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Las claves de La Pasionaria para destruir a Franco: «Acabad con las prostitutas y los generales republicanos borrachos»

Tras la toma de Málaga, Dolores Ibárruri llamó desde Valencia a poner orden en la retaguardia de las tropas del Ejército Popular

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Dolores Ibárruri siempre fue especialista en enardecer a las masas republicanas. Lo suyo eran los discursos incendiarios que levantaban ánimos, pasiones y fusiles. Aquella jornada, el 19 de febrero de 1937, hizo lo propio en los cines Olympia de Valencia acompañando a otros tantos «camaradas»; desde Juan Escrich –presidente del Partido Comunista– hasta el diputado José Antonio Uribes.

Con la caída de Málaga en el retrovisor y el escozor de la marcha del Gobierno en dirección a levante, Dolores Ibárruri llamó a combatir al ejército sublevado con todas las armas y personas a disposición. Lo hizo a gritos, regocijada de haber recuperado la voz tras varios días de una afonía que le había impedido participar en otro evento anterior en Mestalla.

«Anoche se ha celebrado un mítin en el que ' Pasionaria' aboga por la limpieza de la retaguardia, la depuración de los mandos y la movilización general», explicaba ABC.

La minoría Comunista, en primera Fila, la Pasionaria, Arriba, de Pie+ info
La minoría Comunista, en primera Fila, la Pasionaria, Arriba, de Pie - ABC

Las primeras palabras de La Pasionaria pusieron sobre el tablero de juego la necesidad de la República de acabar a toda velocidad con la guerra. Lógico, pues el Gobierno sabía que Adolf Hitler y Benito Mussolini podían perpetuar su ayuda a los sublevados mientras, a cambio, las potencias democráticas europeas miraban el conflicto peninsular desde la lejanía:

«La caída de Málaga ha servido para hacer comprender a las democracias internacionales acobardadas la razón de nuestro pueblo a luchar por su libertad. Señaló la reacción del pueblo ante este hecho, y dijo que se equivocaron quienes creyeron que, si se nos negaban las ayudas de fuera, íbamos a perder la guerra. Hoy está el pueblo en pie y demuestra que sabe luchar. Triunfaremos como triunfaron las revoluciones francesa y rusa, a pesar de la oposición capitalista. Pero hay que llegar rápidamente al final».

La reunión del pleno del comité central del Partido,+ info
La reunión del pleno del comité central del Partido, - ABC

La bofetada a las potencias capitalistas descorchó el botellín de las críticas. El siguiente objetivo de la porra del guiñol de La Pasionaria fueron los desocupados que esquivaban asir un fusil. «Uno de los problemas esenciales es limpiar la retaguardia; limpiarla no ya de la 'quinta columna', sino también de sus reservas, de tahúres, ladrones y prostitutas, que en cafés y cabarets comentan y dicen con imprudencia y sin reservas lo que los enemigos encubiertos pueden oír». También instó a que se pusiera en vigor el decreto de movilización que obligaba a los desocupados a llevar a cabo labores de primera necesidad:

«Debe ponerse en vigor inmediatamente el decreto de movilización, y los desocupados que no estén encuadrados dentro de él deben ser llamados a construir carreteras, defensas y refugios. Debe establecerse también la tarjeta de vecindad, para que sepamos cada cual dónde y cómo vive; quién tiene derecho a la comida y quién no».

Adolfo Suárez y Dolores Ibarruri estrechan+ info
Adolfo Suárez y Dolores Ibarruri estrechan - ABC

La Pasionaria tuvo también unas palabras para la reorganización de las fuerzas armadas de la Segunda República; reestructuración que llevó a cabo Largo Caballero de manera oficial apenas tres meses después al admitir a las milicias de los partidos en el llamado Ejército Popular. «El 5to Regimiento, creación gloriosa del Partido Comunista, ha dado ejemplo incorporándose al Ejército republicano», afirmaba. A cambio de este gesto, sin embargo, Dolores Ibárruri exigía al alto mando que llevara a cabo una limpieza en profundidad de los oficiales más descarriados. «Debe llegarse a la depuración de los mandos, como lo pide el pueblo y todos los militares leales», completaba.

La dureza de la dirigente comunista con los oficiales fue extrema. «Mientras en Málaga se escribían páginas de tragedia y heroísmo, había en la retaguardia generales que se emborrachaban. Las mujeres españolas no queremos entregar nuestros hijos a generales que no sienten la causa». La máxima, insistió, era que había que hacer una depuración a fondo «de todos los mandos» para acudir a la guerra con confianza absoluta.

Tumba de Dolores Ibarruri, «La Pasionaria»+ info
Tumba de Dolores Ibarruri, «La Pasionaria» - ABC

La siguiente clave de La Pasionaria para ganar la Guerra Civil era llamar a filas a todo aquel hombre con capacidad para empuñar un arma. Si el ejército sublevado contaba con la ayuda de las potencias fascistas, dijo, el republicano se sustentaría en la fuerza del pueblo:

«Exigimos la imposición del servicio obligatorio para todos los hombres capaces de empuñar un fusil, con el propósito de tener reservas de hombres y para que descansen los que heroicamente se baten en las trincheras». También pidió la eliminación de los horarios laborales en las fábricas de armamento, «ya que los combatientes no se preocupan de horas de trabajo ni de la semana inglesa».

El último secreto de Dolores Ibárruri, o su última exigencia a la Segunda República –según se mire–, fue la necesidad de defender Valencia a toda costa. La ciudad, sede del Gobierno republicano desde la huida en masa de la capital, era el último bastión, y no podía caer si se pretendía continuar la lucha. «Hay que fortificar Valencia, como se debió fortificar Madrid cuando nosotros lo pedíamos, y por ello se nos llegó a tachar de derrotistas. Urge que estemos todos en pie y que se reorganice la retaguardia», completó. Esta última idea fue la que la obsesionó y volvió a repetirla una vez más para cerrar su intervención: «¡La limpieza acelerará el triunfo!».

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