Obama contra los Padres Fundadores: la batalla perdida por el control de la deuda
Los primeros presidentes de EE.UU. hicieron lo imposible para no elevar el techo de la deudas del país, mientras que desde 1917 ha ocurrido en 90 ocasiones con diferentes excusas
ISRAEL VIANA
Con la de este jueves , ya son siete las ocasiones en las que el techo de la deuda ha aumentado desde que el presidente Obama llegó a la Casa Blanca . Una forma de proceder habitual en las últimas décadas, con la excusa ... de la guerra o del gasto corriente, que es totalmente contraria a la filosofía que quisieron establecer los Padres Fundadores de Estados Unidos a finales del siglo XVIII, quienes comprendieron desde el principio que una enorme deuda podría poner en peligro su proyecto de país.
Durante la administración Bush hijo, el techo fue elevado en ocho ocasiones Benjamin Franklin , George Washington , John Adams , Thomas Jefferson y compañía querían fundar una nación que pudiera perdurar durante generaciones y, para ello, tenían claro que el modo más responsable de conseguirlo era administrar las finanzas públicas obligando al Gobierno a vivir dentro de sus posibilidades. Rechazaban la deuda y eran fervientes defensores de que, si era inevitable, como en los tiempos de guerra que acababa de vivir, la cantidad de deuda pública estuviera limitada.
Esta máxima ha quedado en papel mojado incluso después de aprobada la « Segunda Ley de Bonos de la Libertad » en 1917, con la que se estableció el límite de endeudamiento que podía alcanzar el Gobierno, para asegurar que la deuda no crecía sin control con motivo de los desmesurados gastos de la Primera Guerra Mundial . Desde entonces y hasta el año 2000, el famoso techo de la deuda se ha incrementado más de 90 veces. Durante la administración Bush, en gran medida gracias a los gastos militares, fue aumentado en ocho ocasiones, y durante la presidencia de Obama, otras siete, por el momento. Esto quiere decir que, al contrario de lo que los Padres Fundadores de la nación proponían, el techo de la deuda se ha elevado cada vez con mayor frecuencia.
El origen de la deuda
No hay que olvidar que Estados Unidos como país nació con deuda pública. Los héroes de la independencia tuvieron que gastar enormes cantidades de dinero para ganar la guerra que asoló el país entre 1775 y 1783 . Por eso, cuando redactaron la Constitución en 1787 y se estableció una república federada, el problema de la deuda de cada uno de los estados fue uno de los más importantes a solucionar.
Hamilton emitió bonos federales para cubrir una deuda nacional de 77 millones de dólaresPara ello se creó, dos años después, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Alexander Hamilton , su primer secretario y una de las figuras más importantes de la historia del país, convenció al Congreso para que asumiera las deudas estatales. Creía que, «si no era excesiva, la deuda nacional sería una bendición». Es decir, que estaba a favor de una deuda limitada y controlable, y tenía la seguridad de que si pagaban los intereses regularmente, Estados Unidos comenzaría a forjarse una buena reputación.
Hamilton emitió bonos federales para cubrir los 77 millones de dólares que debía Estados Unidos tras la guerra. Debido a que los préstamos federales estaban limitados, se pudo consolidar la deuda y permitió que el gobierno federal pagara a tiempo sus intereses, forjándose la ansiada reputación y reduciendo el gasto público. Para 1793, el gobierno naciónal ya había logrado su primer superávit presupuestario.
Aversión por la deuda
El control de esta deuda seguía en la mente de los primeros presidentes. James Madison , por ejemplo, dijo en su discurso de 1790 que no había nada más importante que el hecho de que «las asignaciones presupuestarias fueran siempre de la mano de las promesas». Y Andrew Jackson , presidente posterior a la generación de los Fundadores, sentía auténtica aversión por la deuda, por lo que abogó por saldar la totalidad de ella mediante la venta de tierras y la reducción drástica del gasto. Lo consiguió en 1835, aunque pronto llegaron nuevas guerras y la deuda volvió a dispararse.
Desde 1960, el techo de la deuda se amplió en 78 ocasiones A pesar de que el techo fue diseñado para que el Gobierno no se extralimitara en su ejercicio del gasto, a muchos de los presidentes de la segunda mitad siglo XX no les ha hecho falta el pretexto de los conflictos armados para incrementarlo continuamente.
Desde 1960, se ha ampliado hasta en 78 ocasiones utilizando las más diversas excusas, hasta el punto de que, desde 1976, se han producido 17 cierres de Gobierno . Al principio se aludía al elevado coste de guerras como la de Vietnam. En las últimas décadas, el creciente gasto corriente se ha convertido en la principal excusa.
Las guerras y el déficit
Históricamente, defender el país ha sido una de las principales responsabilidades del Gobierno nacional de Estados Unidos. Una tarea muy bien vista por los ciudadanos costara lo que costara. Por eso se permitía, sin muchos problemas, operar con déficits cuando fuera necesario proteger a la patria.
Los grandes déficits en tiempos de paz estuvieron mal vistos hasta hace pocoLa idea del famoso techo de la deuda surgió, de hecho, durante la Gran Guerra, en 1917. La «Segunda Ley de Bonos de la Libertad» nombrada anteriormente se creó para permitir que el Tesoro vendiera bonos a largo plazo. Querían asegurarse que la deuda no creciera sin control, aunque este límite se elevaría unos años más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial . El Congreso votó para permitir que esta alcanzase nada menos que los 300.000 millones de dólares.
A diferencia de los periodos de guerra, en Estados Unidos los grandes déficits en tiempos de paz estuvieron mal vistos hasta hace poco. Sin embargo, el hecho de que ya solo durante la administración Obama se hubiera elevado seis veces anteriormente era suficiente razón para pensar que iba a ocurrir una vez más.
Y es que, los presidentes hace tiempo que obviaron la batalla por mantener el techo de la deuda intacto . Hace tiempo que olvidaron las palabras de George Washington a los legisladores en 1793: «Ninguna consideración es más urgente que la redención y el saldo regular de la deuda pública: ningún otro aplazamiento puede ser más injurioso ni ninguna cuestión económica más acuciante».
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