Un futuro para el coche de combustible: electrificación

Como ejemplo, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDA), dentro del plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España, financiado por la Unión Europea a través de los fondos NextGenerationEU, mantiene abierta la convocatoria del Plan Moves III, dotado con 400 millones de euros y con el que se pretende incentivar la movilidad eléctrica y particularmente, la compra de vehículos eléctricos y el despliegue de infraestructura de recarga para estos vehículos.

Pero.. ¿y si la solución pasara por abrir la puerta a más fórmulas, como la de reconvertir los coches de combustión y electrificarlos?

Esta fue exactamente la pregunta que se hizo el ingeniero Pablo Escapa antes de llevar a cabo el proyecto, patrocinado el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Telecomunicación (COITT), que ha logrado convertir en 'enchufable' un turismo tradicional. Una idea que, además, le ha valido el I Premio a la Movilidad 2021 en la categoría de investigación.

«La nueva movilidad necesita que haya cero accidentes, cero contaminación y cero atascos. Esto solo se puede conseguir con tres tecnologías habilitadoras: la electrificación, la conectividad y dotar de inteligencia artificial autónoma a los vehículos», argumenta Escapa.

En ese camino hacia la electrificación, la empresa para la que trabaja decidió comprobar si era factible convertir un coche de combustión interna a uno que tuviera un transformador eléctrico puro. Y lo consiguieron. Algo que, más allá de ser una anécdota o un proyecto de investigación (que les ha valido el citado premio), es viable para otros vehículos.

«Lo importante de nuestro proyecto es que tiene un proyecto técnico visado, en el cual se justifican todos los cambios efectuados, que cumplen con la legislación y que vale para otros procesos», asegura.

Transformar un vehículo de combustión en uno eléctrico es un proyecto muy complejo que implica mucho más que un simple cambio de motor.

Este ingeniero explica que conlleva modificaciones de todo tipo. Los primeros pasos sí fueron retirar todos los componentes del motor de combustión: desde el depósito combustible hasta las tuberías. El reto era bajar el peso del coche y habilitar espacio para instalar los nuevos componentes.

Una vez hecho esto, se diseñó un envolvente que uniera el motor eléctrico con la caja de cambios que traía el vehículo, entre otras adaptaciones. Por ejemplo, al no haber un sistema de refrigeración, el coche no tenía calefacción, por lo que había que poner, en su lugar, otro tipo de elementos radioeléctricos.

De la misma forma, los técnicos tuvieron que asegurarse de que todos los componentes originales del vehículo que se mantuvieron pudieran seguir funcionando sin problema. Algo que, según Escapa, tiene una parte muy compleja, porque afecta a muchas configuraciones, algunas de ellas en materia de 'software'.

«Nuestro nuestro sistema tiene un módulo de gestión de energía inteligente. Toda esta parte de programación es bastante compleja. Hemos conseguido que las celdas de la batería balanceen la carga entre ellas, lo que permite extender bastante la autonomía del vehículo», detalla.

El coche también dispone de una pequeña aplicación en la pantalla multimedia, en la que se puede comprobar cómo se está comportando la carga del vehículo, su capacidad o si se está cargando correctamente.

Pablo Escapa asegura que el vehículo electrificado funciona igual que cuando era de combustión, salvo por pequeñas particularidades. Una es que no hace ruido (como cualquier eléctrico) y que los 109 caballos que tenía permiten que el coche sea más potente que antes y que frene de manera más intensa.

Dado que los coches eléctricos o híbridos son automáticos, cabe preguntarse por las marchas. Pablo Escapa detalla que se ha dejado el cambio manual. «No sabíamos realmente en qué rango de marcha iba a funcionar correctamente, si en segunda o tercera», argumenta, pero, dado que «el par de un motor eléctrico es mucho más mucho más flexible, te admite hasta la quinta velocidad».

Eso sí, la marcha en la que la potencia funciona de manera más adecuada es la segunda. «Con eso el coche puede ir de cero a 130 kilómetros por hora. Si voy por ciudad no debo tocar nada más, si voy a carretera, entonces metería la tercera», añade. Eso sí, el equipo trabaja para poder retirar la caja de cambio y poner directamente una de transferencia.

En cuanto a la batería, asegura que tiene una capacidad de unos 200 km de autonomía y que todos los días hacen kilometraje con él, con el fin de saber «por dónde puede fallar, si lo hace».

Pablo Escapa asegura que el proyecto es viable, en el sentido de que se podría replicar en cualquier otro coche. Tanto que, asegura, hay muchos fabricantes de coches que están construyendo plantas para, precisamente, hacer esta transición de los viejos vehículos.

Sin embargo, advierte que el principal escollo para lograrlo es la legislación española vigente. «Estamos a la espera de la homologación del vehículo, algo que cuesta entre 24.000 y 30.000 euros. El problema es que, tal y como está redactada la norma, tendríamos que homologar todos y cada uno de los vehículos que convirtiéramos de combustión a eléctrico. Y eso no es rentable».