estaba dando de fumar un cigarrillo de marihuana a nuestro hijo Tom. No pude soportar esa escena y la golpeé. Y de ser yo una persona violenta posiblemente la hubiera estrangulado».

La pregunta sobre la escena de maltrato en la casa provocó que Dylan se excitara durante la entrevista publicada por Blanco y Negro y que incluso pidiera parar el encuento con Fred McDonaldson, pero antes de despedirse hubo tiempo para conocer la identidad de la joven amante que había llevado al hogar familiar:

«—No es ningún secreto; fue Lainie Kazan una mujer encantadora con la que espero casarme una vez se resuelva la situación de mi matrimonio con Sarah. Es cierto que la llevé a nuestra casa, pero lo hice para que fuera conociendo a mis hijos y familiarizándose con ellos. Y así lo hice saber a Sarah. Pero esta, posteriormente tergiversó los hechos de la forma que más le convino».

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