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«Cataluña es una nación y España no»: la falacia de Jordi Pujol que se creyó el independentismo

Aunque el expresidente de la Generalitat se ha definido siempre más como nacionalista, lo cierto es que en numerosas declaraciones manipuló la historia catalana y española para atraer el voto de los separatistas e influenciar a sus sucesores en el cargo para provocar el enfrentamiento con el Gobierno central

Jordi Pujol, sobre la Tercera publicada en 1998
Jordi Pujol, sobre la Tercera publicada en 1998 - ABC
Israel Viana
MadridActualizado:

El expresidente catalán Jordi Pujol ha vuelto de su retiro forzado para hablar del libro 'Entre el dolor y la esperanza' (Proa y Grupo 62), basado en una entrevista realizada recientemente por el exdiputado de CiU Vicenç Villatoro. En esta, el fundador de Convergència, que este miércoles cumple 91 años, asegura que «Cataluña no tiene la fuerza suficiente para lograr la independencia». Una postura mucho más conciliadora de la que sostuvo durante sus 23 años al frente de la Generalitat, antes de que hiciera público, en 2014, que había mantenido en el extranjero una gran suma de dinero sin regularizar.

'Tercera' de Carlos Seco Serrano+ info
'Tercera' de Carlos Seco Serrano - ABC

En este sentido, hace un mes la Fiscalía Anticorrupción solicitó nueve años de prisión para él, así como 29 años para su primogénito, Jordi Pujol Ferrusola; 14 para su hermano Josep y ocho más para los otros cinco hijos, que serán juzgados en la Audiencia Nacional, junto a diez empresarios relacionados con su clan, por delitos de asociación ilícita, blanqueo de capitales, falsedad en documento mercantil, contra la Hacienda Pública e, incluso, de frustración de la ejecución.

El escrito de acusación, al que tuvo acceso ABC, resume en un centenar de páginas los indicios recopilados a lo largo de ocho años de instrucción judicial, a partir de los fondos de origen desconocido que la familia Pujol guardó en Andorra desde, al menos, 1990. Una cantidad que fue engordando y repartiéndose entre los siete hijos a golpe de entramado societario, justo en la misma época en la que el presidente de la Generalitat clamaba a los cuatro vientos que «Cataluña es una nación y España no» o que «los catalanes somos un pueblo con mil años de historia, que tiene una lengua, una cultura, una voluntad de ser, una conciencia colectiva y una voluntad de ser una nacionalidad».

El presidente catalán número 129

Este discurso más nacionalista que separatista ha sido contestado en numerosas ocasiones a través de las Terceras de ABC escritas, por ejemplo, por historiadores como Carlos Seco Serrano o periodistas como José María Carrascal, pero su mensaje ha sido aprovechado igualmente por la corriente independentista encabezada por otros presidentes catalanes como Pere Aragonès, Joaquim Torra, Carles Puigdemont y Artur Mas. Y cuando este último aseguró en 2014 que era el «presidente 129 de Cataluña», lo que no sabía o no quería decir es que 121 de ellos no tenían el más mínimo sentimiento catalanista ni, muchos, secesionista con respecto a España o, anteriormente, la Corona de Aragón.

Investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat+ info
Investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat - ABC

Según aclaraba ese mismo año Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la revista 'El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho', los orígenes del catalanismo político se encuentran a finales del siglo XIX y principios del XX. Es en esa época, pues, cuando se configuró la ideología nacionalista que permanece en la base de los acontecimientos de los últimos años. Quizá por eso ha querido dejar claro Jordi Pujol, en el mencionado libro, que él nunca fue realmente independentista, pero no cabe duda de que radicalizó su mensaje en numerosas ocasiones, como muestra el titular de este artículo, tergiversando la realidad histórica si era necesario, para buscar los votos de los separatistas.

En octubre de 1998, por ejemplo, el entonces presidente de la Generalitat declaró muy tajante en televisión que «Cataluña es una nación y España no lo es. ¿Qué es, pues, España? Una cosa... Una realidad afectiva, histórica, de intereses y de memorias comunes». En ese momento, Seco Serrano publicaba en este diario una de las Terceras mencionada, bajo el título de '¿España no es una nación?', donde respondía a Pujol con el siguiente argumento: «En este balbuceante empeño de definir lo que se quería negar, el presidente catalán estaba, en realidad, definiendo a una nación».

