Líderes con propósito | L'Oréal Groupe Burgos
L'Oréal Groupe Burgos: innovación y sostenibilidad para fabricar con propósito
Lo que empezó como una planta de producción se ha convertido en un modelo mundial de sostenibilidad e innovación. Hoy es un emblema del liderazgo con impacto positivo dentro de la comunidad Líderes con Propósito
Cuando L'Oréal Groupe inauguró su fábrica en Burgos hace más de medio siglo, el objetivo era claro: crear un centro de excelencia industrial en el norte de España. Pero el tiempo transformó aquella meta inicial en algo más ambicioso, y lo que comenzó como ... una fábrica de cosméticos se ha convertido en un modelo de cómo la industria puede liderar la transición hacia un futuro sostenible.
«Somos mucho más que un centro productivo», explica Inés Fernández, directora de la planta. «Aquí fabricamos belleza, sí, pero también compromiso, innovación y oportunidades. Nuestro propósito es demostrar que se puede producir con respeto y responsabilidad».
Ese propósito se traduce en hechos. La fábrica ha sabido anticiparse a las grandes transformaciones del sector: fue pionera en abastecerse exclusivamente de energías renovables -gracias a una planta de biomasa que desde 2015 cubre el 100 % de sus necesidades energéticas- y en 2017 se convirtió en la primera «fábrica waterloop» del grupo, reciclando y reutilizando toda el agua empleada en sus procesos. Cada gota cuenta: solo en 2024, este sistema permitió ahorrar más de 64.000 metros cúbicos de agua.
Energía limpia, agua circular y naturaleza viva
La sostenibilidad en Burgos no es una etiqueta, sino una cultura compartida. La energía térmica de la planta procede íntegramente de fuentes renovables y la biomasa se alimenta de la limpieza de los bosques de la zona, generando un impacto positivo en el entorno natural. «Nuestro compromiso no es solo reducir emisiones, sino devolver valor al territorio», subraya Fernández.
La fábrica también ha reimaginado su relación con la naturaleza a través de un proyecto de biodiversidad que incluye un bosque de especies autóctonas, un estanque que recupera el agua de lluvia y huertos ecológicos cuidados por los propios empleados. «Queríamos que el respeto al entorno no se quedara en los procesos, sino que se viviera cada día, desde el propio espacio de trabajo», añade la directora.
El resultado es una fábrica que no solo minimiza su huella, sino que regenera su entorno: más de mil árboles plantados, 350 toneladas de plástico recicladas cada año y un innovador invernadero solar donde se secan los lodos de los procesos industriales, reduciendo en un 43% su peso.
Industria 4.0 con alma
La innovación tecnológica ha sido siempre una aliada del propósito. En Burgos, la digitalización y la automatización no han restado humanidad, sino que la han multiplicado. La planta es hoy un referente de Industria 4.0 dentro de L'Oréal Groupe: carretillas automatizadas (AGV), robots colaborativos y sistemas inteligentes de gestión trabajan junto a los equipos humanos para hacer los procesos más eficientes, seguros y sostenibles.
«El futuro industrial pasa por combinar la inteligencia humana con la artificial», señala Fernández. «Las máquinas aportan precisión, pero las personas aportan propósito».
Gracias al uso estratégico de datos, la fábrica opera con un modelo predictivo capaz de anticipar el mantenimiento, adaptando la producción y garantizando trazabilidad total. Desde la aplicación del Big Data hasta la implementación de herramientas móviles de mantenimiento, cada innovación persigue el mismo fin: fabricar mejor, con menos impacto y más sentido.
Personas y comunidad: el motor del cambio
Detrás de cada avance tecnológico hay una convicción humana. En Burgos, la transformación digital ha ido de la mano de la inclusión y la igualdad de oportunidades. Desde hace más de cuarenta años, la fábrica colabora con asociaciones locales para generar empleo a más de 120 personas con discapacidad cada año, y fomenta la presencia femenina en carreras STEM a través del programa To Get Her in STEM.
«El propósito no se cumple en los informes, se cumple en las personas», afirma Fernández. «Queremos que cada empleado sienta que su trabajo contribuye a algo mayor, que forma parte de una misión colectiva».
Por eso, el bienestar y el desarrollo profesional son pilares esenciales. Los trabajadores han pasado de desempeñar tareas repetitivas a asumir funciones de control de calidad, innovación o mejora continua. Y la fábrica promueve la conciliación y el cuidado a través de espacios amplios, programas de salud y jornadas de voluntariado como el Citizen Day.
Una escuela que cambia vidas
Uno de los mayores orgullos de la fábrica es su Escuela de Excelencia Industrial, un proyecto nacido en 2017 para formar a personas en riesgo de exclusión y dar respuesta a la falta de mano de obra cualificada en el entorno local. Desde su creación, ha formado a más de 135 personas, con una tasa de empleabilidad del 68 %.
«Esta escuela demuestra que el compromiso social puede integrarse en el corazón de la industria», explica Fernández. «Aquí formamos a personas que encuentran no solo un empleo, sino una nueva oportunidad».
En 2022, la iniciativa se amplió a otras empresas del tejido industrial burgalés, convirtiéndose en una escuela multiempresa. Actualmente, más de 30 trabajadores de la fábrica de L'Oréal Groupe comparten voluntariamente su conocimiento como formadores, reforzando la idea de que el aprendizaje y la solidaridad también forman parte del propósito.
Visión y compromiso
Hoy, la planta de Burgos es mucho más que un caso de éxito industrial: representa cómo la sostenibilidad, la innovación y las personas pueden avanzar en la misma dirección. Su pertenencia a la comunidad Líderes con Propósito refleja precisamente eso: un modelo de gestión responsable, con impacto social y mirada de futuro.
«La innovación tiene sentido solo cuando mejora la vida de las personas y protege el planeta», concluye Fernández. «Ese es nuestro propósito: fabricar belleza sin renunciar a la responsabilidad».
Medio siglo después de su inauguración, el proyecto que nació entre ríos y montes castellanos sigue demostrando que la industria también puede fabricar futuro. Y que, cuando la tecnología se une al propósito, lo que se produce no son solo cosméticos: es confianza en que un modelo diferente de progreso es posible.
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