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Las cinco vidas del café

Cada año se generan 65.000 toneladas de residuos de esta bebida que si acaban en el vertedero son una fuente de emisión de metano

Hombre bebiendo café. Archivo

José A. González

En España, más de 22 millones de personas mayores de 15 años, seis de cada diez, toman como mínimo una taza de café al día. Levantarse e ir hacia la cafetera es uno de los gestos más repetidos en los hogares españoles . El café es imprescindible en la dieta de millones de personas y se refleja en los 166,3 millones de sacos de 60 kilos consumidos entre 2020 y 2021, según datos del informe La nueva vida saludable y sostenible de los posos de café.

Un consumo que genera residuos , sólo en Australia se generan 65.000 toneladas de posos al año. A ellas se suman 7.000 millones de cápsulas , cada vez más de moda, de aluminio o de plástico que tardan entre 100 y 500 años en biodegradarse.

Un café solo, con leche o, simplemente, un capuchino es un placer para quien lo toma, pero en los últimos años se está convirtiendo en un problema para el medioambiente. Los posos están compuestos por fibra dietética (47%), grasa (24%), polisacáridos (13%) y proteínas (11%). Estos componentes dan la posibilidad a estos residuos orgánicos en tener una nueva vida.

De café a plástico

Aimplas

La borra del café en numerosas ocasiones va al cubo marrón, unos 150 kilos al año en España, un desperdicio que los técnicos de Aimplas han conseguido convertir en plástico biodegradable. Es la tercera vía de trabajo del proyecto WaysTUP! que ya ha transformado residuos de pescado y carne o aceite de cocinar en nuevos productos biobasados. «Es un claro ejemplo de cómo los residuos biológicos pueden desempeñar un papel importante en la transición hacia una economía circular, evitando su generación y capturando su potencial como una fuente de recursos secundarios de gran valor», apunta Núria López, investigadora principal del proyecto en Aimplas, Nuria López.

La conversión de residuos biológicos en recursos es una de las claves de la economía circular y el objetivo principal del proyecto europeo WaysTUP!, financiado por el programa Horizonte H2020. «Se quiere fomentar la participación activa de la población en la recogida selectiva de residuos orgánicos urbanos para su posterior valorización», añade.

El film plástico biobasado producido por Aimplas se ha conseguido a partir de PHA procedente de posos de café de restaurantes recogidos por BIOBEAN (UK). En primer lugar, el Instituto ha formulado el PHA para que sea procesable mediante extrusión y, después, ha fabricado el film que servirá para conformar distintos tipos de envases flexibles.

Potente desengrasante

Las propiedades de los posos del café han sido un aliado más en la limpieza de los utensilios y menaje de la cocina. Durante muchos años, estos residuos se han usado para eliminar restos de grasa pegada en bandejas de horno y ollas.

Abono para plantas

Además de contener fibra y otras proteínas, la borra del café contiene nitrógeno y fósforo, dos elementos esenciales para el crecimiento de las plantas. Además, es importante dejarlos secar para evitar que se creen hongos y humedades. Es suficiente con añadir un poco de este producto o residuo a la tierra de las plantas una vez al mes, sea directamente en la raíz o bien mezclado con parte del agua de regar.

Mascarilla para la piel

No sólo son útiles para plantas o repeler insectos, el café también tiene activos beneficiosos para el cuidado de la piel, pero para ello es necesario mezclar los posos con agua sobre las zonas del cuello y rostro que se quiera trabajar con el objetivo de eliminar las células muertas y aprovechar las propiedades antiinflamatorias para las bolsas en los ojos.

Capturar CO2

Es una de las soluciones más innovadoras y aún por desarrollar. Un equipo de científicos de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad de Saskatchewan trabaja en aprovechar la borra café como trampa para el dióxido de carbono. Esta investigación canadiense usa un tipo de acelerador de partículas que trata los residuos del café molido con calor para cambiar las características de su superficie, con el propósito de hacerlos más eficaces para atrapar y almacenar carbono.

Los investigadores estiman que los residuos de café molido físicamente alterados que resultan del tratamiento térmico podrían venderse por hasta dos dólares el kilo como un nuevo producto para su uso en industrias con alto contenido de emisiones de carbono.

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