La anhelada unidad

Según explicaba el historiador toledano, al mismo tiempo que este negaba el estatus de nación a España, el alcalde de La Coruña se mostraba perplejo y disgustado en Radio Nacional por el silencio de los intelectuales, ante una cuestión tan fundamental como la disolución del concepto de nuestro país en que estaba degenerando la ofensiva nacionalista. Seco Serrano, sin embargo, también reprimió a este: «Me permitirá que le acuse de no estar muy atento de lo que hacen los intelectuales [...]. Muy recientemente, la Real Academia de la Historia desarrolló, con extraordinario éxito de público, un ciclo de conferencias que llevaba por título 'Reflexiones sobre el ser de España'. Yo, como miembro, pronuncié la siguiente: 'España, ¿Estado plurinacional o nación de naciones?'».

'Tercera' de José María Carrascal+ info
'Tercera' de José María Carrascal - ABC

En la conferencia, el historiador contestaba precisamente a la difusa lección de Jordi Pujol con el siguiente argumento: «España es una nación tallada en diversas facetas, pero que siempre, a través de los avatares de su historia, ha conservado la conciencia de constituir un todo, y cuyo diseño parte de la Hispania romana y se afirma en la monarquía goda y en el tenaz empeño de recuperar esa entidad, perdida tras la invasión musulmana. La Reconquista, por lo tanto, no fue otra cosa que una empresa solidaria, aunque los frentes de resistencia contra los invasores que brotaron, se desplegasen con caracteres diferenciadores (los famosos 'hechos diferenciales'), que los grandes artífices de la unidad, siempre buscada y anhelada por todos, sabrían respetar escrupulosamente: tal fue el proyecto sugestivo de vida en común trazado por los Reyes Católicos».

José María Carrascal defiende una idea parecida en otra Tercera publicada hace un año, titulada 'España también existe', en la que retrocede, igualmente, hasta la época romana, pero subraya una fecha muy concreta: «Quiero reseñar un episodio ocurrido a finales de la Edad Media que une por primera vez la idea de España con la de nación. En 1414 se convoca en Constanza, Alemania, un concilio para acabar con el Cisma de Occidente de varios papas. Para evitar que los numerosos italianos decidieran las votaciones, se votó por naciones, creándose cinco: la anglicana, con ingleses y escoceses; la gálica, con los franceses; la germánica, con los alemanes; la italiana, con los italianos, y la hispánica, con los españoles de todos los reinos de la Península. España acababa de nacer oficialmente y el descubrimiento de América la convierte en potencia mundial e imperio».

«Somos nuestros peores enemigos»

Al final de su artículo, el periodista advierte: «No cabe duda de que España ha existido como nación y Estado importante durante buena parte de la historia. El problema es si seguirá existiendo, pues tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Pero no será por los demás, sino por nosotros mismos. No echemos la culpa a nadie. Somos nuestros peores enemigos».

Jordi Pujol y Artur Mas, a carcajada limpia en el Parlamento de Cataluña+ info
Jordi Pujol y Artur Mas, a carcajada limpia en el Parlamento de Cataluña - ABC

Una idea parecida a esta última es la que parece haber hecho suya Pujol ahora, quizá demasiado tarde, pues son muchos los líderes separatistas que han recogido ya su mensaje para ir un paso más allá. Y, además, llega cuando el expresidente dirime sus problemas con la Justicia española. En el libro pide, para sorpresa de muchos, «estar abiertos a fórmulas no independentistas que aseguren la identidad, la capacidad de construir una sociedad justa y de facilitar la convivencia».

De hecho, se empeña en recordar también que, durante su etapa de mando en Convergència, tenía «prohibido» a las juventudes del partido usar la estelada y desmiente también a su exsocio, Josep Antoni Duran i Lleida, quien en sus memorias consideró que Pujol siempre había sido independentista. Pero no, él solo negaba que España fuera una nación, mientras que Cataluña sí… muy seguro de sí mismo.

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